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Región  |  02 octubre de 2018  |  12:12 PM |  Escrito por: Edición web

Tratando de entender la RAP y la RET

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Una pequeña perturbación en las condiciones iniciales de un sistema puede provocar mediante un proceso amplificador una gran transformación.

Por Eddie Polanía R.Para empezar, imposible entender la RAP sin la RET. Es como si en el caso del agua se separaran el oxígeno del hidrógeno: cada elemento vuelve a recuperar sus propiedades y el líquido desaparece ipso facto. Igual sucede en este caso, la estructura RAP-RET se desvanece. La RAP solitaria sin la RET en su horizonte programático será tan solo una oficina de proyectos o, una junta directiva como lo señaló alguien, o en el peor de los casos podría convertirse en el asiento de un nuevo tipo de burocracia regional. La RET aislada o asumida independiente de la RAP es tan solo una utopía porque no hay manera de acceder a ella. Si se miraran desde la filosofía aristotélica RAT y RET corresponderían a los conceptos complementarios de potencia (conjunto de posibilidades, comienzo del cambio hacia el ser) y acto (resultado del movimiento, realidad ordenada jerárquicamente sobre una sustancia preexistente).

Aunque permanecieron en quietud e inexploradas durante veinte años en la Constitución del 91, (Arts. 306-307), pareciera que el conjunto de sus posibilidades solo empezó a descubrirse a partir de la expedición de la Ley 1454/2011, y posteriormente en la realidad una vez constituidas la RAPE Central, la RAP Pacífico, La RAP Caribe y la RAP del Eje Cafetero. Y, hoy, ya en funcionamiento, en el contexto anárquico del ordenamiento territorial, están frente al dilema de asimilarse a la caja de herramientas oficiales o, por el contrario, en vías de convertirse en un proceso potente para generar un nuevo orden.

Para no anular su riqueza y versatilidad, para no entenderlas instrumentalmente como lo plantea la normatividad, esto es, como un simple esquema asociativo, será necesario mirarlas con ojos más escrutadores y analíticos que superen la visión tradicionalista de la administración, de la ley y de la política, mediante un enfoque más innovador y moderno; y comprender entonces que la estructura RAP-REP se sale del molde de las estructuras estacionarias que configuran el ordenamiento territorial colombiano. Como quien dice, necesitamos ―por ahora― unos lentes de mayor alcance y profundidad para descubrir todas las potencialidades que se incuban en su interior. Para mejor decir, sabemos poco de la RAP y de la REP, y el reto es construir un cuerpo teórico para desentrañar su esencia.

Pero, entonces, ¿cuál es el objetivo de la estructura RAP-RET? No puede ser otro que la descentralización y la autonomía. Nada más ni nada menos. Este y sólo este debería ser su verdadero propósito, su razón de ser, su inequívoco norte. Quedarse únicamente como las más de las veces se insinúa su destino, en la ejecución de proyectos por más estratégicos que sean y, por más que se requieran, es quedarse a mitad de camino; es dilapidar la inmensa posibilidad de transformar la política y el ordenamiento del país. Sería perder el verdadero horizonte de la geografía y de la historia si se tiene en cuenta que en el actual contexto global de evolución y replanteamiento del rol de los territorios es válido pensar que a la región autonómica se llega únicamente por la vía de la descentralización y la autonomía. Pero que todo dependerá de la capacidad política que se tenga en el momento de intentarlo.

En consecuencia se precisa modificar la narrativa y la visión existente de la RAP y la RET, para no propiciar un enfoque elemental y reduccionista en el que se diluyan sus potencialidades. En cuanto mecanismo asociativo no deben entenderse, sin más, como la articulación funcional de los gobiernos ni como la reiterada junta u oficina de proyectos regionales, sino como la asociación de voluntades, visiones e intereses congruentes para transformar la región, a partir de dinámicas generadas por el gobierno, por la política, por la academia, por los gremios, por el conjunto de las fuerzas sociales, a través de proyectos estratégicos consensuados para tal finalidad. En síntesis RAP y RET deben percibirse como el paso más firme y adelantado que ha dado Colombia hacia la conformación de las regiones. Imposible perder tal horizonte.

Jamás se llegará la descentralización y a la autonomía por asuntos de moda. Llegar a este punto es cuestión de capacidad política, de empuje ciudadano, de creencia en el futuro y de decisión, como sucedió en España que luego de varios intentos en el siglo XIX se organizó íntegramente en comunidades autonómicas en 1981, por iniciativa del partido de gobierno, en plena transición a la democracia luego de la dictadura franquista.

En suma lejos de ser la moda o la tendencia del ordenamiento territorial, la RAP y la RET constituyen la estrategia ideal para reagrupar los territorios y reactivar sus relaciones económicas, políticas, culturales e institucionales, y focalizar su dinámica en función de objetivos estructurales que apunten a la transformación regional. Por lo demás, en el plano emotivo constituyen el grito más fuerte de la angustia provincial frente al asfixiante centralismo del Estado colombiano.

La nueva Ley de Regiones probablemente establezca entre 1 y 5 años el periodo de incubación de la RAP para aspirar a convertirse en RET. Pero de verdad el asunto más que de tiempo es de empezar a interiorizar en la mentalidad colectiva la idea de región, a partir de un proceso amplificado de gobernanza que densifique la cultura regional, las relaciones inter-territoriales e interinstitucionales. Nada de fondo ocurrirá sin la presencia y el vínculo efectivo de la sociedad civil y los demás actores sociales, más aún si se tiene en cuenta que la transición a la RET será mediante un referéndum, en el que se valorarán los resultados de la asociatividad regional.

La RAP y la RET en tanto se entiendan y manejen correctamente, pueden resultar tan fundamentales para el logro de la autonomía y la descentralización de las regiones en Colombia, que para comprender mejor su rol bien podría servir de ilustración el principio del Efecto mariposa: una pequeña perturbación en las condiciones iniciales de un sistema puede provocar ―mediante un proceso amplificador― una gran transformación.

 

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