La politiquería y solo la politiquería no ha permitido darle soluciones al problema de suministro de agua en por lo menos cinco municipios del Quindío: Circasia, Salento, Filandia, Montenegro y La Tebaida. En estos municipios o no hay un sistema con planta de tratamiento y conducción del agua por gravedad, o está incompleto, o está mal hecho. En estos cinco municipios ha venido actuando una empresa industrial y comercial del Estado, que primero se llamó Empoquindío, luego la denominaron Esaquín, y después la transformaron en Empresas Públicas del Quindío. Casi todas las transformaciones las han hecho los políticos para quitarse de encima una hegemonía política y asumir otra, que finalmente es la misma, la hegemonía de la desgracia, la desgracia para los usuarios.

No están en ese eje de la desgracia Armenia, Calarcá y Córdoba. Y, hay que decirlo con claridad, esa desgracia de hoy no corre solo por cuenta de la empresa misma, sino de sus socios, en especial uno de ellos: la gobernación del Quindío. La junta directiva de Empresas Públicas del Quindío tiene 4 miembros, de los cuales tres son municipios y uno es la gobernación. Pero esos 4 miembros tienen 7 votos, a la hora de decidir. De los tres municipios: Montenegro, Circasia y Calarcá, uno de ellos cuenta con dos votos en la junta, los demás tienen de a uno. Y la gobernación cuenta con tres votos. En los últimos doce años, los tres municipios solitos han hecho mayoría, dejando por fuera la gobernación, en decisiones políticas, como la elección del gerente. Y esa mayoría ha puesto a la gobernación, el socio mayoritario y más importante, al margen de las decisiones de la empresa.

En el gobierno de Carlos Eduardo Osorio no fue posible llegar nunca a un acuerdo. Lo mismo pasó en el gobierno de Roberto Jairo Jaramillo. Igual cosa sucede ahora con el gobernador Galvis Bedoya. Y como no les han permitido tener mayoría y elegir sus gerentes, los gobernadores se han alejado, han visto a EPQ casi como un enemigo, lo que ha traído consecuencias graves para las inversiones en los municipios.

Visto de esa forma, la culpa de la crisis del agua en los cinco municipios no es solo de EPQ y la corrupción, sino de los gobernadores, que no han contribuido a solucionar los problemas. Lo pudieron haber hecho, como se quiso en Montenegro, el gobierno departamental pasado propuso una gran inversión a través del Plan Departamental de Aguas, pero las obras quedaron inconclusas, a la mitad, sin terminar, y con una muy buena cantidad de dinero invertido. Si hubiera sido en conjunto, con EPQ, seguro ya se habría solucionado el problema.

Gobernación del Quindío puede ser el aliado estratégico más importante de EPQ, gestionando dinero, buscando recursos con los congresistas y, muy especialmente, destinando plata del Sistema General de Regalías para darle solución a los acueductos, lo que implica solo voluntad política. Pero lo gobernadores no lo han hecho, porque no los dejaron dominar la junta, no les permitieron elegir sus gerentes. Es decir, insistimos, la politiquería no ha dejado que los habitantes de estos cinco municipios tengan solucionados sus problemas de acueducto y solución al suministro de aguas. Y qué decir de los sistemas de alcantarillados, caducos, sin plantas de tratamiento residuales, depositando aún, las aguas negras a las quebradas limpias.

No podemos seguir culpando solo a EPQ, la culpa también es de los gobernadores, y de qué manera, porque han decidido castigar a la comunidad, al pueblo de estos municipios, solo porque no lograron mayorías en la junta de EPQ. Una retaliación, una actitud revanchista que no se justifica frente a las necesidades reales. Por eso, nos reafirmamos en decir que la politiquería y solo la politiquería no ha permitido darle solución al suministro de agua potable a estos municipios.

¿Cuándo llegará un gobernador que, aunque no le nombren gerente ni tenga mayorías en la junta de EPQ, trabaje en conjunto para la solución de los problemas de agua potable y alcantarillado en estos municipios?