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El Quindío  |  03 abril de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

El 75% de los alimentos que consumimos son polinizados por las abejas

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Por: Nathalia Baena Giraldo

Las abejas son las principales polinizadoras del mundo. Sin ellas, la agricultura y la alimentación no existirían. La apicultura es una actividad heredada que se está transformando a través de la tecnificación y la mejora en los procesos. Existen muchos temores al respecto que generan desconocimiento y daños irreparables en nuestro ecosistema.

En el departamento del Quindío se realiza apicultura artesanal, con pequeños y grandes apiarios. Los apicultores de la región se han visto amenazados por el uso incorrecto de agroquímicos y plaguicidas que envenenan no sólo a las abejas melíferas, sino al resto de polinizadores.

La presencia de residuos de plaguicidas en abejas muertas y productos de colmena fue una de las razones que motivó al laboratorio y grupo de investigación de Plaguicidas y Salud de la Universidad del Quindío a trabajar, desde hace unos años, con los apicultores del departamento. Es por eso que dentro del laboratorio se han implementado métodos estándares internacionales para los análisis fisicoquímicos de miel de abejas con el objetivo de prevenir y hacer pedagogía al respecto.

Lina Marcela León Gallón es doctora en Ciencias Químicas, docente de la Uniquindío e investigadora reconocida ante Minciencias. Su trabajo con abejas le ha permitido tener un amplio conocimiento sobre estas polinizadoras y los riesgos que tienen al ser bioindicadores expuestos siempre a las actividades antropogénicas en el medio ambiente.

El apiario experimental de la Universidad del Quindío se creó en el 2021 con la finalidad de llevar a cabo diferentes proyectos académicos e investigativos, no sólo para el laboratorio de Plaguicidas y Salud, sino para las diferentes facultades, agricultores y apicultores del departamento del Quindío.

Actualmente el apiario cuenta con 3 colmenas activas que tienen alrededor de 180 mil abejas melíferas (productoras de miel con aguijón). Este apiario recibe el nombre de “experimental” porque, en lugar de ser usado para la explotación de miel, tiene la función de ser fuente de investigación para realizar trabajos comparativos de mieles y colmenas que han sido contaminadas con distintas sustancias para controlar las plagas en el campo.

Se dice que son las hijas del sol porque el sol es uno de los elementos que utilizan las abejas para orientarse. Cuando salen de la colmena, es a través del sol que recuerdan la ubicación y también los lugares donde hay flores para recolectar el néctar y el polen.

Ahora bien, la miel y el polen que producen las abejas del apiario experimental de la Uniquindío son únicamente para su propio consumo, sobre todo en épocas de lluvia.

Cada colmena tiene su abeja reina que se encarga de mantener su población fuerte y producir huevos durante toda su vida o etapa reproductiva. También tiene zánganos –o abejas machos– que no cuentan con aguijón y que tienen como única función en su vida fecundar a la nueva abeja reina y regular la temperatura de la colmena. Y, finalmente, cuenta con las obreras, que son la base principal para su funcionamiento: trabajan dentro y fuera para buscar y producir el alimento.

El cuidado de las abejas desde la academia

El grupo de investigación de Plaguicidas y Salud de la Universidad del Quindío, liderado por el químico Alejandro García Ríos, fue creado en el 2001 y es el principal referente en el departamento respecto al análisis de residuos de plaguicidas.

En dicho laboratorio se estudia a la abeja como un indicador ambiental. Durante el pecoreo (búsqueda de alimento), la abeja melífera sale de la colmena y está en contacto con todo el medio ambiente, lo que la convierte en un bioindicador. Entonces, cuando ella se relaciona con el agua, con la flor o las hojas, y estas tienen agroquímicos, se envenena y lleva ese veneno a su colmena, lo que ocasiona la muerte masiva de su población.

Lina Marcela León Gallón

León Gallón explicó que “la agricultura y la apicultura son dos actividades que van de la mano y tienen que manejar una sinergia, porque la primera depende de la segunda, entonces si se usan agroquímicos durante la agricultura, las abejas y el resto de polinizadores morirán, y la productividad agrícola será baja”.

Hace un tiempo se realizó un proyecto con estudiantes de Ingeniería Electrónica, comentó León Gallón. Ellos crearon una balanza para medir el peso de la colmena, con el objetivo de generar alertas tempranas a los apicultores del territorio porque cuando una colmena empieza a morir, sea por envenenamiento o cualquier otra causa, su población disminuye progresivamente y, por ende, su peso también.

El grupo de investigación de Plaguicidas y Salud ha realizado diferentes proyectos de investigación en torno a las abejas, y también ha participado en las mesas apícolas del departamento del Quindío, pues uno de sus faros está puesto en la protección y conservación de la actividad apícola quindiana que, sin lugar a dudas, se traduce en ser guardianes de los alimentos que se producen.

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