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Columnistas  |  08 febrero de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: James Marulanda Quintero

Estampas de mi pueblo

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James Marulanda Quintero

Recorro con mi mente las hermosas calles de mi pueblo, CALARCA, como tributo de reminiscencias infinitas.

Navego entre lo cotidiano de aquellos sesentas y me sumerjo en la estridencia juvenil de los jóvenes que con la llamada nueva ola cambiaron esquemas y costumbres. El furor de las guitarras eléctricas mostraron al mundo que debía existir algo nuevo. Y entonces aparecieron grupos y bandas musicales que acabaron con los boleros y rancheras que en esos tiempos eran pan de cada día. Era una delicia escuchar a Oscar Golden , ídolo de la juventud con su” boca de chicle” y sus “zapatos pom pom”, a Enrique Guzmán, Cesar Costa, Los speakers ,Los Beatles, Los rolling Stones que aún hoy permanecen vigentes como una muestra de lo que había en esos años y que hacían estremecer a las quinceañeras que con atrevimiento mostraban sus minifaldas con el acostumbrado regaño de sus padres.

Mi abuelo, con desmedido celo atendía su negocio de revistas y era menester ayudarle a elaborar los mejores helados y bombones que en Calarcá se vendían. Además, alquilaba bicicletas y con un viejo reloj despertador medía el tiempo de quienes allí llegaban a pegarse “una montadita “por los alrededores. Valga mencionar Las Américas, Veinte de Julio, La avenida Colón, hasta el cementerio y otros lares…Era aficionado al fútbol y por eso le gustaba apostar en el viejo concurso del totogol. Cómo se impacientaba cuando se le dañaba un marcador por un gol de millonarios o de Santa fé  pero también hacía notar su alegría cuando el resultado del partido correspondía a lo que había marcado en el formulario.                                                                          

Recuerdo a “pate rana”,” la loca Adela”. “Adela no tiene calzones,” le gritábamos y ella desafiante se subía la bata para hacer notar que estábamos muy equivocados y que sí los tenía muy buen puestos y en su sitio;” “camello”(Álvaro Ángel toro), el reportero con altura,  a don Israel el tendero donde compraba el brazo de reina, las cucas ,la cuajada y otras delicias, las Ocampo que eran unas muchachas muy amigas de mi tío Jairo lo mismo que Edison Vélez quien era su amigo de farra y de andanzas en esas noches de” gogo” y de “ye ye” .A propósito de estas furtivas escapadas, se hacían por el patio de la vieja casa cuando ya el sueño había vencido a mis dos abuelos. Por consiguiente, yo era el encargado de abrir la puerta de la cocina cuando él llegaba, como fiel escudero de sus escapadas juveniles. Esto nunca se supo, sólo hasta ahora que hago mención de dichos hechos. Cómo lo añoro en esa época de adolescencia pura, cuando aún imberbe navegaba sin brújula en el torbellino propio de unos hechos hoy borrados por el resplandor del tiempo.

Aquí quiero traer la siguiente frase del filósofo Gustave  Flaubert: “Me gusta rodearme de recuerdos, de igual modo que no vendo mis trajes viejos. A veces subo a verlos al viejo desván donde los guardo y recuerdo los tiempos en que aún estaban nuevos y en todas las cosas que hice cuando los llevaba”

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