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Columnistas  |  25 abril de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Jaime Lopera

Jon Fosse o lo inesperado

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Jaime Lopera

Jaime Lopera

Leer a Jon Fosse es una aventura como penetrar en un bosque con largos trechos llanos y otros menos despejados, pero hay que recorrerlos todos para tener la sensación de haber ingresado en un mundo comprensible. Al parecer muchos lo han intentado y por ello han podido decir que es un autor minimalista y poético.

Explorador de la naturaleza, de la soledad, de la muerte y del amor, se vale de la novela, el teatro y la poesía para apareceré en un escenario donde los mas brillantes lo eligieron para un premio Nobel en 2023. Cuando escribe sobre una familia noruega a lo largo de tres generaciones (evocación de Thomas Mann), cuando se ocupa de un pintor solitario durante siete novelas, cuando habla de la identidad y la memoria o solo de la melancolía sobre el duelo y la pérdida, Fosse ensambla su enorme obra en un lenguaje todavía desconcertante.

He aquí el punto: algunos nos acostumbramos a leer al Ulises a saltos, esperando que una sola frase de Bloom nos arroje su intención sin necesidad de leer la de enseguida. He sido un peregrino de ese viaje por años, con Joyce a mi lado en la biografía de Harry Levin que lo conoce bien, y he sucumbido varias veces en el intento. Hay que ver la clase de sudor y lágrimas que han padecido los que se aproximaron al irlandés sin un kit de primeros auxilios.

Hasta que llegó Jon Fosse y en su obra se vio que la experiencia parecía repetirse, no tanto por conocerla toda sino con los primeros pasos del libro Melancolía, ejemplo preciso para señalar el mismo tormento. Si uno lo lee de seguido es una cosa, pero sus repeticiones llegan a un punto de saturación que es necesario regresar a las paginas anteriores para recobrar el sentido: por ejemplo, lo que significó el escamoteo de una pipa cuenta menos que el argumento y más como el tiempo dedicado a encontrarla. Fosse lo reitera de manera inteligente porque su lenguaje, aunque es insondable, es comunicativo.

Es obvio que la Academia Sueca no puede dejar de mencionar a los outsiders y acoger nuevos géneros, porque es su deber, si bien le endosen sus omisiones (muchas, inolvidables) así como se le reconocen sus aciertos. Esta institución suele despojarse de la acusación de tradicionalista que le imputan a menudo, pero cada vez menos porque el rumbo de la literatura está alcanzando cotas muy altas y dispares como para no moverse. Es lo que permite decir que Fosse hace una contribución renovadora que los rápidos y furiosos tal vez nunca vamos a entender del todo.

Abril 2024

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