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Columnistas  |  29 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Pedro Elías Martínez

ELOGIO DEL TAPABOCAS

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Pedro Elías Martínez

Por Pedro Elías Martínez

Sabios y kilósofos aseguran que el coronavirus pasará de moda pronto, es decir, antes de que nos muramos. Al tiempo, sobresalen voces pesimistas de quienes profetizan que la calamidad será infinita y piden a la ONU que el coronavirus se recuerde por los siglos de los siglos en los anales y calendarios del mundo, diciendo, por ejemplo, eso aconteció en el siglo II a. C. (antes del coronavirus). Sea como fuere o lo determinen los iIluminatti de las pandemias, debemos reconocer que el coronavirus, al que muchos vieron como un llamado de atención para cambiar al lobo humano y hacer que la humanidad pensara más en vivir que en matarse, va a dejar unos cuantos logros interesantes, como el uso del tapabocas. Los versados en pestes dicen que en próximas pandemias tendremos que usar tapaojos y después taparrabos. Esperemos a ver. Por lo pronto, la utilización de tapabocas nos equiparó en el temor a la muerte.

Los más feos resultamos favorecidos. Con ese adminículo en la cara, un par de anteojos oscuros y una cachucha, nadie sabe si eres candidato a casa por cárcel, actor de película de zombis o tienes la cara llena de acertijos y preguntas del tiempo, como dicen los poetas. Puede uno maldecir o darle risa de alguien, sin que el causante lo note. Con tapabocas todos parecemos gatos. Nadie sonríe. Como las caras parecen iguales, abundan casos de separación porque el marido se fue con otra señora de igual color de tapabocas. Y viceversa. Comprensible desde el punto de vista de los refranes: Tapabocas vemos, caras no sabemos.

Los señores andan agradecidos con el tapabocas porque economizan máquinas de afeitar. Y las señoras porque se ven más jóvenes. Eso ya es una ventaja en el mundo de desaventajados.

Con tapabocas, ¿quién puede saber si uno vive estresado, es mueco, tiene caries o mal aliento o anda con la piedra afuera? Al tapabocas le debemos el haber desenmascarado el distanciamiento social, que ya venía desde las cavernas, pero ahora lo impusieron, sin usar garrote o bala, por determinación consensuada, como dicen los congresistas, entre presidentes y científicos. Bendigamos, pues, al tapabocas que con su democracia nos iguala a todos.

ORACIÓN AL TAPABOCAS

Este mundo te odia y sataniza

por taparnos la boca de una vez,

tu distancia se impuso hasta en la misa.

¡Ya nadie abraza a otro feligrés!

Ahora que todo vuelven triza

nos tapas la amargura y el estrés,

la caries, la barba, hasta la risa.

Yo por lo menos me afeito cada mes.

¡Oh santo tapabocas que igualaste

a bonitas y feas, y nos quitaste

la halitosis que sale con la voz!

Y nos pides que andemos con cuidado

y salgamos en carrera si el de al lado

¡se atora con saliva o le da tos!

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