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Columnistas  |  30 septiembre de 2017  |  12:00 AM |  Escrito por: Andrea Salgado

El algoritmo perverso

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Andrea Salgado

La idea de un algoritmo que detecta tus gustos y los gustos de otros y te pone en contacto, es de por si aterradora, la forma en que las redes sociales y las plataformas de entretenimiento se relacionan en la actualidad con los usuarios. En los últimos días, he recibido una masa absurda de solicitudes de amistad de hombres mayores, en sus sesenta y hasta en sus setenta. Varones con los que no he tenido ningún contacto, que quieren ser mis amigos virtuales, que me mandan saludos desde tierras lejanas a través de emojis de manitas, y entonces yo me pregunto: ¿Qué le hizo pensar al algoritmo que ellos podían interesarse en mí? ¿Será la inminente cercanía de los cuarenta? ¿Qué pude haber dicho que puede ser interesante para esos hombres? ¿Dónde están las señoras? ¿Por qué no se interesan en mí las señoras? 
O todo esto no es más que una historia absurda que protagonizo, una que no puedo controlar: yo, producto de consumo de varones adultos mayores, exhibida por ahí, MILF (aunque no soy madre así que quitemos el M y pongamos una C, por lo de cuarentona: "CILF") con mi sonrisita coqueta y el tag: "Sugerencia de amistad". Yo, mi clon virtual que anda por ahí exhibiéndose, llenando de palabras e imágenes retocadas las soledades de unos hombres viejos. 
Un algoritmo que en vez de detectar tus gustos (como te lo hace creer), te conduce a tus gustos. Nada más parecido a la idea del destino de los dioses. Un algoritmo que funciona como silogismo: en el inicio el oráculo le anuncia a la mujer que por ahora será la Sherezada de unos hombres viejos; ella intenta rebelarse a su destino, les cuenta historias juveniles, distopías y vainas por el estilo, pero nada, su número de seguidores viejos aumenta. Cambia entonces de estrategia; se vuelve una especie de Philip Roth, y cuenta cosas horribles sobre la vejez, la incontinencia, las venas varices y la pérdida de la virilidad; pero nada, los viejos resultan ser unos sadomasoquistas. En un último esfuerzo, adopta el estilo de las escritoras de betsellers románticos de los años ochenta, eso seguro no lo resistirán, piensa, pero frases como: "Y ella sea abrió como una flor y le dejó ver su pistilo", son ovacionadas, cubiertas de likes y corazones, compartidas en todos los muros de los viejos. Y así continúa, año tras año, hasta que un día ella misma envejece y se va quedando sin seguidores. Y un día la imagen de una CILF, muy parecida a ella, aparece en "sugerencia de amistad", y ella envía la solicitud, y ella finalmente entiende.

 

Andrea Salgado

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