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Cultura  |  20 noviembre de 2022  |  12:04 AM |  Escrito por: Administrador web

El latín ha muerto. ¡viva el latín!

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Josué Carrillo

En mis tiempos de niño, el latín era el idioma que se oía en la misa los domingos y fiestas de guardar y en los responsos por el alma de fieles difuntos que, a cambio de unas monedas, rezaba un sacerdote al final de la misa. Pocos años después, cuando llegué al colegio, aprendí que el latín era la lengua de cuyas raíces se nutrían el castellano y otras cuatro lenguas, denominadas romances. Su enseñanza en los dos últimos años de bachillerato se daba más por su relación con la Iglesia que por su carácter humanista, tanto es así que cuando el Concilio Vaticano II anunció una nueva forma de liturgia y empezó la celebración de la misa en lenguas vernáculas y no en latín, este desapareció de los planes de estudio del bachillerato.

Años más tarde, don José Tomás Arias, quien fuera profesor de esta materia en el colegio, me decía que el latín era un idioma de leyes (derecho romano), oradores (Cicerón, Lucio Craso), poetas (Horacio, Ovidio), historiadores (Cornelio Tácito, Catón el viejo) y, en general, de la gente que decimos culta (san Agustín, Erasmo de Rotterdam); el profesor Arias era de la opinión que quién sabe latín y oye o lee una de las lenguas romances, tal vez no sepa qué están hablando, pero sí de qué están hablando. Y esto lo experimenté en la universidad en Alemania, cuando tuve que recurrir a algún compañero para que me corrigiera la traducción de un texto en español al alemán, siempre entendían mi escrito con la ayuda del latín. De igual manera, cuando asistí a una consulta médica, nunca tuve dificultad alguna para entenderme con el médico, porque cuando yo no tenía la palabra en alemán, bastaba con decírsela en español y él la entendía por el origen latino de la palabra.

Cuando mis hijos empezaron en el gimnasio en Alemania, donde el latín es una de las lenguas extranjeras que enseñan desde el primer año hasta el octavo, nos vimos en la disyuntiva de si matricularlos en latín o en inglés, que de todos modos este lo tendrían que ver a partir del segundo año. Lingua latina mortua est decían los enemigos de su enseñanza. Cómo no iniciarlos en el inglés, que es el idioma universal (por lo menos el mal hablado, le oí decir no recuerdo a quién). Los amigos del latín, por el contrario, decimos que este vive no solo como el idioma hablado en el Vaticano por el anciano papa Benedicto XVI, uno que otro cardenal de la vieja ola y en algunos institutos de lenguas antiguas y clubes latinos de chat en Internet. Requiescat in pace, descanse en paz, se le dice al latín; sin embargo, lo que hoy no todos saben es que este no es un idioma tan muerto, como pueden serlo el sumerio y el acadio. Y como de los muertos no se habla mal; entonces, trataré de mostrar lo bueno y lo bello de esta lengua que es la madre de la nuestra y que aún vive, así sea agazapada, en muchos otros idiomas.

El latín vive en el ADN del italiano, español, francés, rumano y retorromano; además, el inglés, que es casi omnipresente en todo el mundo, tiene un gran porcentaje de palabras de origen latino, tantas que bien pudiera decirse que este es una lengua semirromance.  Y ni qué decir del alemán, en donde desde siglos atrás han empleado palabras latinas y hoy son muchas las palabras, usadas en un contexto moderno, que provienen del latín. Los trabajos originales de Copérnico, Kepler, Tycho Brahe y la obra científica, que es considerada por muchos, la más importante de la historia, Philosophiae naturalis principa mathematica, de Isaac Newton, fueron publicados en latín, y lo volvemos a encontrar en la escritura binomial, dos palabras en latín, empleada para la clasificación de las especies en las ciencias naturales, sin dejar de lado la abundante terminología presente en las ciencias médicas. Hasta principios del siglo pasado, en Alemania se escribía en latín el trabajo de grado para el Abitur (bachillerato); el ejemplo más famoso que puedo citar es el de Karl Marx que escribió en latín este trabajo.

Y quién fuera a pensar que en ciencias modernas como la informática también aparece el latín en términos tales como la palabra informática misma, que es un acrónimo llegado a través del francés, computador (computare), dato (dare), digital (digitus), enter (intrare), formatear (forma), globalizar (globus), menú (minuere), página (pangere), pegar (picare), programa (programma), red (rete), social (sociales), término (terminus), texto (textus), además de los abundantes prefijos. La frase proverbial Pro domo de Cicerón, que originalmente se refería a quien trabaja en su propia causa, tiene un uso generalizado, incluso en idiomas como el chino, japonés y urdu, y es casi inimaginable una causa que no utilice el prefijo Pro en sus lemas a favor o en contra, dígase Pro democracia, Pro dictadura, Pro aborto, Pro derechos animalistas, etcétera.

Finlandia es un caso que muestra el interés que aún despierta el idioma latino. Esta nación es uno de los países más discretos de la Unión Europea, ocupó su presidencia por primera vez en 1999 y repitió en el 2006. En la segunda ocasión, los fineses revelaron uno de sus intereses más simpáticos, la pasión por el latín, y publicaron una carta informativa semanal (Conspectus rerum latinus), en la página de internet de la presidencia de la Unión Europea, en la cual se podían leer en latín las actas de las reuniones y lo mantuvieron en el país como el segundo idioma extranjero oficial.

Pero no es esta la curiosidad más llamativa, Finlandia es la única parte del mundo en donde transmiten noticias en latín por la radio nacional y gozan de una audiencia de 75’000 radioyentes; “en el mundo tenemos más escuchas en latín que en finlandés”, afirma el profesor Tuomo Pekannen, encargado de las traducciones y agrega: “en el extranjero se conoce más el latín que el finlandés”. Y puede ser que como el boletín en latín tuvo muchas más suscripciones que la versión en francés, haya sido una sacada de clavo con el presidente francés Jacques Chirac, quien afirmó en una ocasión que la comida de Finlandia era la peor de la Unión Europea.

Un turista dice sorprendido que a tanto llega el entusiasmo de los finlandeses por el latín, que en el norte de Finlandia encontró en un hotel a un médico cantando canciones de Elvis Presley en latín ‘Non adamare non possum’ (o Can’t help falling in love). Y dice el cantante, el Dr. Jukka Ammondt, un académico cuyas pasiones, el canto y el latín, parecen ir de la mano, “la leyenda de Elvis Presley vive para siempre y es, por supuesto, muy importante cantar las canciones de Elvis en latín, porque este idioma es eterno”.

Podría preguntarse si acaso con todo esto los finlandeses no estarán haciendo tonterías; quizás, pero no se puede olvidar que desde hace muchos años Finlandia tiene uno de los sistemas educativos más sólidos del mundo y está entre los primeros puestos en las pruebas PISA, el Programa para Evaluación Internacional de Alumnos.

Finalmente, como en los discursos veintejulieros del siglo pasado, cuando el orador gritaba un viva a su partido, aquí solo queda por exclamar ¡Vivat lingua Latina!

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