El alcalde de Caicedonia Carlos A Orozco con los ganadores del Concurso Nacional de Intérpretes del Bolero, María Ximena Duque Arbeláez y Jaime Daniel Márquez Valencia

Por Judith Sarmiento Granada

“Si tú me dices ven, lo dejo todo… todo” subrayaba María Ximena Duque Arbeláez al finalizar su interpretación del famoso bolero Lodo de Alfredo Gil, en el reciente Concurso Nacional de Intérpretes del Bolero en Caicedonia (Valle). La concursante por la ciudad de Medellín resultó ganadora en esta décima séptima edición, y a fe que sí lo dejó todo en el escenario, creciéndose -como se dice en el argot artístico- en la última ronda eliminatoria.

Tuve la fortuna de que me invitaran como jurado y de abrir el espectáculo con Chelo & Poesía, el ensamble que hemos venido haciendo en 2022 con el Maestro Deiner Sergio Hurtado, esta vez interpretando boleros y poemas de amor, así que pude vivir la experiencia desde dos ángulos distintos, a cual más emocionante.

Han transcurrido ya quince días desde que terminó el evento y aún se escuchan los ecos de las voces de los 24 boleristas -la mayoría jóvenes- provenientes de distintas ciudades del país, que se dieron cita en la “Centinela del Valle” los días 4, 5 y 6 de noviembre pasados. De los varones el escogido por el jurado fue Jaime Daniel Márquez Valencia de la ciudad de Cali, quien se impuso por la afinación y potencia de su voz, así como por su seguridad ante el público.

Los jurados: Raquel Hernández, Antonio José Manrique, Judith Sarmiento y Felix Bernal

Pero los ecos no sólo se escuchan en Caicedonia; también en Armenia donde tuvimos la fortuna de presenciar dos shows adicionales de las dos estrellas cubanas que formaron parte del jurado calificador. Y cuando escribo estrellas no lo hago por repetir una palabra acostumbrada en el mundo de la canción. Lo hago porque Raquel Hernández y Félix Bernal lo son: estrellas rutilantes de la cuna del bolero.

Raquel ha perdido la cuenta de las veces que ha venido a Colombia y la considera su segunda patria. Así me lo expresó en las múltiples conversaciones que tuvimos durante los días del concurso y en la semana siguiente, pues me correspondió el honor de ser su anfitriona en Armenia. Y Félix, lo dijo en privado y lo repitió en público: “irme de esta tierra me va a doler porque es el sitio que más se parece a mí”. Por supuesto después de su natal Pinar del Río, provincia de la cual habló con viva emoción en el show central que ofreció en Caicedonia.

La Maestra Raquel Hernández (y sé que se va a enojar porque me refiera a ella con ese título) es considerada una personalidad de la cultura en Cuba. Cómo no llamar de esa manera a alguien que no solamente se formó en el Conservatorio Municipal de Música de La Habana y que en materia de canto tuvo maestros de la talla de Zoila Potts y Ramón Calzadilla, sino que además se ha paseado por el mundo llevando el arte de la canción con gran versatilidad, interpretando tanto los ritmos cubanos: boleros, habaneras, danzones, como los aires de otras latitudes: baladas, blues, bossa nova y hasta tango. Conocedora de la gran acogida que aquí tiene la música porteña, nos estremeció con Uno de  Enrique Santos Discépolo y Mariano Mores y  Nostalgias de Enrique Cadícamo y Juan Carlos Cobián.

Félix Bernal es un cantor que derrocha en el escenario toda la energía de su juventud y la fuerza de sus sentimientos, pero además se acompaña él mismo al piano, con gran maestría. Mi lugar de privilegio como compañera en el jurado y como anfitriona, me deparó un momento sublime: verlo y oírlo tocar el Claro de Luna de Beethoven en la visita privada que hicimos al Museo del Disco y la Música, por lo cual extiendo también a él el calificativo de Maestro.

Jurados y parte del Show Central: La pareja de boleristas cubanos Raquel Hernández y Felix Bernal

En todas las presentaciones que realizó, el público lo aclamó y le hizo repetir una y otra vez, canciones de dos de sus coterráneos: Polo Montañez -Un montón de estrellas-  y Guillermo Portabales,  -El Carretero-, temas que interpreta con el alma, como buen guajiro, expresión que en arahuaco antillano significaba "señor", "hombre poderoso", y actualmente en Cuba es sinónimo de campesino. ¡Y qué poderoso campesino es este Félix Bernal!

Nótese que he mencionado a los autores y compositores, porque si algún lunar pude notar en el concurso, es ese de atribuir las canciones a sus intérpretes y no a quienes hicieron letras y músicas que aún se cantan, muchas de ellas escritas y compuestas  hace 140 años que va a cumplir el género del bolero, según los historiadores. Y es que el evento de Caicedonia abre espacio también al aporte académico que en anteriores ediciones hizo, entre otros, el médico Antonio José Manrique Zuluaga, melómano fundador del Museo del Disco y gran conocedor del género, como lo demuestra domingo a domingo en el programa “El bolero y la música del amor”, que dirige en la emisora de la Universidad del Quindío. Además “se echa al hombro el concurso” como lo expresó en el cierre del evento, el alcalde de Caicedonia Carlos Alberto Orozco, al manifestarle su gratitud al médico del bolero.

Este año la conferencia estuvo a cargo de Edwin David Betancourth, docente de música de la Universidad del Valle, quien presentó al auditorio los primeros boleros que se conocen e hizo un análisis de su estructura musical y de cómo sus acordes se entrelazan con la letra, bien sea en modo mayor o en modo menor, para subrayar o exaltar su mensaje de amor o desamor, de felicidad o tristeza, de dicha o desolación.

Valga la ocasión para recomendarle a los cantantes, asistir a estas conferencias para que aumenten su conocimiento sobre el bolero, sus orígenes, su evolución, sus mezclas con otros géneros, y enriquecer así su interpretación. Porque es ahí donde radica, en últimas, la magia de ser un buen cantante de boleros; no se trata de aprenderlo bien y hacer gran derroche de voz. Al bolero hay que sentirlo con el corazón pero también con las entrañas, para que de ellas salga a conmover a quienes lo seguimos escuchando más de un siglo después de su aparición.