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Cultura  |  08 mayo de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Los valores de madre y esposa en los escritos de un cuaderno escolar

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Por: Roberto Restrepo Ramírez.

La de mi padre en Filandia era una familia numerosa, propio del abolengo heredado de esas parentelas antioqueñas de principios del siglo XX. El abuelo Luis María Restrepo y su esposa Mercedes Ramírez - siguiendo la tradición de crianza de muchos descendientes - trajeron a este mundo 14 hijos, seis mujeres y ocho hombres, Una de las mayores era Lola, mientras mi padre Carlos era de los menores, ocupando el antepenúltimo lugar. De manos de los hijos de la tía Lola recibí hace algunos años un legado maravilloso, sus cuadernos escolares, testimonio del paso de la aventajada estudiante por el Liceo de Señoritas a finales de la década de los treinta. La hermosa jovencita había llegado a la capital de Caldas, desde el frío municipio de Filandia, gracias a la tutoría de su hermano mayor, Roberto, quien ya era un médico prestigioso, formado en París, pero decidido a cumplir su misión en Manizales, donde mostraba los avances de la medicina de la época, en cuanto al tratamiento y curación del cáncer.

La información histórica obtenida referente a la enseñanza de aquellos tiempos en Manizales, nos muestra claramente "una mentalidad incesantemente religiosa", además rebosante de contenidos centrados en la moral y el carácter, por eso, en el capítulo titulado "INSTRUIR,ADIESTRAR O EDUCAR", que encontré en una publicación del periódico La Patria con motivo del centenario del departamento de Caldas, año 2005, uno de sus párrafos refleja el propósito educativo de entonces: 

"...Mediante ella (la educación) se aspiraba a despertar en el espíritu de cada uno el principio de vida que la sustenta: educar, no solamente instruir y formar hábitos dignos, antes que enseñar nociones teóricas..."

No era fácil en aquella época, para la mujer, acceder a la educación secundaria, en realidad el logro alcanzado por Lola era uno de los pocos de entonces. Heredamos sus escritos en bella caligrafía, que reflejan esas realidades, se denotan el estilo de educación imperante y la singularidad de un plan curricular - el mismo para todas las instituciones - que dejaba ver la tendencia de un rigor moralista. De sus dictados, inmaculadamente redactados, he querido transcribir dos con motivo de esta fecha especial del Día de las Madres en el país.

El primero es un bello poema.

En la primera página del cuaderno donde se encuentra el encabezado corresponde a la clase de Redacción y la fecha de su curso es el año 1929. El poema es muy confesional, de tres estrofas solamente. Su título, "EL ROSARIO DE MI MADRE":

"De la pobreza de tu herencia triste
Sólo he querido oh madre tu rosario.
Tus cuentas me parecen el calvario
Que en tu vida de penas recorriste.

Donde los dedos al rezar pusiste,
Como quien reza a Dios ante el sagrario,
En mis horas de errante solitario
Voy poniendo los besos que me diste.

Sus cristales prismáticos y oscuros
Collar de cuentas y de besos puros,
Me ponen al dormir círculo bello
Y de mi humilde lecho entre el abrigo
Me parece que tú rezas conmigo
Con tus brazos ceñidos a mi cuello.

Más llamativo es el conjunto de escritos (¿tal vez dictados?) que se aprecian en el cuaderno de una de las cátedras más sobresalientes de entonces, la clase de Pedagogía Doméstica. Además del claro direccionamiento hacia la formación de "esposas virtuosas", el espíritu de aquellos fragmentos es de tipo moralista, algunos apartes lo confirman en la tesis que lleva por título "LA MADRE":

"La mujer es la modeladora del niño, como madre le corresponde hacer un hombre de esa florecilla.....
...El niño anuncia al hombre, así como la alborada anuncia al día, el niño se ve impulsado a imitar todo lo que ve; todo lo que sirve de modelo, copia de maderas, los gestos, el lenguaje, los hábitos, el carácter. Si deseamos obtener bellos caracteres, tenemos que poner a su vista bellos modelos, el modelo que se encuentra con más persistencia al alcance del niño es la madre".

Pero, en otro escrito, el que lleva por título "LA ESPOSA", el extremo de aquel direccionamiento llega a su máxima expresión con su tesis final:

"...La mujer debe procurar parecer siempre hermosa y vivir modesta pero graciosamente vestida, para que el hombre la considere como el más bello adorno de su casa...
....La mujer debe ser siempre simpática, afectuosa y solícita......

En esa época las mujeres de nuestras familias crecieron, se desposaron y continuaron en esa labor, que solo en los días actuales podemos ponderar, ello, desde la misión de madres, la que todavía nos guía.

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