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Cultura  |  23 abril de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

EL DÍA MUNDIAL DEL LIBRO

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Josué Carrillo

Si bien la escritura, origen de los libros, nació en Uruk, Mesopotamia, unos 5.000 años atrás, los primeros hallazgos de lo que se puede llamar libro fueron encontrados en Egipto y datan de 2.400 años a. C. Aunque eran de forma muy diferente al libro actual, pues se trata de hojas individuales, obtenidas a partir de la médula del papiro, que se pegaban una a una de manera que alcanzaban longitudes hasta de 16 m, por lo cual había necesidad de enrollarlas. Los rollos de papiro, de muy difícil manejo por su extensión y por lo susceptibles a la humedad y la temperatura, cedieron el paso a los rollos de pergamino; este gran avance se logró en el siglo II a. C., cuando se empezó a escribir sobre pieles de animales, que después de calcinadas, limpias y estiradas, ofrecían una superficie pulida y resistente, apta para marcar en ellas los trazos de la escritura. De su durabilidad hablan los siglos de uso, pues hasta en el siglo XIV d. C. fue el pergamino el material preferido para escribir.

Mucho más prácticas que el papiro y el pergamino fueron las tabillas de cera que utilizaron los griegos y los romanos, las cuales estaban formadas por bloques pequeños de madera cubiertos con cera y sobre ellos se escribía con un punzón de madera o algo que dejara huella sobre la cera. Lo innovador de este sistema era la forma de unirlas en un extremo mediante cuerdas metálicas o de hilo.

De las tablillas, precursoras de los libros encuadernados, se llega a uno de los avances más significativas en la historia del libro: los códices. Llamados así por los romanos, estaban formados por hojas de papiro o pergamino, escritas por ambos lados y unidas entre sí, a la manera de un libro actual, y tenían una tapa de madera. Lo más innovador de los códices radica en su forma y su tamaño, porque permiten pasar las páginas, además de la numeración de las páginas y el índice que facilitan la lectura y la consulta.

Entre los siglos V y VII aparecieron los libros ilustrados, los cuales constituían verdaderas obras de arte, no solo por su fina caligrafía, con adornos hechos a mano en plata y oro por monjes en abadías y conventos, sino también por las bellas ilustraciones que engalanaban los textos.   

A pesar de que en 105 d. C. en la China, Cai Lun había inventado el papel, no fue hasta muchos siglos después que se imprimió el primer libro en papel. Y este fue otro avance importante del libro, porque gracias a las impresiones en papel pudieron ver la luz y llegar hasta hoy las obras de las culturas antepasadas. Sin embargo, aunque la impresión empieza en el siglo VI d. C. en la China, y el primer libro impreso, el Sutra del Diamante, que data del año 868 d. C., la auténtica revolución se viene a dar con la perfección lograda por Johannes Gutenberg de los tipos móviles inventados siglos antes por los chinos Bi Sheng y Wang Zhen. El primer libro impreso en la máquina ideada por el orfebre alemán apareció el 23 de febrero de 1455, la denominada Biblia de Gutenberg.

Después de la revolución creada por Gutenberg ha habido otras de menor trascendencia, tal como la invención en 1501, de libros con formato de bolsillo, debida al italiano Aldo Pío Manuzio; en ellos introdujo la letra bastardilla y las letras más compactas, con lo cual se lograron libros de volumen más reducido.

Ya se tiene inventado y perfeccionado uno de los instrumentos más poderosos que la humanidad haya creado, ahora falta que en este mundo donde abundan los días dedicados a cualquier tipo de motivos, hubiera uno dedicado al libro. Fue así como al escritor valenciano Vicente Clavel se le ocurrió promover la idea de dedicar un día al libro y la llevó a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona en el año 1923; dos años después presentó la misma propuesta en Cataluña y en Madrid.

El 6 de febrero de 1926 el rey Alfonso XIII firmó el real decreto por el cual se establece que todos los 7 de octubre (día que creía era el natalicio de don Miguel de Cervantes Saavedra) se celebraría una fiesta dedicada al libro español. Los primeros cinco años se celebró la fiesta en esa fecha, pero poco después empezaron a surgir críticas al día elegido, entre otras porque no se sabía con certeza el día de nacimiento del padre del Quijote y porque era preferible celebrar una fiesta en primavera y no en otoño. Finalmente, en 1930 se acordó trasladar la Fiesta del Libro al 23 de abril, desde ese año se festeja ese día con ferias de libros en la que se publican novedades, autores invitados firman sus nuevas obras y en España se entrega el Premio Cervantes.

En el año 1995, el gobierno español presentó a la UNESCO la propuesta de establecer el 23 de abril como el Día del Libro a nivel mundial y desde 1996 se empieza a celebrar el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Valga recordar que ese día se conmemora la muerte de Miguel de Cervantes (aunque, en realidad él murió el 22, pero fue enterrado el 23), de William Shakespeare y del Inca Garcilaso de la Vega, tres pesos pesados de la literatura universal. También se celebra el natalicio de otros escritores como Manuel Mejía Vallejo, Vladimir Nabokov, Maurice Druon. A partir de esa fecha se ha generalizado cada vez más dicha celebración, aunque no en todos los países se celebra el mismo día, en el Reino Unido y en irlanda se celebra el Día Mundial del Libro el primer jueves de marzo.

Uno de los objetivos más importantes de esta celebración es tratar de vincular cada vez a un mayor número de personas, especialmente a las nuevas generaciones, a la lectura y la escritura; con este fin la UNESCO ha creado otros eventos relacionados con el mundo de las letras, como son la nominación anual de la Capital Mundial del Libro, el Premio UNESCO de Literatura Infantil y Juvenil en pro de la Tolerancia.

En Colombia se celebra este día en la fecha indicada (hoy); hay que destacar las iniciativas privadas y oficiales por hacer la Feria del Libro en casi todos pueblos y ciudades y por crear bibliotecas. Puede ser que al final de cuentas los lectores no sean tantos como se desearía, pero hay que reconocer el esfuerzo y persistir en él.

 

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