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Cultura  |  23 marzo de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Los sesenta, una década maravillosa

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Josué Carrillo

Según otra manera de ver el almanaque, bien pudiera afirmarse que la década de los sesenta comenzó el 2 de octubre de 1957 cuando la URSS lanzó al espacio su primer satélite, el Sputnik I, y terminó el 20 de julio de 1969, con el aterrizaje del hombre en la luna. En este lapso el mundo presenció una competencia por el predominio en la carrera espacial. Pero además de esta carrera, también hubo muchos otros acontecimientos que fueron verdaderas revoluciones y se conocieron otros tantos precursores en casi todos los campos de la actividad humana.

Además de los asombrosos adelantos en el campo de la aeronáutica y en todas las ciencias y técnicas complementarias, hubo uno que, por sus consecuencias merece todo un capítulo, ese es la píldora anticonceptiva. Con la llegada, en mayo de 1963, de esta diminuta pastilla, las mujeres pudieron respirar profundo y al contrario de la Virgen, que concibió sin pecar, ahora podían pecar sin concebir. Consecuencia de la píldora anticonceptiva fue la revolución sexual, que reivindicó plenamente el cuerpo humano, su desnudez y la sexualidad como parte integral de la naturaleza humana. La revolución sexual le dio un revolcón a la sociedad, pues se cuestionó del papel tradicional de la mujer, del hombre y del matrimonio. Así, en el mundo entero empezaron a disminuir las tasas de natalidad y el número de matrimonios y empezó el aumento de las separaciones. También, como consecuencia de la revolución sexual, volvió en 1963 una nueva ola de feminismo, más de un siglo después de que se diera la primera.

La de los sesenta fue una década de revoluciones que empezó con la Revolución Cubana que, liderada por Fidel Castro, el Che Guevara y otros milicianos de pelo y barba largos, iba a constituirse en la piedra en el zapato del gran imperio e iba a inspirar otros movimientos revolucionarios en el mundo. En 1960, el Congo, con la dirección de Patricio Lumumba se sacudía el yugo de 85 años de colonialismo belga. En Argelia, con Ahmed Ben Bella a la cabeza, culmina en 1962 la lucha por espantar a los franceses de su territorio, que mantuvieron el dominio colonial desde 1830.

En los Juegos Olímpicos de Roma, 1960, Cassius Clay, el boxeador negro, campeón olímpico de los pesos pesados, dijo ser “el más bello”. Con esta declaración le levantó la autoestima a toda una raza, que ha sido ninguneada durante siglos. Este joven negro en un gesto de dignidad dejó de llamarse Cassius Clay, “por ser un nombre de esclavo” y lo cambió por el de Muhammad Ali.

Quienes vivimos los años sesenta fuimos testigos de un evento, pocas veces visto en una institución milenaria como la Iglesia Católica; el Papa Juan XXIII, un anciano que se ganó la admiración y el cariño de todo el mundo, convocó el Concilio Vaticano II que generó un cambio renovador en el seno de la iglesia. Este fue todo un acontecimiento en la historia del catolicismo pues no fue convocado, como los anteriores concilios, para atacar y condenar herejías, sino para reconciliar a la iglesia con el mundo moderno; una revolución en el campo religioso, cuyos efectos aún perduran. Este papa mostró facetas muy humanas, como el humor, poco sospechadas en un personaje con esa investidura, en una oportunidad un periodista le preguntó que cuánta gente trabajaba en el Vaticano, él le contestó impávido: “más o menos la mitad”.

En la música popular, la revolución vino con el rock. El bolero empezó en esta década a ser desplazado por la balada y otros géneros; entre los jóvenes era notable la preferencia por el rock and roll. En Liverpool, Inglaterra, un grupo de muchachos amigos formó una banda orientada al rock y en agosto de 1960 se decidió por el nombre The Beatles con el que se iniciaba una leyenda. Esta banda estuvo integrada, desde 1962 hasta su disolución en 1970, por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr, y fue el conjunto de rock más exitoso y el más alabado por la crítica en la historia de la música popular.

En Colombia, en el terreno musical el hecho más destacado fue la Nueva Ola, una promoción de cantantes jóvenes que marcó el comienzo del fin del bolero en la cartelera musical. Entre sus más notables representantes están César Costa, que cantaba en español los éxitos del canadiense Paul Anka, Enrique Guzmán, Antonio Prieto, Lalo Fransen, el intérprete de la hermosa melodía El pañuelo manchado de rouge, que llegó a ser la canción simbólica de la Nueva Ola. Años después surgió otra ola de menor altura con Claudia de Colombia, los hits de Harold, Oscar Golden y su Boca de chicle, cuyo autor de música y letra fue Pablus Gallinazo.

Los sesenta fue la década de las protestas y los movimientos que demandaban algo que en su momento eran sueños irrealizables, fue así como el mundo fue testigo de las muchas protestas en Checoslovaquia que, en plena guerra fría, reclamaban la liberación y que se conocieron como la Primavera de Praga. En mayo del 68 se alborotaron los estudiantes en el barrio Latino en París, el movimiento estudiantil más famoso de todos los que en el mundo han sido; al grito de “seamos realistas, pidamos lo imposible” pusieron a tambalear el gobierno francés. Las grandes manifestaciones en las calles le infligieron la derrota moral a los Estados Unidos, antes de su derrota militar en las selvas y pantanos del Vietnam. Y en octubre del 68 en México un mitin de estudiantes fue aplastado y masacrado por las tropas del gobierno en la conocida ‘masacre de Tlatelolco’.

En esta década agitada y romántica el mundo vio caer asesinados a grandes personajes: en Dallas murió uno de los presidentes más carismáticos de Estados Unidos, John F. Kennedy; años más tarde le seguiría su hermano Robert F. que cayó en Los Angeles. En Nueva York fue asesinado Malcolm X, como antes lo fueron su padre y tres tíos paternos, un defensor de los derechos de los afro-estadounidenses. En Memphis, Tennessee, murió, víctima de la violencia racista, Martin Luther King, el hombre del “yo tengo un sueño”, el discurso que expandió por todos los Estados Unidos la conciencia sobre el movimiento de los derechos civiles. En La Higuera, un pueblecito boliviano, murió asesinado el Che Guevara. Patéticas son sus palabras a quien lo iba a matar: “póngase sereno y apunte bien, va a matar a un hombre”. Y como no podía faltar un colombiano en esta lista trágica, traemos aquí al cura Camilo Torres Restrepo, un pionero de la Teología de la Liberación.

La literatura vivió en los sesenta una década de luces. Colombia tuvo un honorable ‘Cartel de Medellín’ encabezado por Gonzaloarango, secundado por Jaime Jaramillo, Amílcar Osorio, Eduardo Escobar y otros; en Cali hubo un ídem de menor tamaño, cuyas cabezas visibles eran Jotamario Arbeláez, Elmo Valencia y Fanny Buitrago. Ambos carteles constituyeron una corriente vanguardista denominada nadaísmo que, con su poesía, sus declaraciones y sus costumbres se fueron contra el ambiente cultural cerrado establecido por la iglesia y la tradición colombianas. Ganaron premios de poesía, de cuento y de novela, y con sus escándalos y desplantes irreverentes captaron la atención del público colombiano durante la primera mitad de la década. Al nadaísmo le llegó el ocaso con la desaparición de Gonzaloarango y de otros de sus integrantes. La irrupción de unos verdaderos pesos pesados de las letras mandó a este movimiento al olvido; sin embargo, es importante destacar su legado a la literatura colombiana.

En la segunda mitad de la década el país conoció y leyó el realismo mágico en Cien años de soledad, creado por García Márquez, la vedette de las letras latinoamericanas. A él lo siguió el fenómeno literario, cultural y editorial conocido como el boom latinoamericano, cuando las obras de un grupo de escritores latinoamericanos jóvenes fueron ampliamente distribuidas en todo el mundo, especialmente en Europa. Cuando se habla del boom se piensa en Gabriel García Márquez, seguido por el argentino Julio Cortázar, el mejicano Carlos Fuentes y el peruano Vargas Llosa. Aunque también se incluye a Juan Rulfo, Jorge Luis Borges y Juan Carlos Onetti, quienes habían iniciado una renovación de la escritura latinoamericana en la primera mitad del siglo XX. Hubo dos eventos claves del boom en el año 1967, a saber, la edición de Cien años de soledad y su inmediato éxito mundial y el premio Nobel de literatura otorgado al guatemalteco Miguel Ángel Asturias.

La llegada del hombre a la luna le quitó ese halo poético, esa aureola que inspiró a enamorados y poetas, y todo el mundo vio en la televisión que la superficie lunar era un arenal extenso, salpicado por enormes bloques de roca y cráteres formados por el impacto de meteoritos. Este acontecimiento fue el broche con el que se cerró una década fascinante, por la cantidad de inventos, descubrimientos y adelantos científicos; violenta por la cantidad de guerras, guerritas y revoluciones, y musical, por la llegada de grupos que enloquecieron a la juventud, como lo fueron los Beatles y los Rolling Stone.

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