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Cultura  |  18 marzo de 2022  |  12:01 AM |  Escrito por: Administrador web

Crónica: Ante el silencio

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Escrita por Carlos Fernando Gutiérrez, director del taller de escritura creativa Café y Letras, docente, poeta y escritor.

Es una paradoja, una tumba es un simulacro de presencia, pero señala ausencia de una persona. Un símbolo de una morada, pero marca que esa persona ya no está. ¿Qué se puede pensar frente a la tumba de un poeta? ¿Qué pensar frente a una placa sencilla? ¿De un nombre que para muchos visitantes de este cementerio no dice nada? Quizás los poetas tienen la extraña virtud de no morir en las tumbas. Siguen viviendo una vida libresca. Alguien sentenció que “en las bibliotecas y los cementerios, todos podemos elegir nuestros muertos”

Ante el silencio, así quería llamar esta suma de letras que me inspiran al encontrar la tumba del poeta Noel Estrada Roldán, en el Cementerio libre de Circasia, Quindío. Visitaba este sitio para tomar unas fotos de la tarde quindiana. Al recorrerlo me encuentro, de casualidad, con una de las voces mayores de la poesía de nuestra región.

me extrañó encontrar la tumba del escritor en este lugar. Don Braulio Botero fundó este cementerio en el año 1932 para dar sepultura a los ciudadanos librepensadores, más allá de ideologías políticas y religiosas. Don Noel sólo creyó en el espíritu libre de la poesía. Más allá de la percepción que se tiene de estos lugares, este parque-cementerio tiene una lacónica arquitectura republicana y parece un sitio donde descansa el silencio. El inmenso paisaje andino del Quindío lo rodea.

Hay una bella sentencia latina: Siste Viator. En la antigua Roma era común encontrarla en los caminos para que los peregrinos se detuvieran, frente a las tumbas de los muertos y homenajearan su memoria. Este es mi tributo para un hombre y una poesía que fueron uno en vida. Quizás es la excusa para volver a ciertas esencias literarias que el frenesí actual y las ligerezas estéticas contemporáneas han abandonado.

Conocí a este poeta, siendo yo adolescente. Aventuraba mis primeros versos. Por esa época iba con mi amigo Carlos Castrillón y nos encontramos a Noel Estrada, en el centro de Armenia. Lo invitamos a tomar tinto en el Café Bengala. Eran los finales de los años 80,s. Lo que recuerdo fue una diatriba en contra del versolibrismo, de la insustancial poesía coloquial de la época. Solo callé ante la elocuencia y la severa dignidad del poeta por su defensa del verso clásico. Solo sé, muchas décadas después, que la verdadera literatura es invariable, ya que ella guarda los grandes temas y preocupaciones humanas. Cambia en su forma, en las palabras elegidas, en los modismos de época. Pero la hondura del poema escapa a quienes están de paso por las letras. Traigo estos versos a propósito de nuestro poeta:

Consejos a un mal poeta:

Tu intento de escribir buena poesía,
Por torpe y pertinaz falla en la brega.
La musa a tu requiebro nunca entrega
La forma estructural de la armonía.

Esta tarde frente al silencio, en la quietud de estas montañas. En medio de estos huéspedes ausentes, veo una escueta placa de metal: Noel Estrada Roldán FEB 26-1927 JUN 10-2007. Estar aquí es sentir una reverencia única, un ritual personal. Un recogimiento interior al saber que este hombre vivió a ultranza la agonía y el dolor del mundo en su poesía. Que la palabra iluminó sus pasos y le permitió afrontar con una dignidad única, muchas veces, su precaria subsistencia material.

La mayoría de quienes lo rodean callarán para siempre. El poeta seguirá conversando con la eternidad, en la voz de sus lectores, de quienes abrirán sus páginas y versos. Estar frente a esta tumba es albergar una esperanza no racional que el poeta vivirá. Que escuchará este silencio de palabras, esta voz callada que lo acompaña por un instante, pero que no quiere su olvido.

sobre un poeta o un artista es pretender afirmar su voz en la eternidad de los días. Chateaubriand decía que “la muerte al tocarnos, no nos destruye, solo no hace invisibles” La vida y la obra de este autor estarán para nosotros, así el mundo no le haya devuelto su mejor fortuna. La eternidad de sus páginas será el más grande homenaje. Los poetas no mueren en las tumbas, sino en el silencio de sus lectores. Nos quedan sus palabras como un cuerpo de voces e imágenes que nos seguirán acompañando desde el silencio.

Nuestro poeta nació en Aguadas Caldas en el año de 1927. Vivió desde los siete años en Calarcá, Quindío, allí cursó los estudios básicos. A partir de allí se empieza a construir el mito del hombre que vivió a ultranza el alma de la poesía más purista y clásica. Que “realizó investigaciones en el Archivo de Indias de Sevilla España” Que “inició estudios de filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid” Que “ viajó por Italia, Francia y demás itinerarios de la literatura clásica europea” Que “se trabó en un duelo de lenguaje con León de Greiff y lo derrotó” Que “recibió de manos de Rafael Morales —uno de los mejores poetas en español—, en el Ateneo de Madrid, 20.000 pesetas, como segundo premio que obtuvo en el concurso que convocó el Instituto Boscán y en el que participaron 400 bardos de Latinoamérica”. Que fue “elegido como el mejor sonetista en lengua castellana o de Hispanoamérica” Mitos o verdades que el poeta, con ironía, ayudó a alimentar. Pero que van más allá del hombre que sólo fue fiel a sí mismo y al legado clásico del poema. Carlos Castrillón define muy bien su poesía: “Su rígida arquitectura alejan sus poemas del gusto actual, pero qué le va a importar a Noel Estrada el gusto actual. Al fin y al cabo, sus sonetos pertenecen a una estética que nos supera y que no nos es del todo clara”

Nada le dejo al mundo. Mi legado

Consiste en esa estólida creencia

De que la gloria le confiere anuencia

Al tránsito vital ya consumado.

Si el hombre es sólo barro modelado

Por designio de Dios en su sapiencia,

- ¿por qué tuvo la lúdica inclemencia

¿De hallarse en su creatura transformado?

Del poeta se publicaron cinco libros con la forma clásica del soneto: Persuasión de la espuma (2014), Clamor de España (1959), Sonetos de Anteo (1968), Romanzas de mocedad (1993), Sonetos y acuarelas (1996) y Un camino sin meta (1999). Los profesores Diego Alberto Pineda y Carlos Castrillón publicaron su obra póstuma: Noel Estrada Roldán, poesía completa (2014).

Alguna vez visité al poeta en una casa con ambiente semicampesino, dentro del municipio de Circasia. Rodeada de algunos árboles, veraneras en su antejardín y la estridencia de sus canarios, loras y una guacamaya. Un mono jugueteaba entre una vitrina llena de papeles, discos y objetos dispersos. Las mascotas caseras se unían a esta algarabía. Las penurias económicas y el olvido estatal hacia el poeta eran evidentes. Allí éramos recibidos por la hospitalidad y la calidez de doña Martha, su compañera y fiel centinela de la deteriorada salud de nuestro poeta. Muchos conocimos la valiosa biblioteca, que, poco a poco, iba disminuyendo para solventar la precaria existencia de la pareja. En una pared aún colgaban algunos cuadros que representaban ciertas glorias de nuestro poeta: fotos, personajes ilustres que lo acompañaron en sus lecturas capitalinas, homenajes y reconocimientos. Glorias y luchas perdidas que no lograron apaciguar su voluntad y su genio por el verso más trascendente y purista de la generación del Siglo de oro español. Aludiendo al legado clásico: sólo el cronos, el tiempo físico, logró derrotar su precaria y deteriorada salud, pero El Kairos, el tiempo eterno, vivirá en una obra que buscó la palabra y la imagen precisa para ser inmortal. Quizá el frenesí de las letras actuales por temas más inmediatos y acordes con la liviandad de nuevas estéticas, hicieron que estas voces fueran silenciadas y cayeran en el olvido y en la desmemoria de los poetas más jóvenes. Pero estas voces serán los faros de las esencias literarias. A ellas regresaremos porque allí están representados los símbolos, temas y pensamientos de la existencia humana, las raíces del verso profundo, legado de Petrarca y Dante.

El profesor Diego Pineda es quien ha rescatado la verdadera identidad literaria de Noel Estrada. Tomo este comentario de un juicioso estudio que este docente e investigador de la literatura quindiana ha realizado: “hablar del poeta colombiano Noel Estrada Roldán, es abordar a uno de los escritores peculiares del siglo XX, pues su propuesta literaria dista por su estilo del contexto de la literatura colombiana, la cual se parcelaba en diferentes movimientos como resonancia de la vanguardia europea. Estrada Roldán fue un poeta de un legado que permite establecer un vínculo de los ecos históricos literarios, cuyas raíces se encuentran en la propuesta de los cultores del soneto clásico español: Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora y Francisco de Quevedo. Así entonces, el poeta se apropia de esta propuesta estética para dar lectura de un mundo que padece desde un sentido trágico, no como el poeta que se lamenta con afectación sentimental, pues en él se da una consubstanciación en donde se conjugan inherentes el ser agónico y la palabra poética, que devienen en múltiples imágenes”

La casa de la poesía tiene muchas puertas. Este poeta eligió las herencias más altas del poema clásico. El purismo en los versos y estrofas, las imágenes más sentidas de la existencia y la agonía del ser en el mundo que padeció, sin lamentar su condición.

Frente a la bóveda 161 sólo siento la soledad de la tarde. El trazo de las garzas que pasan a los guaduales cercanos. La silueta de los muros que detienen la callada voz de los presentes. Ante el silencio, ante un nombre inscrito en una lápida, que podría ser un hombre cualquiera. Pero es un poeta que sigue dialogando en sus versos e imágenes. Un bardo que aún escucho defender a ultranza la “premisa axiológica de que la verdadera poesía, la auténtica poesía, llega a través de la ética existencial a la estética axiológica”

Ante el silencio de la tarde. Ante la tumba de una poeta. Ante un universo de poemas que aún nos espera para continuar conversando con una de las voces más altas de nuestra poesía. Termino con estas estrofas de nuestro poeta:

¿Cómo pudo llegar a esta morada
la lírica raigambre de tu vida
y hallarse entre la tierra diluida
la inmensa plenitud de tu mirada?
¿Por qué tuvo que ser aquí segada
la mies de tu garganta estremecida
si toda la vendimia fue nutrida…
bajo tu eterna voz arrebatada?

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