Josué Carrillo

Narra el evangelio de san Mateo que el rey Herodes, el Grande, al sentirse burlado por los magos, que quedaron de contarle dónde exactamente había nacido el rey de judíos, para ir él también a adorarle, montó en cólera y mandó a matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén. Dicho sea de paso, no debieron ser muchos, pues Belén era en ese entonces un pueblo pequeño; de todos modos, no dejó de ser una masacre. La Iglesia conmemora ese episodio el 28 de diciembre, en el llamado día de los santos Inocentes; aunque esta fecha, como todas las de la navidad, no indica necesariamente que el acontecimiento que se conmemora haya ocurrido ese día.

Sobre la evidencia histórica de este episodio hay argumentos encontrados de estudiosos e historiadores que consideran que el suceso sí ocurrió, pero su argumentación no es concluyente; de igual manera están los que lo niegan o no lo mencionan, como es el caso de todos los historiadores de esa época, entre ellos el más célebre, Flavio Josefo. Punto a favor de los que creen cierta la matanza: Herodes era un rey cruel, celoso del poder, a quien no le tembló el pulso para asesinar a quien considerara un posible rival. Punto a favor de quienes niegan el hecho: el historiador judío Flavio Josefo, especialista en sacarle los trapos sucios a Herodes, no menciona el hecho, lo cual hace suponer que si él no lo cita es porque no ocurrió. Lo cierto es que no hay documentos que sustenten o nieguen la autenticidad del acontecimiento, el cual pudo haber ocurrido o no, pero eso no es impedimento para que se siga conmemorando la matanza de los niños inocentes de la manera que a todos nos es familiar, aunque ya un poco pasada de moda: con las consabidas inocentadas.

La inocentada es una costumbre venida de España que con seguridad que tiene raíces en alguna tradición del medioevo y que se extendió por toda Latinoamérica; consiste en la licencia que se tiene solo ese día para hacer cualquier clase de bromas, dar noticias falsas, tergiversar verdades, y al final todo se soluciona con la advertencia entre risas de “pásela por inocente”. Es posible que al tenerse la palabra inocente como sinónimo de ingenuo o tonto, se haya pasado de recordar la historia de los niños inocentes a hacerles chacota a los amigos. Aunque hay países, como El Salvador, en donde el asunto no es para bromas, pues este día reviste toda la solemnidad de una importante efeméride religiosa; valga recordar que el entonces arzobispo de San Salvador, monseñor Oscar Arnulfo Romero, en su homilía del día de los inocentes, el 28 de diciembre de 1977, hizo una célebre exposición de la teología del martirio de los niños inocentes.

El día de inocentes que se celebra en diciembre se suele homologar con el día de los chistes y tomaduras de pelo que se lleva a cabo el primero de abril en muchos países de Europa y en los Estados Unidos. Aunque hoy son pocos los que hacen las bromas del primero de abril, hay que ser cuidadosos porque no ha de faltar quien esté al acecho en la calle, en la oficina, en la televisión en plan de hacer chanzas y chistes, para terminarlas con el consabido abril, abril, equiparable a nuestro ‘pásela por inocente’.

Hay dos explicaciones sobre el origen del día de la broma, una de ellas proviene de Alemania y la otra de Francia. Según los alemanes, esta costumbre se inició en el año de 1530, en la ciudad de Augsburgo, cuando el ayuntamiento ordenó la estandarización de la moneda, que no era otra cosa que hacer que las monedas fueran iguales; muchos especuladores -que también los había en esos tiempos- vieron allí la oportunidad de hacer su agosto, pero resulta que el tal ‘día de la moneda´ resultó ser un fracaso y se produjo un primero de abril; por esta razón, quienes invirtieron perdieron su dinero y no solo eso, sino que también se vieron sometidos a la burla de todos que con sorna les decían: abril, abril.

La otra explicación, que es bastante aceptada, nos viene de Francia del año 1564, según la cual el rey Carlos IX inició una reforma del calendario, él decidió pasar del calendario juliano al gregoriano y trasladar el cambio de año, que se festejaba en la noche del 1 de abril, al 1 de enero. Mediante el Edicto de Roussillon, el rey dispuso que la reforma debía entrar en vigencia en todo el reino, pero esos eran otros tiempos y ni las noticias ni los chismes se propagaban tal como sucede ahora. Por esa razón el cambio no se dio en todas partes por igual y muchas personas involuntariamente se mantuvieron fieles al antiguo calendario, siguieron celebrando la llegada del nuevo año el primero de abril y sin quererlo se convirtieron en motivo de burla para los demás.

Sin embargo, no se trata de afirmar que una u otra explicación tiene que ser cierta, quizás los sean ambas; lo que sí es cierto es que ambas contribuyeron a extender en amplias regiones de Europa esta tradición, de la cual se tienen pruebas fehacientes de su existencia en el siglo XVII.

Una broma abrileña muy común en Francia y en Italia era la de pegarle un papel en la espalda del fulano víctima de la chanza; el papelito tenía un aviso que le causaba risa al que lo leía. En Suiza y en Bélgica se pasó del letrero a un papelito en forma de pez, de ahí nació el ‘pez de abril’ que tiene una connotación similar a la del ‘abril, abril’, que es -o era- mucho más frecuente en Alemania.

Las bromas del día de los inocentes y del primero de abril no existen en las culturas no cristianas, como el judaísmo y el islam; tampoco en los países asiáticos, excepto Japón, donde se festeja el ‘April fool´s day’ (vaya usted a saber cómo se dice en japonés y cuáles son las burlas y las chacotas entre ellos). Esta celebración del día de los inocentes con bromas y chanzas, igual que el día de las bromas, el primero de abril, han venido en franco retroceso en las últimas décadas en todas partes, tanto que hoy pocos entienden de qué se trata ese festejo que en pasadas fue tan común.