Por Manuel Tiberio Bermúdez

Alguna vez, un periódico dio cuenta de que un criador de caballos en Colombia había logrado, mediante pacienzudos ensayos, obtener un espécimen extraño, novedoso y exótico que denominó “ceballo”, una especie de caballo mezcla de cebra y de yegua.

Para obtener este nuevo animal el inquieto criador se dedicó a la nada fácil tarea de que un “cebro” de la más rancia estirpe africana, se enamorara de una yegua colombiana. El pacienzudo hombre, que se llama Alfonso Aristizabal,  logró que estos animales se cruzaran y fue así como obtuvo el nuevo cuadrúpedo que ha llamado la atención de las gentes por tan inusual maridaje y además por tan extraño resultado.

Como se podrá suponer, el animal obtenido tiene las características de ambos progenitores. Por un lado la gracia, la elegancia y la mansedumbre de la yegua colombiana, y por el otro el salvajismo, nerviosidad y agilidad del “cebro” africano.

Según el periódico, el “ceballo” fue bautizado con el nombre de “Acuarela” en homenaje a la permanente “pijama” que luce el animal, herencia indeleble de su padre africano. Pero según el informativo, los experimentos del señor Aristizabal no terminan allí, pues el criador, más curioso que científico, también ha cruzado al “cebro” con algunas burras y ha obtenido...burras-cebra, de las cuales el criador señala que “son más salvajes que las burras domésticas, pero domables”.

Esta historia trae a mi memoria un cuento que en su momento me produjo mucha hilaridad y que narra lo siguiente:

Un tipo se paseaba con su amigo por un zoológico que aseguraba exhibir en sus instalaciones  los cruces de animales  más raros e insólitos del mundo.

En cada jaula, el animal allí exhibido, era descrito en un cartel. Por ejemplo, en una de las jaulas se leía: “Tigrón”: este animal es el producto del cruce de un tigre con una leona.

Qué bien – decían los dos visitantes con el asombro propio de quien observa por primera vez un caso raro.

Luego, más allá vieron una jaula que decía: “Gapato”, y en el cartel se leía: este ejemplar fue obtenido mediante el cruce de un gallo y una pata.

¡Increíble!-murmuraban los dos amigos ante la espectacularidad del suceso.

Posteriormente  encontraron otra jaula en la que el cartel anunciaba: la “Bucebra” y la nota explicativa decía que este ejemplar era el producto logrado al cruzar un burro con una cebra.

¡Extraordinario animal!, ponderaban los asombrados visitantes.

Los amigos continuaron el recorrido, pero no se percataron de que ya habían dejado atrás la sección de los animales exóticos que habían sido obtenidos mediante cruces inusuales y seguía la exhibición de animales comunes.

De pronto se detuvieron frente a una jaula en donde se leía: “Oso Hormiguero”.

Los dos amigos se miraron asombrados y dijeron al unísono: ¡mejor vámonos porque este cruce si no se lo cree nadie!.