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Cultura  |  27 junio de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Cuentos de domingo: Familia que juega unida…

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Auria Plaza

Después de cenar los hombres se fueron arriba a ver el partido. Las mujeres, con Luis, se quedaron jugando en el patio cerrado. Vamos al salón, aquí hace frío, dijo Auria invitando a sus hermanas. Bueno, pero no te olvides que los hombres están allá mirando el futbol, interrumpió Gloria. ¡No importa! Le contestó Luis. Al fin y al cabo, ellos están entretenidos con la caja de los estúpidos. ¡Aja! Como si tú no vieras Tele, le rezongó Claudia su esposa. Ligia, agarra tu bastón y mueve tu pata biónica que vas de primera. ¿Cómo que la pata biónica? ¿de quién hablas? De mí, de quién más, cuando me fui de jeta contra el planeta me tuvieron que poner platinas y tornillos. ¡Ah que vaina! No sabía.

Mientras Gloria alistaba wiski, hielo y los snaks Ligia empezó a subir las escaleras con su paso lento, Luis quiso ayudarla, pero Claudia le dijo ¡déjala sola! Empezaron a caer goterones que golpeaban contra el ventanal; Daniel le aumentó el volumen al televisor para escuchar el partido de futbol ¿quién juega? Preguntó Yanith, la amiga de Auria, que estaba de visita y nunca se entera de nada. Santiago le pregunta sorprendido ¿vas a jugar cartas? No, qué va; voy a mirar el partido que es lo que me gusta. Menos mal que este salón es grande. Los jugadores se organizaron en la mesa que queda en un extremo y los fanáticos del fútbol en la salita, en la otra punta, al frente del televisor. El techo alto, pirámide invertida en guadua y esterilla sobre sus cabezas, dejaba oír el repiquetear de la lluvia dando una atmósfera de intimidad.

Todos están en su cuento, los jugadores de cartas y los televidentes del fútbol; de pronto, Daniel suelta la carcajada y repite “movimiento de pelota quieta” ja, ja, le corean Yanith y Santiago. Yo no me la imagino, dice Yanith, es un oxímoron como dice Ricardo Arjona el poeta de la canción. ¿Poeta? Si ese es poeta, yo soy Virginia Wolff, Replica Auria. Nunca había prestado atención a las barrabasadas que dicen los comentaristas. Daniel sigue burlándose, “ha sido intervenida la anatomía del arquerazo Ospina por parte del jugador ecuatoriano”. A mí me causa risa y, por estar pendiente de las bobadas de Daniel, se me pasa la carta que necesito y Gloria la toma; Luis se burla ja…ja… la dejaste ir, encima, como te tenías que castigar, te perdiste el comodín. Mi hermana Gloria suelta la carcajada y con su sentido de humor ácido y su segundo wiski dice: esto no se trata de inteligencia sino de quién es más rápido. Ni lo uno ni lo otro. Es albur, todo depende de si te llegan las cartas, le refuta Claudia.

Se acaba el primer tiempo y Daniel, atento como siempre les pregunta si quieren algo. Yanith y Santiago pidieron cerveza, Ligia, Luis y Claudia, ron. Auria, como siempre, nada. Cuando él regresa con las bebidas las reparte y vuelve con los chistes de la narración del partido. Todos comentaban y se burlaban de cómo manejan el lenguaje estos, dizque, comunicadores deportivos. El juego de cartas continúa, parece que la ganadora será Claudia. Como en la ópera, hasta que no cante la gorda no se acaba, sentencia Gloria, es decir, no se sabe quién gana hasta el final.

Empieza el segundo tiempo, todos regresan, unos al futbol y los otros a las cartas. Hace falta un gol, dice Daniel, de pronto, como un eco gooooool ¡Golazo de Colombia! Oh no, lo anularon, estaba fuera de lugar. ¡Qué va! Esperemos el VAR, dice Santiago. ¿Ven? fue una jugada maestra, Cardona cobra la falta y le tira la pelota a Muñoz que está afuera del área, él se la devuelve a Cardona quien se la regresa nuevamente para distraer a los ecuatorianos y acercarse a la portería, allí la recibe ya libre de marca y puede anotar. La familia entera pendiente de la pantalla: es la clasificación. ¿Cuál clasificación? apenas es el primer partido de la Copa América. El juego de cartas perdió importancia, el futbol es el centro de atención. A mí nunca me ha interesado, piensa Auria, de hecho, esa pasión me parece desbordada y sin objetivo. Sin embargo, en este instante los une la emoción, inclusive a Claudia y Luis que, por ser venezolanos, no les va ni les viene. Daniel llena las copas para brindar.

¿Quién tiró esta jota? Pregunta Ligia regresando al juego. Yo, dijo Claudia, pero eso fue antes de que Gloria se la comiera y se castigara. ¡Ha no! Yo me comí la carta de Ligia. ¡Caramba! Cómo están de tragonas ustedes. Con ironía, Yanith. ¿Qué le encuentran de divertido a eso de los juegos de mesa? Pues es el estar juntos y… un poco esa sensación de ganar, la incertidumbre de qué cartas te llegan, cómo la seguridad de tener una buena mano de pronto se va al traste porque te quedas esperando una carta que nunca llega. En fin, te olvidas de las preocupaciones diarias y solo importa este rato. Las horas vuelan, el tiempo se detiene y la vida es más amable.

Se quedan todos callados, talvez reflexionando en lo que dijo Ligia. Siguen jugando en silencio y otra vez el narrador deportivo “y Cuadrado le pasa la bola a Muñoz, este hace un amague de ir a la derecha y cruza la pierna izquierda buscando a Zapata, eleva la esfera y la recibe Duván de cabeza; la bola se va por encima de los palos”.

Son los últimos minutos de ambos juegos y, si antes se decía que familia que reza unida permanece unida, ahora, cambiando el refrán, decimos: familia que juega cartas y ve futbol unida permanece unida.

El Caimo, junio 2021

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