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Cultura  |  04 abril de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

MÁS CUENTOS DE LA TÍA CLARA

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Fermín persiguiendo al gurre

Por El Flaco Jiménez

Fermín estaba sentado en la puerta del rancho —me contó la tía clara mientras tomaba un sorbo de chocolate — cuando pasó corriendo el gurre y detrás iba Nerón, el único perro que le quedó de la pelea con el tigre.

Disque cogió el recatón, se echó la bendición, salió detrás del perro y lo alcanzó más arriba, ladrando frente a la boca de una cueva donde se había escondido el armadillo.

Metió la mano, pero ya el veloz cavador de túneles estaba fuera de su alcance, entonces avanzó dos metros adelante y clavó el recatón para cortarle el paso al fugitivo, pero la herramienta se fue enterita y detrás se fue Fermín como si se lo hubiera tragado la tierra. Castigo de Dios por trabajar un domingo, alcanzó a pensar mientras caía.

Pero dios no lo estaba castigando, sino premiándolo con un regalo de 500 años de antigüedad. Fermín aterrizó de golpe en una cueva y cuando se acostumbró a la oscuridad vio que era un recinto pequeño, bajito, húmedo y amoblado con jarrones baratos de barro.

— ¿Un apartamento de interés social, tia?

—Si serás zurombático. ¿No ves que era una guaca quimbaya pendejo?

—No me diga que hubo indios aquí en Manizales tía. Y los manizaleños tan pinchaos que se creen hijos de españoles.

—Bueno mijo, en realidad Los quimbayas vivían en Armenia pero traían a enterrar los caciques aquí.

—Talvez por el clima tan saludable tía.

—Deja la bobada sobrino. Era por la cercanía del nevado que es donde viven sus dioses.

—¿Y en esa guaca había oro?

—Uuuuuuuu, aulló la tía—, queriendo decir que había mucho. —Narigueras, collares, brazaletes, candongas, anillos, aritos, pendientes, prendedores, sortijas, pulseras…

— Y mancornas, pisacorbatas, relojes… —añadí.

—No sias entelerido. ¿Relojes en esa época?

—Relojes de arena tía, o de agua como las clepsidras, o de sol, de luna, o de estrellas. Los quimbayas también median el tiempo.

—Los que no miden el tiempo somos nosotros mijo. Mire la hora que es, y yo sin arréglame pa la misa.

—Ya entendí la indirecta tía, pero termine de contar

—En fin dijo, moviendo la mano en abanico como espantando una mosca, lo cierto es que Fermín encontró ese tesoro, lo metió en un costal y lo guardó en el zarzo.

—Pero eso es profanación de tumbas, tía.

—No sea tan atembao. Es guaquería. Profanación es lo que hacen los arqueólogos en Egipto.

—En fin, dije yo, cambiando de tema, porque las discusiones con mi tía las tengo perdidas. —Fue muy suertudo don Fermín.

—Suertudo no señorito. Son los designios de Dios. Al que le van a dar le guardan, dice el refrán… Y si es de comer le calientan — añadió con una risita muy coquetona.

—¿Y que hizo Fermín con ese tesoro ¿Lo empeñó?

—Bobo pendejo. Se volvió pa Salamina, a convencer a los demás pobretones. Les dijo que ya llevaba tres años aquí donde la tierra es tan fértil que hasta el oro se da silvestre. Y además el clima es muy sano.

— Y muy buenas universidades. — anoté por mamar gallo.

—Déjate de bobadas muérgano, que por buenas que sean las universidades si el estudiante es malo no sale con nada, mírate vos que sos un zángano.

—¿Y la gente le copió Fermín? ¿Se vinieron con él?

—¿Y no le dañaron el viaje pues mijo? Un político de Bogotá, Juan de Dios Aránzazu, le mandó decir con el alcalde de Salamina que desocupara estas tierras que eran herencia de su padre, un español que tenía las escrituras firmadas por el rey.

—Pero si al rey de España lo derrotamos en el puente de Boyacá — Dijo Fermín desconcertado por la noticia: Estamos en la república de Colombia, señor Alcalde.

—Pues sepa que la república de Colombia ya convalidó esas escrituras del rey, respondió el alcalde—. Los congresistas criollos son amiguísimos de Juan de Dios Aranzazu, desde chiquitos, porque casi todos son hijos de españoles. Y los hijos tienen derecho a la herencia de sus padres. ¿O no?

A Fermín se le fue poniendo roja la cicatriz del tigre y preguntó en voz alta para que lo oyeran en toda Salamina y en todo el país:

—¿Entonces para que hideputas hicimos la guerra contra España carajo?

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