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Cultura  |  18 octubre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Cuentos de domingo: Los 86 kilos de Iván

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Los 86 kilos de Iván

A la memoria de Iván Jaramillo Londoño

Por Libaniel Marulanda

Los rotarios han cedido en sus pretensiones de hacerlo en la sede del Club ante la petición unánime del Concejo por lo que han traído el sobrio cajón que al amparo de las luces plenas del recinto de sesiones y el tricolor nacional le confieren un tinte de elegancia que concuerda de manera perfecta con la imagen que todos sus amigos tenemos de él y que nos ha motivado a exigir que se le implanten unos generosos tornillos a la tapa del ataúd para evitar que la gente de Marcelia o cualquiera de aquellos que estuvimos cercanos a su vida y sus afectos sucumba ante la morbosa tentación de echarle un vistazo postrero a lo que quedó de la cabeza y el rostro que en vida despertó húmedos sueños entre el inventario femenino del pueblo como Eloísa la dueña de la librería que ahora solloza a mi lado y con voz fracturada comenta de qué salvaje manera enfilaron sobre el piso del parque de la Plaza de Bolívar y luego con cuánta criminal sincronía varias manos con sendos cigarrillos activaron la letal estampida de voladores rastreros que hicieron blanco en el pecho y los hombros y la cara del poeta enfurecidos porque aceptó por primera vez en su vida asistir a un acto público y tras un derroche de lírica y sensual artillería verbal coronó a la voluptuosa adolescente reina de los festejos aniversarios luego de una frenética sostenida y vociferante contienda de la que era la candidata menos opcionada según la opinión general de los habitantes y en abierta contraposición a los designios inapelables del jurado que se integró con notables de la capital y uno de cuyos miembros condiscípulo suyo y justo el día anterior y al calor del torrente etílico que inundó la casa de “La negra teléfono” que ha sido el único lugar de real y comprobable diversión nocturna del lugar expresó que con toda certeza y dado que “el mono” era tan reacio a asistir a cualquier reunión en que hubiera más de dos personas como incumplido con todos sus amigos que tampoco concurriría a su propia velación y es por eso que ahora la sangre ha huido de mi cara mientras mis piernas toman la flacidez de muñeco de trapo cuando pulso el cajón y corroboro la ausencia del peso corpóreo del poeta.

Armenia, enero de 1995

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