Aldemar Giraldo Hoyos

En una reciente entrevista, a través de CMI, el director del Departamento Nacional de Planeación, Alexánder López Maya, insistió en que “para poder resolver los problemas del país es necesario que todos pongamos”; se refería a la necesidad de articular todas las fuerzas políticas para el bienestar de la nación: el partido de gobierno, la oposición, las instituciones públicas y privadas; daba a entender la urgencia de un diálogo sincero y constructivo, acompañado de una actitud propositiva que derrumbe odios y animadversiones.

Me hizo recordar el juego de la perinola, ese trompo que tiene en sus contornos distintas escrituras; cuando yo la ponía a girar, empezaba a hacer fuerza para que cayera un texto que me favoreciera: toma uno, toma dos o toma todo; sin embargo, la suerte no siempre estaba a mi favor y caía: pone 1, pone 2 ; la cosa cambiaba cuando aparecía la leyenda Todos Ponen; con esta se iba engordando la apuesta y el pozo inicial se aumentaba, tornándose el juego en algo excitante y entretenido; siendo niños entendimos que mientras más veces cayera Todos Ponen, mejores eran los resultados cuando aparecía la leyenda Toma Todo; necesariamente, si en Colombia todos ponemos (los pobres, los ricos, los de la derecha, la ultraderecha, la izquierda, la Iglesia, etc.), la peonza (perinola) nos dará la oportunidad de construir una Colombia mejor sin necesidad de jugar al azar.

Para jugar así es indispensable renunciar a muchas pretensiones y beneficios personales, superar ese egoísmo que nos hace pensar que estamos solos en esta tierra, desarmar nuestros corazones, reconocernos como personas con derechos y deberes, partir de las posibilidades de nuestro terruño, hacer caso omiso de señalamientos nocivos (los buenos, los malos), revivir el sentido y significado de la democracia, encauzar la agenda de los partidos políticos hacia la búsqueda de la equidad y la justicia y tener en la mente los principios de la justicia social contemporánea: el Estado social de derecho, la dignidad humana, la igualdad, el bien común, la solidaridad, la subsidiaridad, el destino universal de los bienes y  el valor del trabajo humano; cuando hablamos de justicia social queremos decir que los seres humanos debemos propender por la creación de ciertas condiciones necesarias para nuestra propia realización y la de los demás; en ningún momento se trata de alcanzar logros y éxito a expensas del sufrimiento de nuestros conciudadanos.

La justicia social (tan manoseada por los políticos) a la cual me referí en el anterior párrafo, contribuye a reducir las desigualdades económicas y sociales; la pobreza, el desempleo y la discriminación; es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera.

Como decía mi abuela: “Es justicia y no caridad lo que necesita el mundo”.