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Columnistas  |  28 abril de 2024  |  12:00 AM |  Escrito por: Johan Andrés Rodríguez Lugo

PAUSA

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Johan Andrés Rodríguez Lugo

Este ejercicio entrará en pausa a partir de este momento. Concluí, luego de mucho pensarlo, que llegó ese instante devastador en que la pausa es el momento preciso de volver la vista atrás y organizar las cosas antes de seguir adelante. Garabateo se pensó como un espacio de aprendizaje, de dudas, de inquietudes y de retos. Luego de pandemia, lo recordarán algunos y algunas, quise seguir escribiendo sobre lo cotidiano, sobre lo que me gustaba, sobre lo que me atormentaba y sobre eso que pasa a diario. El nombre es claro: garabatos. Porque la idea era aprender, equivocarme y encontrarme.

Todavía no aprendo, claro está, y no por eso voy a detenerme, al contrario, pauso el espacio para observar con más detalle eso que dije que quería lograr. Garabateo ha sido de los proyectos más gratificantes en mi proceso de formación periodística y escritural. Me encontré diciendo cosas que no había pensado, me encontré reconociendo situaciones que había normalizado, me encontré cuestionando cosas que se suponía que estaban bien y hasta me tomé el atrevimiento de sugerir cambios en esto de hacer periodismo, que realmente no es, pero se le acerca un poco. Los años de este espacio trajeron amigos, conocidos y temas diversos de conversación, pero es momento de detenerme, admirar y re-plantear lo que quiero.

El 5 de septiembre de 2021 aparece el primer garabato: “Zurrunguiando”, la historia de un hombre que luego de vivir mucho y existir mucho se dedicaba a hacer sancochos, viajar por Colombia y zurrunguiar en su guitarra. La necesidad de contar eso que vi fue el punto inicial de este espacio, un lugar de encuentro para mirar, pensar y admirar lo que por afanes de la vida dejamos de lado… pero llegó el hastío, la angustia y la presión. Me encontré en un momento preocupado por lo que iba a escribir, por lo que iban a pensar quienes me leyeran, por lo que debía mencionar en las columnas y todo se fue volviendo monótono para mí. Sentí que lo que estaba publicando era aburrido, parco, fácil, común y me di cuenta de que con cada escrito aprendía algo, también a mi alrededor las cosas iban cambiando, no sé si esto es un antesala a alguna crisis de la edad,  pero sin duda siento que debo detenerme.

Agradezco enormemente a quienes a diario me recuerdan y me resaltan algún escrito que los conmovió o los hizo pensar de otra forma, a quienes me recomendaron libros, películas y temas, a quienes se preocuparon por los domingos en que la columna no salió, porque eso es otra cosa, los domingos ausentes aumentaron, la constancia que había propuesto se fue debilitando y los 15 días de espacio para pensar y escribir ya no me son suficientes y para decir cualquier cosa, prefiero no escribir nada. El tiempo, la vida, el trabajo, las responsabilidades, las obligaciones, la paranoia, la ansiedad y la angustia hicieron un consejo de redacción y me mostraron que era momento de detenerme, de hacer una pausa, de respirar.

Este espacio no es solo mío, siempre pensé que quería una columna que fuera compartida, que dijera cosas que otros pensaban, que fuera un lugar de encuentro entre dudas, críticas y admiraciones al arte, la cultura y la política. Nada de esto habría sido posible sin la ayuda constante y desinteresada de Jorge Mendoza y Christian Acuña quienes al borde del cañón me aguantaron las bobadas hasta altas horas de la noche antes de enviar la columna a publicarse. Agradezco a Robinson Castañeda quien nunca ha dejado de animarme a equivocarme en esto de escribir y a Miguel Ángel Rojas quien me dio la oportunidad de publicar en El Quindiano. Este espacio no se va a perder, solo se va a pausar, lo que he aprendido y he encontrado es maravilloso.

No es cuestión de culpas, solo que por el afán diario dejé de lado cosas que en serio me gustaban, dejé de frecuentar sitios, amigos y proyectos, que son realmente las razones de todo esto. Por eso me detengo ahora, por eso hago una pausa, por eso necesito re-encontrarme y seguir. Porque lastimosamente la vida tiene espacios y situaciones que requieren de decisiones y por ahora necesito asistir a otras responsabilidades y a otras situaciones de la vida que he ido posponiendo sin darme cuenta.

No voy a dejar de escribir, ¡ni más faltaba!, tengo mucho por aprender, por eso quiero retomar proyectos que tengo engavetados, quiero describir personajes, quiero contar otras historias, quiero viajar, descubrir, conocer, aprender de otras artes y seguir haciendo lo que me gusta, lo que amo. Cuando esto se me convirtió en una obligación dejó de tener sentido y cuando me encontré repitiéndome en palabras, en estructuras, en miradas, descubrí que no era necesario continuar si había perdido esa chispa que me movilizaba en esto de mirar más allá de lo evidente.

Por ello propongo esta pausa, por ello agradezco a la mínima audiencia que me acompaña, por ello les cuento que me encontrarán en otros espacios, proyectos e historias. Garabateo es mi escuela y mi iniciación, trataré de volver pronto, pero ahora quiero descansar, siento que hacer lo mismo tantas veces pierde sentido, no concibo una vida en la repetición. Me aterra encontrarme en lo mismo, en dar vueltas a un punto, ni siquiera soy capaz de hacerme en el mismo paradero todos los días, ni sentarme en la misma silla, ni siquiera soy capaz caminar por las mismas calles. Me gusta cambiar, me gusta moverme, me gusta descubrir y sin querer, este garabateo se volvió una línea recta, constante, plana y sin curvas, sin volteretas, con más errores que los de costumbre a causa del hastío y el peso diario. Pauso ahora, como en los juegos, mientras estiro las piernas, los brazos y el pensamiento. ¡Hasta pronto!

 

Johan Andrés Rodríguez Lugo

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