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Cultura  |  12 mayo de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

La galería de armenia, una historia a prueba de demoliciones. Séptima entrega

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En la misma cuadra, el edificio Santa Fe, consistente y bien construido, oficinas y apartamentos; allí funcionó en sus albores, Radio Ciudad milagro. Hacia la cra 18, el café Blanco y Negro y en la esquina el café Palacio. Es importante acotar que en la carrera 18, calles 17 a 19, se establecieron los comerciantes de víveres y abarrotes mayoristas: José María García, familia Álzate, Pedro Luis Rico, Antonio Muñoz Giraldo, de allí salió Milcubillos al edificio Santa Fe para citar unos pocos

Metros adelante del primer depósito, en un portón con escalinatas de madera, estaba Israel Álvarez, expendedor de periódicos, revistas, publicaciones y en las escalas , espacio para quienes alquilábamos historietas; la honradez y seriedad del señor Álvarez, le permitió mudarse a otro local cercano, precedido siempre de la bien merecida fama de su pequeño negocio.

En la misma carrera 18 con calles 17 y 16, frente a la plaza, las bodegas Cundinamarca de Silvino Acuña, en seguida Alfredo Morales, padre del médico especialista Julián Morales, egresado de la universidad Javeriana, a instancias de ese apoyo familiar; luego tendría que acudir a otras alternativas al interior del claustro para concluir su especialidad. A continuación, el café La Montaña y Escalera del Ritmo; hacia la calle 16 con calle 18 esquina, el bar Ajedrez, de tradición decadaria; luego el café Turín, después las confiterías de la señora Ofelia y al terminar la cuadra, en la esquina, la farmacia Brístol, colindante con las oficinas de la flota El Caimo.

En la carrera 19 con calle 17, paraban la flota Occidental y Expreso Bolivariano. De allí se trasladarían a la calle 15 con carrera 19 y después al espacioso lugar carrera 18 calles 13 y 14; en la carrera 19 con calle 18, operaba Expreso Palmira.

En la calle 16, carreras 18 y 19, pequeños restaurantes y en la esquina, la Flota Magdalena.  ; más hacia la carrera 20, residencias o pensiones de uso especifico, abundantes en esa zona, dado      que los trabajadores llegaban los fines de semana a beber y buscar compañía femenina, sumados a los pasajeros necesitados de hospedajes de bajo costo.

La realidad del Planchón, donde se apostaban los recolectores y demás trabajadores del campo, existían unos servicios itinerantes de comida al aire libre, en mesas y bancos para comensales y una porción generosa de comida a bajos precios, con una clientela diferente de la de El Caracol, pero de considerable demanda después del cierre ; en ese entonces , los propietarios y administradores de fincas, conseguían rápido a los recolectores, dado que en épocas de cosecha y traviesa, llegaban a la región campesinos de otras regiones atraídos por los buenos jornales , cómodos cuarteles y mejor alimentación , muy distantes de los actuales cosecheros  de extravagantes exigencias. Indagan al contratante, si la comida es cinco tenedores, si existen camas individuales, no camarotes, si a las horas de nona, hay espacio de tv para las novelas favoritas y si les llevan merienda a la cama y les dan uniformes y botas especiales... sobre entendido que en invierno no salen a los cafetales, que jartera la lluvia sin capas apropiadas...

Para culminar esta seguidilla, Armenia y la galería no fueron excepción al eterno anhelo, mezclado con angustia de los hombres de toda condición, en la búsqueda ansiosa de elixires y pócimas para mantener la potencia sexual. Los ricos árabes se desplazaban al África a la caza de rinocerontes, cuyos cuernos, más leyenda que realidad, pulverizados eran la panacea para superar al mismísimo rey Salomón y sus mil mujeres. En la galería de Armenia, a falta de rinos, buenos eran los toros para utilizar el órgano reproductor y las criadillas en un sinfín de recetas, con idéntica finalidad, tan quimérica como la arábiga.

Es oportuno, recordar que hubo una nutrida manifestación de recolectores de café; desfilaron hasta la carrera 18 con calle 16 hacia los dos extremos dada la cantidad de manifestantes. Permanecieron en ese lugar donde sacrificaron una res y luego empezaron a saquear los negocios, rompiendo las cortinas metálicas y accediendo al interior sin consideración alguna. Efraím Castro, abrió La Granja y les entrego 15 bultos de panela, mantequilla y otros complementos,  gesto que sirvió para que los marchantes respetaran el local

Al mismo lugar, arribaban las caravanas de la vuelta a Colombia; desde tempranas horas, de Tres Esquinas hasta la galería, lazos gruesos a ambos lados de la vía, una importante cantidad de personas se apostaban a esperar los participantes, sin desórdenes ni desmanes, los participantes no utilizaban la alternativa Calarcá – Armenia, por su estado riesgoso; pedaleaban hasta tomar la vía a Balboa, obvio, cuando la etapa era Ibagué - Armenia. La meta estaba frente a la portada principal, y los ciclistas seguían hasta la calle 15, para trasladarse al hotel... los carros acompañantes viraban antes de la meta para no congestionar el lugar. Jóvenes y adultos, tenían claras preferencias por Cochise, Ramón Hoyos, Javier Suárez, Pajarito Buitrago, el Zipa  Forero., Carlos Montoya, Rubén Darío Gómez de Pereira, Pedro J Sánchez y en ocasiones, los muy rezagados participantes por el Quindío: Luis E Olarte, Carlos Arturo Gómez y algunas ocasiones Néstor Ariza, no llegaban a tiempo ni largándolos el día anterior a la etapa. Justificable en una región donde el ciclismo no era un deporte popular, como si lo era en Cundinamarca, Boyacá, Antioquia.

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