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Columnistas  |  06 febrero de 2023  |  12:01 AM |  Escrito por: Carlos Alberto Agudelo Arcila

Desentrañismos 133

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Carlos Alberto Agudelo Arcila

Carlos Alberto Agudelo Arcila

 

La lectura es un río seco para quien nada en el lodo de la mediocridad.

No hubo desarrollo perfecto de la geometría cuando se diseñó la raza humana. El 90-60-90 es una apreciación subjetiva. Ya apareció el 99-63-91, capricho listo a encorsetar la perfección.

La inteligencia tiene 100% de sustancia sorprendente y 0% de ingrediente estúpido.

Desastroso no tener el entendimiento de sumar uno más uno igual a seis, a nueve, al ave en el cauce de una gota de rocío… resultado proverbial de la poesía.

me siento a mirarla por tiempo interminable. Miro su mirada, admiro sus labios que me tientan. Mi sangre ardiente se diluye en el misterio del beso. Guardo silencio, me sonrojo ante esa manera de esquivar mi sentir, frente a su estilo de no aceptar el contacto de sus  labios con mis labios sedientos de ella. La luz que irradian ese mirar y esos labios suyos torna más intenso su desdén.

Hasta nuestro último día de vida seremos empíricos del oficio de vivir.

Nos enamoramos del contorno de un cuerpo capaz de esfumar nuestro sueño de amor.

El fanático reproduce fermentos de dioses en cada palabra que pronuncia.

La persona perezosa para leer destruye dentro de sí mismo universos maravillosos.

Rastrear con ternura el antecedente del penúltimo beso, de aquella mujer que nos olvidó.

Debido a su sensibilidad el poeta atraviesa sin dificultad el lenguaje mediocre.

Poesía, luz sin proyectar sombra alguna.

Huella de angustia plasma el paso del hombre sin destino.

 

Ciertos seres humanos son matemática fidedigna del cero a la izquierda.

Difícil deducir cuándo se debe guardar silencio.

Si en alguna ocasión el maestro tiene la nobleza de convertirse en discípulo, es porque encontró al auténtico maestro dentro de sí mismo.

Un maestro continúa siendo el mejor discípulo de sí mismo.

La lectura debe ser cimiento de la educación, si no sucede de esta manera la educación se convierte en techo de la mediocridad.

¿Quién no carga a cuestas un ángel del bien y del mal?

Entre un héroe y un cobarde se balancea risueña la ironía de haber nacido.      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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