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Cultura  |  22 enero de 2023  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

¿Qué se hicieron las fondas camineras?

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Por Manuel Tiberio Bermúdez

Ya casi no quedan esas "fondas" a la vera de los caminos de herradura. Fueron borradas del paisaje por el ineludible progreso. Las excavadoras se las llevaron en sus inmensas cuchillas y con ellas los gritos de arriería y los caminos estrechos como los recuerdos de los abuelos.

La modernidad arrasó con un pasado feliz, lleno de cosas elementales y sencillas que tienen el sabor de la nostalgia.

Ya no quedan muchas fondas amables y llenas de sabor añejo. En las de ayer, los "estantes" o entrepaños, estaban siempre llenos. Más allá, en un sitial de privilegio, la Victrola junto a los discos de 78 r.p.m. - la pasta con las canciones viejitas, con aquellas melodías llama-recuerdos que hoy también son olvido. Los taburetes de baqueta, la lámpara Coleman, la guitarra amiguera colgada y a la vista, presta para la mano sabiamente evocadora.

En un rincón más alejado, la enjalma olorosa a caminos desandados,  nostálgica de gritos de arrieros boquisucios y enamorados.  Detrás del mostrador el cantinero amable que conocía a todos y que maliciosamente "sonaba" el disco que aligeraba el alma y de paso el bolsillo de los que por allí arrimaban.

Eran otros días, otros sueños y otros los afanes de los asiduos visitantes de esas cantinas. El miedo no tenía cobijo bajo el techo amable de la fonda. La palabra envidia no tenía cabida en los corazones buenos,  y las canciones se escuchaban sin el estrépito de los modernos equipos de hoy día en la Victrola movida por el músculo del tendero.

Las noticias sobre el vecindario se recogían allí: el casamiento de una pareja, un nuevo nacimiento, la muerte del compadre, los animales en venta y muchos otros hechos sencillos que satisfacían plenamente las pequeñas necesidades informativas de los contertulios.

Pero el modernismo se tomó por asalto las fondas camineras y sólo nos dejó el recuerdo de aquellos acogedores sitios en donde todo era elemental y bueno. El aguardiente era servido con mano amiga y generosamente. Aquellos famosos "tinteros" que prendían el cabo del recuerdo para iluminar la noche de nostalgias.

La cerveza amiguera para quienes arrimaban (después del "mercado" y ya "empezaos") con ansias perezosas de hogar y que hacían la parada obligatoria en la fonda a "echarse el del estribo".

Eran otros días, con sello de amistad. Eran otras épocas que se han ido diluyendo en la complejidad de un mundo que no camina sino que corre.

Se fueron las fondas camineras con olor a nostalgia y gente buena.

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