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Cultura  |  18 diciembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

La primera palabra

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Un texto de Enrique Álvaro González, integrante del taller de escritura creativa Café y Letras Renata.

Tal vez lo vio abrir por primera vez los ojos asombrados, experimentar sus ansias de respuestas al recorrer el vergel y después de conocerlo y disfrutarlo en toda su magnificencia, le vio regresar a su lado cansado. Lo dejó dormir mientras daba el toque final a su obra. Entonces, tomó rizos del viento, la caída indómita de una cascada, la magia dorada del trigo, la eterna poesía del ébano, el movimiento del aire y con una sonrisa lo amalgamó todo para volverlo cabello.

Acto seguido, con la frescura del amanecer hizo la piel, con el trino de las aves la voz, el mustio mensaje de las flores y el misterio del ocaso se fundieron por siempre en la mirada, los más finos aromas fueron la esencia de su aliento y con la textura de los pétalos nutrió los labios de sublimes besos.

Después delineó el corpiño con la altivez de los volcanes, cinceló la cintura y el vientre con la exquisitez de un valle, con el lírico fragor de la danza imprimió su ritmo a las caderas, con la ilusión de los sueños que han de ser realidades, modeló el divino madrigal donde el amor descubre la vida y el eterno vaivén de las olas vino a ser la cadencia de sus pasos, mientras la caricia del rocío se hizo abrazo.

Así, poco a poco, como quien disfruta su obra, terminó con satisfacción y la dejó hacer su deseo. Entonces la vio adornar el edén con paso ufano y la cabellera al viento, la vio caminar y oler cada flor, la vio jugar y sus ademanes de niña fueron tan tiernos que le permitió acariciarle para que aprendiera la humildad, la escuchó reír y hasta de pronto la dejó soñar para que fuera el silencioso artífice de grandes obras y cuando hubo terminado de contemplarla, despertó al hombre y le dijo:

–He aquí mi creación perfecta. La que ha de ser tu compañera.

Él la miró, sintió que desde lo más profundo y arcano de su cuerpo le nacían mil preguntas, pero también comprendió que desde aquel momento jamás volvería a estar solo. Así pues, se acercó hasta tomarla de la mano y dijo su primera palabra: Eva.

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