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Columnistas  |  25 noviembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: James Padilla Motoa

Al fútbol colombiano le hará mucha falta don Gabriel

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James Padilla Motoa

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Esta semana ha iniciado con una de las peores noticias registradas en el fútbol colombiano: el fallecimiento de Gabriel Camargo Salamanca, exsenador de la República y por 43 años líder del Deportes Tolima.

Quise siempre expresar mi admiración por el destacado dirigente deportivo. Quien, además, tuvo asiento en la Federación Colombiana de Fútbol. Personalmente no tuve una relación importante con él, distinta a algunas entrevistas radiales que pude hacerle en diferentes instantes de nuestras vidas. Tal vez por eso, con la perspectiva del tiempo y la distancia, pudimos apreciar más claramente la trascendencia de don Gabriel en nuestro ambiente futbolero. Él llegó al entonces modesto Deportes Tolima para ponerle ropa de equipo grande. En el recuerdo todavía refulge aquel Kokorico Tolima de maravillosa campaña en 1981, como punto de partida para la conquista de las grandes batallas que ganó el Vinotinto y Oro a lo largo del luminoso periplo del dirigente que ha marchado a la esperanzadora dimensión.

Después vinieron títulos y actuaciones memorables en el desfile de grandes figuras del fútbol colombiano y de Sudamérica.

Por experiencias previas, en Colombia se soñaba en cada plaza de los equipos pobres con la aparición de un "mecenas" que hiciera el milagro y vino el desfile de embaucadores y "embajadores de La India" que fueron dejando una estela de burlas y frustraciones. Otros que llegaron fueron los escandalosos representantes de la llamada economía emergente, quienes también dejaron su cuota de miserias y vergüenzas.

Pero al Tolima le llegó en su momento un personaje singular: tenía pasión por la competencia y también el criterio de empresario para hacer del fútbol un negocio próspero. Con su propia experiencia les dijo a los demás que sí es posible hacer un equipo de gran capacidad competitiva y al mismo tiempo hacerlo crecer como una empresa rentable.

Él hizo al Tolima, el otro grande del fútbol colombiano. Él era frentero y frío para tomar las decisiones que eran necesarias. Él, seguramente, se equivocó muchas veces, pero en el balance general lo que verdaderamente importa es que los aciertos sean mayores y don Gabriel dio cátedra sobre la manera de regir un equipo de fútbol profesional.

Tal vez no ahora, pero en el futuro muy cercano, cada vez que se abra un estadio y la pelota comience a correr con su destino indescifrable tendrá que aparecer en el recuerdo la figura grande del dirigente que escogió el bullicio de un mundial para salir sigiloso por una puerta lateral de la vida.

 Condolencias para todos los que llenamos nuestros sueños con las emociones que nos da el fútbol.

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