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Colombia  |  20 noviembre de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

100 días. ¿Qué es lo real y ruralmente importante?

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Jaime Alberto Rendón Acevedo

Director Centro de Estudios e Investigaciones Rurales (CEIR)

Universidad de La Salle

 

El tiempo avanza implacable. Ya son 100 días de un gobierno que ha mostrado no solo coherencia con lo anunciado en campaña, sino que ha dado muestras de sensatez y un sentido político de un pragmatismo inesperado. No obstante, el tema de los 100 días parece que cobra importancia para algunos que han recogido esta tradición de los EEUU para intentar visualizar las rutas del nuevo gobierno. Nada más salido de lo normal, sobre todo en un país donde para poder posesionarse como servidores públicos se tienen que pasar innumerables requisitos que han hecho que a esta hora importantes cargos apenas estén ocupándose o están en vía de hacerlo.

Pero también resalta la expectativa de unos sectores del país por evaluar los primeros 100 días. Alguno de ellos, por ejemplo, tituló en una importante revista de análisis político que el primer año del gobierno anterior (Duque) había sido un año de aprendizaje. Esta primera época se convierte entonces en un aparente corte de cuentas de una oposición que se caracteriza por la falta de liderazgo, pero en especial, por la precariedad de los argumentos para oponerse a las reformas, basados fundamentalmente en explicaciones falsas e incluso en la persistencia de utilizar el miedo como una estrategia que les fue útil en el pasado pero que cada vez pierde sentido en un país que ha aprendido de sus errores. A veces se puede pensar que apuestan a que todo se derrumbe como una forma de demostrar el fracaso de sus opositores hoy en el gobierno. Se podría decir incluso que el otrora líder de la oposición es quien ha tenido la gallardía no solo de sentarse a la mesa y hablar con el nuevo Gobierno, sino de reconocer los avances importantes en algunos puntos destacados. Tendremos que seguir avanzando en democracia, y contar con una oposición inteligente es imprescindible.

Así que si bien siempre es importante mirar al pasado, incluso para corregir los desaciertos que evidentemente se han presentado, lo que es absolutamente urgente; es más importante aún proyectar los próximos 1.360 días, en los próximos 100 días por ejemplo, se debe finiquitar el proceso del plan de desarrollo y poner en acción sus programas y proyectos, también las acciones inmediatas ante un mundo convulsionado, una inflación galopante, el descenso del crecimiento económico y un hambre que acecha convirtiéndose ya en una tragedia silenciosa.

Y es el hambre al que se deben concentrar buena parte de los esfuerzos, sobre todo en momentos donde ad portas de una negociación del salario mínimo es posible que se genere a una nueva ola inflacionaria capaz no solo de arrasar con el incremento que se deba realizar, como ya ocurrió en los años inmediatamente anteriores, sino que se dé una espiral que lleve a la sociedad a unos niveles de pobreza y de necesidades sin precedentes.

A las cifras sobre la geografía del hambre, ya suficientemente explicadas en una columna anterior, hay que agregar, desde el lado de la oferta, los retos que este Gobierno tiene en la producción agropecuaria, particularmente en la producción y distribución de alimentos:

1, Coherencia institucional. Bien es sabido que Colombia tiene instituciones más que suficientes en el sector agropecuario, y más aún en la ruralidad plena, otra cosa es bien distinta que respondan a intenciones comunes y a unos planes concertados. Es hora que los propósitos de país les ganen a los pequeños poderes.

  1. La reforma agraria integral exige mensajes y acciones concretas, asentadas a la realidad. Tierra (tenencia, titulación, formalización), financiamiento, extensionismo rural, distritos de riego, definición y consolidación de productos, cadenas de valor e integración productiva se constituyen en elementos esenciales de productividad y competitividad.
  1. Sentar las bases de nuevos modelos de producción, donde la bioeconomía, la economía circular y la agroecología sean los fundamentos que soporten la transición energética desde los campos. Soportados además en la agricultura 4.0.
  1. Dinamizar la producción nacional de bioinsumos, fertilizantes verdes e incluso de agroinsumos en general que permitan una mayor productividad y unos menores costos de producción.
  1. Vías, centros de acopio, circuitos cortos de distribución, mercados campesinos y ampliación de compras públicas y privadas.
  1. Un sistema financiero sólido para la ruralidad que garantice la ampliación de servicios, productos y mercados, que posibilite financiamiento alternativo, futuros, seguros y coberturas.
  1. Promoción y consolidación de formas asociativas que conduzcan al establecimiento de economías externas y de escala en las diferentes zonas productivas.
  1. Reconocimiento y resignificación de la cultura campesina como sujetos de protección especial de derechos.
  1. Dignificación de la mujer en sus diferentes labores en la ruralidad, pero en particular frente al reconocimiento, con ingreso monetario, de sus labores del cuidado.
  1. Un estatuto del trabajo agropecuario, que garantice el trabajo decente rural, generando alternativas a las estacionalidades características del sector.
  1. Garantizar trayectorias educativas completas, e incluso la formación y certificación de capacidades y competencias de manera continua, convirtiéndose esto en una alternativa de desarrollo humano para la juventud rural, además de promoción de la innovación y el emprendimiento.
  1. Dinamizar la integración no solo nacional en términos de producción y distribución, sino de lograrlo en espacios de integración continental, permitiendo la producción de agroinsumos y un activo comercio intrarregional.
  1. El cierre de brechas tecnológicas, sociales, económicas e infraestructurales, que permitan hacer digna la vida en la ruralidad, promoviendo no solo la permanencia en los campos sino la equidad territorial entre el campo y la ciudad.

Nadie ha dicho que esto sea sencillo, pero es el momento de empezar a hacerlo con absoluta decisión, son los caminos válidos para lograr construir territorios sustentables e inteligentes, para que campo y ciudad, sin abandonar sus dimensiones especiales, se conformen como territorios integrales.

El problema de la alimentación no es solo de demanda, ésta es muy importante y depende fundamentalmente de la capacidad de ingresos de la población, aspecto que hay que entrar a subsidiar, en el corto plazo, corregir, y generar alternativas para dar soluciones estructurales. Pero desde la oferta el Estado debe asumir una Misión (a lo Mazzucato): garantizar la sostenibilidad alimentaria, y esta pasa por la producción, la seguridad, la soberanía, la eficiencia energética y la justicia redistributiva.

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