Por: José Gustavo Hernández Castaño

Inicia hoy el primer gobierno de izquierda, liderado por el presidente Gustavo Petro, a quien los resultados electorales le dieron un mandato para gobernar, pero, para gobernar produciendo los cambios que como candidato prometió ejecutar. Inicia un gobierno sobre el cual existen muchas expectativas y se tejen muchas esperanzas.

Ya pasó el tiempo de los discursos (las promesas), ahora, viene el tiempo de las ejecutorias, de la realidad. Ese es el devenir del ejercicio político, moverse entre lo ontológico y lo teleológico, entre la realidad y los sueños, un ejercicio complejo en el que va encontrar amigos y enemigos. Amigos, no para hacer zalema, sino para ayudar a construir una nueva realidad, la realidad de los cambios que los ciudadanos esperan le sean cumplidos. Unos enemigos declarados y otros ocultos que van a oponerse a los cambios y, otros, que no solo se van a oponer a ellos, sino que, se van atravesar   como vacas muertas buscando impedirlos, pues, solo los mueve una irracional oposición al nuevo gobierno.

Ser oposición y ser gobierno, dos cosas bien distintas. Dos ejercicios políticos, de contenidos diferentes y muy diversos. Ahora, el nuevo gobierno debe demostrar que es capaz de gobernar y, gobernar produciendo cambios.

Ahora bien, el tipo de cambios prometidos en campaña y el tipo de cambios que podrá producir en el terreno de la realidad, están por verse. El sueño de lo posible y lo realizable tiene unos tiempos que lo limitan y que lo hacen vulnerable.

Los nuevos tiempos, los del nuevo gobierno, no van a ser de avenidas anchurosas, sino, de caminos empedrados, más llenos de espinas que de rosas.

Unas costumbres entronizadas en las instituciones van a golpear de frente resistiéndose al cambio. Un Congreso acostumbrado a la mermelada y al clientelismo, unas instituciones permeadas, por años, en la práctica del cohecho y del soborno como hijas de la robusta corrupción, son tozudas realidades que se prometieron enfrentar y cambiar; en este escenario tiene lugar el trámite de las reformas prometidas.

Desde una perspectiva de la ética de la alteridad, sin ocultar nada, sin ser permisivos con la insana costumbre, es que se mueve el ser de lo tangible hacia el deber ser de lo que se quiere alcanzar.

Se inicia un nuevo gobierno buscando unir a los colombianos por décadas atomizados en un tóxico enfrentamiento estimulador de múltiples violencias, propiciador de acentuadas desigualdades e inequidades. Un nuevo gobierno soñando sueños, queriendo lograr lo que los anteriores gobiernos no pudieron lograr: una completa y verdadera paz.

Un nuevo gobierno que pretende sembrar semillas de esperanza, desde un optimismo que debe llenar de contenidos con realizaciones y ejecutorias concretas.

Un proceso complejo que se desarrolla en medio de una compleja realidad. Vencer los muros de la resistencia al cambio, vencer el escepticismo, pasando de la poesía a la prosa, entre la realidad y el sueño y del sueño a la realidad.