Roberto Estefan Chehab                 

Si al participar democráticamente, con elección limpia, sin trampas - es lo único que puede validar la legalidad- el voto habló dando como ganador de la presidencia de la Republica a la formula Petro- Márquez, para el periodo 2022- 2026, los ciudadanos, cubiertos por la normatividad vigente, debemos acatarlo. He sido uno de los que no apoyó esa propuesta, mas por el concepto que he tenido del candidato ganador. No soy Uribista, pero si creo que el país le debe mucho al expresidente, no soy radical de derecha y tampoco le tengo antipatía a las ideas de un socialismo que respete las libertades, la democracia y por ende el progreso: hay modelos socialistas en países de Europa y América, que no riñen con un capitalismo sano, equilibrado y conducente al crecimiento en dignidad y a eso si le apuesto. Al hablar de un gran acuerdo nacional, supongo que se puede leer la intención sana y sincera de sumar, sin exclusiones, sin rencores, sin venganzas y dejando atrás la satanización que marcó la bajeza de muchos de los procesos que se dieron en la campaña que terminó el pasado domingo. Ojalá nunca mas vivamos un proceso de esas características. Pero, bueno, si algún aprendizaje sacamos de ello, seguramente se traducirá en cambios que les muestren a nuestros niños la importancia de conservar la altura, la decencia y la seriedad y entonces vivirán métodos interesantes, formadores, académicos y sobre todo respetuosos: esta vez no fue así. Los largos dos siglos republicanos que llevamos nos deben recordar que somos jóvenes en el concierto de la historia y las naciones. Estamos intentando consolidarnos de manera estable y, sin ninguna duda, las desigualdades y muchas injusticias no han permitido que podamos mostrar orgullosamente resultados halagadores: en nuestro país hay riqueza por doquier pero también egoísmo por todas partes. Hay buenos ciudadanos, pero también los hay pésimos: las personas que lideran negocios de narcotráfico son verdaderos esclavizadores, por ejemplo. Los políticos corruptos que se han embolsillado buena parte de los impuestos, producto del trabajo de todos, son verdaderos enemigos de la democracia, de la dignidad y de Colombia. Las organizaciones que al margen de la ley arrasan con los recursos naturales en pos de explotar oro, platino, madera y tantas otras bendiciones que nos pertenecen a todos, como nación, son enemigos de la patria. No somos una Venezuela, no somos una isla, no somos un eco de otras experiencias que están ahí, al acecho viendo como se aprovechan de este giro para alinearnos a sus intereses: somos Colombia, rica y diversa. Estamos acostumbrados a trabajar, no a ser subsidiados en todo. Seguramente, si dejamos de hacerle ruido a mensajes negativos, si de verdad combatimos a los enemigos de la patria, si le apostamos a un voto de fe, siempre defendiendo las instituciones, los cimientos democráticos, la empresa y la propiedad, le enseñaremos al mundo una formula proactiva de socialismo, entendido como unificación en derechos y oportunidades de dignidad humana, progreso sostenido, desarrollo de tantas regiones “profundas”, a las que hay que arrancarlas de las manos del hampa organizada. Yo le pido hoy a mi Dios, que nos acompañe, que nos ilumine, que nos de sabiduría para hacer una oposición sana, no caprichosa ni matriculada a politiquerías y, también la nobleza para aplaudir los aciertos que se logren en el gobierno que empieza en agosto. Y también, que seamos capaces de visualizar y entender muchos logros obtenidos del gobierno que termina, hay que saber reconocer y entender que no se parte de cero, ni de “nada sirvió” pues no es cierto. Como colombianos debemos volver a un solo redil, que no implica ausencia de contradicciones, un redil que avanza unido, con espíritu de cuerpo. No es el momento de huir: ¿de qué? La patria hermosa somos todos. [email protected]