• JUEVES,  28 MARZO DE 2024

Columnistas  |  28 mayo de 2022  |  10:19 AM |  Escrito por: Julio César Londoño

Si yo fuera arrecho o fajardista

0 Comentarios


Imagen noticia

Julio César Londoño

Por Julio César Londoño

Nuevo

Primero, cartas sobre la mesa: voté por Petro y por el Pacto Histórico el 13 de marzo porque, uno, su filosofía es la que mejor interpreta las necesidades del país y el espíritu de los tiempos que corren, y, dos, por las agudas carencias de los otros candidatos. Me explico.

Los programas de Fajardo para educación y medioambiente son muy buenos, quizá los mejores. Su ecuanimidad es admirable, pero lo mató su bandera, el centrismo a ultranza, y el fantasma de la polarización. Su talante conciliador agudizó la fragilidad de su carácter, le impidió tomar posiciones firmes en momentos que no admitían vacilaciones ni medias tintas, y desdibujó su candidatura.

Un líder es un animal de tres patas: el carisma, el carácter y la imaginación, y Fajardo cojea de las tres. Es una sombra gris sobre el negro fondo de nuestra realidad.

Hoy, Rodolfo Hernández es un personaje folclórico; el lunes será una anécdota. La galería gozó oyéndolo gritarles “ratas” a los candidatos, pero él hizo bien huyendo de los debates esta semana: habría hecho un papelón. Hernández es un candidato anticorrupción investigado por corrupción, un demócrata que admira a Hitler, un ambientalista que desconoce el Acuerdo de Escazú y un adulto colombiano que nunca ha escuchado la palabra Vichada, pero “arrecho” siempre, convencido de que todo lo puede arreglar con dinero, con gritos o con los puños. ¡Es más primitivo que Gutiérrez!

De Federico Gutiérrez no sabemos qué lamentar más: sus nexos con las Oficinas o su desubicación crónica, que lo lleva a creer que el fantasma de la “venezolanización” de Colombia funciona en la plaza y en los debates; o la manera como subestima al auditorio y le dice que Petro está respaldado por los paramilitares (¡de donde se seguiría que Uribe y Petro son compadres!); o el pesado lastre de tener encima 45 de los 54 clanes de la política nacional, según las cuidadosas cuentas de Ariel Ávila.

Ahora, si usted es contratista, o goza con los añicos de la paz, o tiene acciones en los partidos tradicionales, o considera que el país está bien gobernado, que la corrupción es el lubricante de la democracia, que nadie utiliza la Constitución como papel higiénico, que los contrapesos funcionan muy bien, que la Ley de Garantías es un embeleco y que los políticos son inocentes del desprestigio de las Fuerzas Armadas, no lo piense dos veces, Gutiérrez es su candidato.

Todos los candidatos hablan de unidad, claro, pero Gutiérrez solo ha unido a los clanes. Petro logró convocar a los negros, los indígenas y los mestizos, a los jóvenes y a un sector de los viejos, a los obreros, a los profesores y a los empresarios que están curados de espantos.

Todos los candidatos vociferan contra la corrupción, pero fue Petro el que le propinó el puntillazo al carrusel de la contratación y quien perpetró dos delitos infames: bajar las tarifas de Transmilenio y regalarles seis metros cúbicos de agua a los estratos 1 y 2 de Bogotá.

Frente a la cosa “paraca”, los candidatos oscilan entre la tibieza y la franca complicidad. Petro, en cambio, ha librado batallas suicidas contra ese monstruo toda su vida.

Durante 40 años fui a las urnas a votar contra un candidato. El domingo iré, por fin, con la emoción de votar por un programa que interpreta las ansiedades de la nación, por un líder que ha logrado el milagro de ponernos a soñar con la vida en un país de muerte y pesadillas.

P. S. Si yo fuera partidario de Hernández o de Fajardo, votaría por ellos el domingo, pero mi mano temblaría. La probabilidad de que se repita la catástrofe de la segunda vuelta de 2018 es muy alta.

PUBLICIDAD

Comenta este artículo

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net