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Cultura  |  15 mayo de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Las trampas detrás del fanatismo político: análisis desde el Quindío

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Por Germán Estrada Mariño*

 

El odio ciego enmascarado en ideales supremos y absolutos. Las trampas detrás del fanatismo político: Autodestrucción, Violencia, Intolerancia y Sesgo: Psicología Política y fanatismo ideológico en víspera electoral en un país polarizado.

Odio y fanatismo

Existe un fenómeno que afecta el comportamiento electoral asociada a la gestación de una “psicosis colectiva” que está acechando las mentes de los más fervientes indignados y de los que por otro lado intentan mantener el Estatus Quo, gestándose con ello una polarización extrema entre dos bandos que buscan destruirse mutuamente, configurándose así el fanatismo ideológico. ¡Desde el odio y desde el miedo se gesta el fanatismo!

Voltaire decía que “cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es incurable” porque es corrosivo, enemigo de la libertad, del progreso del conocimiento y es el responsable de asesinatos, genocidios, masacres, guerras, persecuciones, injusticias y violencias de todo tipo. ¿Estaba Voltaire equivocado? Es lo que pregunto hoy a los seguidores ciegos de los dos extremos ideológicos que dividen al país, y que generan todo tipo de violencias, amenazas, insultos y persecuciones en las redes sociales con quien piensa diferente.

 

Petristas y uribistas radicales

En Colombia les pasa mucho a Petristas y Uribistas radicales, que pierden la capacidad crítica frente a su idealizado, pero jamás perfecto héroe. Aquel mesías que, como figura paterna protectora y reivindicadora está puesto allí por el inconsciente, al cual se deben las distorsiones del pensamiento, para llenar sus más profundos vacíos afectivos.

Ni la indignación ni la búsqueda del continuismo pueden ser el caldo de cultivo para justificar un fenómeno psicológico social que afecta la sana convivencia entre los ciudadanos, una patología social que contagia y lleva a la autodestrucción, el fanatismo político que le ha costado a la humanidad guerras mundiales, holocaustos y los más perversos crímenes ideológicos sacando a flote el lado más perverso de la conducta humana.

El gen del mal

El escritor y periodista israelí Amos Oz, definió el fanatismo como el “gen del mal”. El fanatismo representa un ahorro de energía psíquica y cognitiva porque no requiere ningún esfuerzo racional (no se ponen en cuestión las ideas), elimina la incertidumbre, ofrece seguridad y proporciona el apoyo emocional del grupo y así lo han demostrado los estudios en la materia.

 El perfil del fanático es en el fondo inseguro. El odio y el miedo invaden su razón y su toma de decisiones. Por ello, se refugia en la falsa seguridad que le proporciona su ídolo, quien, al ser un astuto manipulador, conoce las debilidades de sus seguidores, y sobre estas sustenta y construye sus discursos y promesas. El fanático es “psicorrígido”, inflexible e intolerante. En él, la visión dicotómica y el pensamiento polarizado dominan la razón (blanco o negro, bueno o malo, siempre o nunca, todo o nada).

En estos casos y especialmente en escenarios tanto políticos como religiosos de extrema, el adversario se convierte en enemigo y se le niega su propia naturaleza como sujeto portador de derechos. De este modo el fanático pasa de la indiferencia al desprecio y del desprecio al odio. Los fanáticos distorsionan la realidad, atribuyen sus frustraciones a los demás, deshumanizan a las víctimas que son sus opositores o quienes debatan con argumentos válidos sus ideas, considerándolas como un mero obstáculo que se interpone en la consecución de sus ideales, y legitiman con ello su conducta destructiva, a modo de imperativo moral. (Baca, 2003).

“El prejuicio es hijo de la ignorancia” Henry Hazlitt

Frustraciones repetidas

Las personas son más vulnerables al fanatismo y a la violencia cuando acumulan frustraciones repetidas procedentes de un entorno percibido como hostil (sentimientos de humillación y venganza), carecen de un proyecto existencial propio y de una identidad personal, y presentan ciertas características psicológicas (sugestionabilidad, hipersensibilidad emocional, con poca disposición al razonamiento, e intolerancia a las críticas, autoestima baja, impulsividad o dependencia emocional de otras personas a quienes confieren un liderazgo incondicional) (Echeburúa y Corral, 2004).

Debido al fanatismo, periodistas rigurosos, sensibles a las necesidades sociales y promotores de la justicia críticos como Daniel Coronel, entre otros, han sufrido amenazas y persecuciones tanto de líderes como de seguidores, al mostrar otras caras de las “verdades absolutas” que solo quieren ver los más férreos seguidores (fanáticos sesgados) de los supremos y perfectos líderes que sus mentes han construido, como fantasmas que sirven para compensar sus carencias y necesidades. Es así como desde allí se generan estigmas comunes en la política colombiana que representan bien el pensamiento dicotómico que favorece la estigmatización.

¿Odiar a quien nos refuta?

¿Es racional odiar a quien refute nuestros prejuicios, aunque se base en evidencia contundente, irrefutable y pruebas fehacientes?  Contrastemos nuestras creencias con la evidencia que las refute o confirme, aunque la refutación nos frustre y nos cuestione ya que de allí surge el pensamiento lógico-racional y el juicio objetivo de la realidad. Todo lo que está por fuera del uso de la razón y afecta el juicio, la interpretación de la realidad y la toma de decisiones, es considerado como neurótico.

Sin embargo, el fanatismo no es una enfermedad mental, sino un fenómeno que surge como consecuencia de diversas distorsiones de tipo cognitivo, que  pone en evidencia diversos mecanismos defensivos de los cuales el fanático no es consciente, puesto que busca saciar necesidades profundas a través de idolatrar a su líder, su secta o su ídolo, a quien idealiza de una forma desproporcionada ignorando premisas básicas, como que todo individuo es potencialmente portador de cualidades y  debilidades, aciertos y errores,  cualidades y defectos, lo que le impide ver los grises y matices de cada faceta y fenómeno ya que nada es solo blanco o negro, pero ese pensamiento polarizado impide ver la realidad como es.

Los delirios

Los delirios, que son distorsiones del pensamiento son comunes en el fanático, ya que puede interpretar los estímulos comportamientos o factores ambientales como amenazas, cuando estos contradicen las creencias que sigue y a los cuales se aferra obsesiva y compulsivamente. A su vez, puede desencadenar la violencia que se justifica a través de un juicio de la realidad errado, en el que la agresión es vista como una respuesta justa ante la amenaza que se percibe como legítima o válida. 

De esta forma, si hay dos polos de fanatismo, como sucede en nuestro país en la actual coyuntura política, los fanáticos de un lado o del otro justificarán cada agresión propia por la amenaza que representa la contraparte, y cuando el juicio se afecta genera la consolidación de un espiral, de un círculo vicioso en el que los delirios de un lado alimentan los del otro.

Esquizofrenia y fanatismo

En pacientes psiquiátricos con esquizofrenia, trastorno esquizotípico de la personalidad, trastorno paranoide de la personalidad, o con algún tipo de psicosis, el fanatismo puede desencadenar y propiciar no solo las más graves ideas delirantes, sino incluso potenciar la aparición de cuadros psicóticos en donde las alucinaciones pueden potenciarse debido al estado de alerta hipervigilancia, estrés y defensividad en la que el fanático entra facilitando crímenes en nombre de la propia ideología.

Evitar el fanatismo

Todos somos potencialmente víctimas de caer en fanatismo, sin embargo, existen algunos factores protectores que ayudan a que el individuo sea menos propenso a ello, ya que incrementan la capacidad de juicio, discernimiento y con ello se fortalece su criterio, el pensamiento racional y la objetividad en la toma de decisiones. Dentro de estos factores se incluyen:

Inteligencia o cociente intelectual; nivel educativo elevado; inteligencia emocional; elevados niveles de empatía; competencias para resolución de conflictos; habilidades de mediación; capacidad de escucha activa; ausencia de psicopatología o enfermedad mental; necesidades afectivas satisfechas; relaciones protectoras con padre y madre en la historia de vida, y elevado sentido de la identidad.

El individuo que cae en el fanatismo cae en una trampa autodestructiva, ya que sustenta su propia existencia en la ideología que sigue, y al percibir rechazo a dicha ideología descarga toda la energía psíquica (rabia) y las frustraciones personales contra su opositor, a quien considera su enemigo de forma que se afecta su capacidad de resolver conflictos, de escuchar, su adaptación social y sus niveles de tolerancia. Entonces se gestan rasgos esquizoides que se traducen en aislamiento de quien piensa diferente, ruptura de relaciones previas y una obsesiva canalización de su autoestima en el ideal seguido, descuidando otras áreas de su vida.

Seguidor ciego

El ciego seguidor, mantiene más en su fanatismo y este se fortalece cuando encuentra un grupo que valida sus creencias, de forma que el grupo retroalimenta al individuo y a su vez el individuo a este. El individuo fanático buscará persuadir a otros para que piensen como este y será intolerante con otras formas de interpretar la realidad.

La identidad se afecta y queda hipotecada a los valores del grupo y de las creencias que adquieren el estatus de verdades absolutas para el fanático. Estas creencias además pueden alimentar la personalidad patológica de un líder narcisista, antisocial o psicópata, como sucedió con el mismo Hitler, quien era narciso y también psicópata. La idolatría de sus seguidores retroalimentaba sus sentimientos de omnipotencia, alimentaba su enorme ego y lo hacían sentir capaz de cualquier cosa por encima de la ley, ya que contaba con el respaldo de sus millones de seguidores que cayeron en un estado inconsciente de hipnosis colectiva

Para el fanático con una identidad hipotecada, es fácil en caer en el fanatismo de índole obsesivo cuando inconscientemente busca a través de la idealización de su líder, identificarse con este, ya que este le hace sentir seguro protegido y valioso.

 A través de esa imagen idealizada del ídolo mesiánico, su poca autoaceptación encuentra un refugio, un sustento y un mecanismo de autovaloración y reivindicación que le otorga el valor a su existencia, que él mismo no le ha podido dar.

El fanatismo extremo

El fanatismo ideológico extremo promueve odio y a este subyacen dos mecanismos de defensa que son, la negación y la idealización. Ambos son extremos cognitivos de la consciencia que impiden ver las cosas tal cual son, porque corresponden a nuestros deseos y prejuicios, y corroboran solo lo que el propio deseo quiere ver confirmar y ratificar negando incluso, las más racionales y tangibles evidencias que refutan los prejuicios del enceguecido fanático.

En Colombia les pasa mucho a Petristas y Uribistas radicales, que pierden la capacidad crítica frente a su idealizado, pero jamás perfecto héroe. Aquel mesías que, como figura paterna protectora y reivindicadora está puesto allí por el inconsciente, al cual se deben las distorsiones del pensamiento, para llenar sus más profundos vacíos afectivos.

Admirar y seguir algunas ideas y posiciones es una cosa; idealizar al extremo es otra cosa muy peligrosa.  Les sucedió así a los millones de fanáticos alemanes de múltiples dictadores que a costa del fanatismo instauraron gobiernos totalitarios afectando gravemente la democracia, que legitimaron el todo vale por su mesías a un precio muy alto para la sociedad, la historia de barbarie y el bien común.

El fanatismo enceguecido se convierte sin que el sujeto pueda darse cuenta, en autodestrucción, ya que termina a costa de los propios valores, legitimando el mal. La evidencia histórica es contundente:  ha sucedido con extremos ideológicos de izquierda y de derecha.

 Debemos entonces, estar atentos a no caer en el fanatismo, porque cuando abramos los ojos, podría ser demasiado tarde para reparar relaciones, o remediar los efectos adversos de nuestras decisiones en los momentos de total enceguecimiento de la consciencia. Cuidémonos de toda instigación al odio de cualquier líder, que por más “mesiánico” maravilloso o perfecto que parezca,  cuidémonos de toda persuasión a la intolerancia y al resentimiento vengativo, que no buscan más  que  el control social de las masas bajo una política de miedo, ya que estos instigadores suelen ser muy narcisistas.

Señales del fanatismo

Atentos a las señales en las que se ven las señales que evidencian la posible presencia de fanatismo patológico extremo:  Idealizar e idolatrar al líder; violencia; negación de la evidencia que refuta las propias creencias; pérdida de la conciencia crítica, de la objetividad  y afectación del juicio racional. En síntesis, las distorsiones cognitivas que subyacen al fanatismo ideológico enceguecen la razón, enajenan el sentido crítico y los elementos de juicio que debemos tener para elegir a las personas más expertas.

Desde la mirada de un fanático todo análisis crítico objetivo, e incluso basado en la evidencia y en argumentos y pruebas documentadas, como las que muestran muchos líderes de opinión independientes , académicos rigurosos y éticos que se apartan de los extremos para mostrar las cosas y los hechos tal cual son  como  Daniel coronel, Ariel Ávila,  León Valencia entre otros, son juzgados, estigmatizados, señalados y atacados como los más odiados enemigos; si sus análisis por sustentados y rigurosos que sean no favorecen a su líder o caudillo mesiánico idolatrado, o si no se confirman los prejuicios del fanático frente a este. Se ve lo que se quiere ver no lo evidente, de esta forma incluso se llegan a justificar las faltas, los desaciertos, los errores y hasta la conducta delictiva, si quien la ejecuta es un ser idolatrado.

Les pregunto a los lectores: ¿si ustedes fueran jueces que tuviesen que contrastar evidencias a favor o en contra de una persona, para tomar una decisión basada en la justicia, la evidencia probatoria y la lógica, se dejarían llevar lo bien o mal que les pueda caer el individuo juzgado? ¿Sería inocente si les cae bien, y culpable, si les cae mal? ¿Dejarían que sus afectos, emociones y prejuicios impacten el bienestar de terceros y de toda una sociedad? ¿Influenciará su decisión al punto de dejar de ver todo el material probatorio tanto a favor o en contra de sus prejuicios personales, creencias o ideales?

Es claro que en ciencias de la salud y también en las ciencias jurídicas la evaluación de un experto, especialista o perito debe estar centrada en la procura máxima de la objetividad y en la racionalidad, de manera que las propias convicciones o prejuicios no permeen la toma de decisiones trascendentales para una sociedad y eso debe suceder también si queremos perfeccionar nuestras decisiones y hacerlas más inteligentes.

El fanatismo es la reducción de la inteligencia

Sin ser jueces podemos ser tan trascedentes como ellos mismos, cuando de tomar decisiones electorales objetivas, racionales, conscientes e inteligentes se trata. El ser humano es la especie animal más inteligente, al menos sobre la Tierra, y dicha inteligencia queda reducida a su más mínima expresión cuando el fanatismo atrapa al impulsivo elector, que, en busca de figuras perfectas, proyecta en la idealización del caudillo de su preferencia, las más profundas frustraciones personales.

De esta forma, el fanatismo llevado a una conducta potencialmente autodestructiva, materializada en una mala y no estratégica elección, que es la conducta de voto, constituye una ironía muy peligrosa ya que aquello que se quiere lograr puede ser exactamente lo contrario de lo que se cause cuando la conducta esta sesgada por una cognición distorsionada.

Finalmente, y para que quienes hayan llegado al final de este articulo columna demostrando su interés en la materia, profundicen en el estudio y conocimiento del fanatismo, recomiendo cuatro películas que dejan ver el fanatismo ideológico y sus peligrosas potenciales consecuencias. Particularmente las he usado como material pedagógico en cine foros de psicología y en clases de psicología clínica y social:

  1. “El psicópata” (1966) protagonizada por Robert de Niro basada en la novela del mismo nombre de Peter Abrahams;

 

  1. “La secta”  [Red state] (2011), historia inspirada en la figura real de Fred Phelps, el líder de un grupo religioso extremista que se hacía llamar la Iglesia Bautista Westboro.

 

  1. Documental “Jim Jones y el templo del pueblo”  de History Channel : https://www.youtube.com/watch?v=MX13sDRlYtY&t=94s;

 

  1. Y la película alemana. “Die welle” (La ola” )  https://www.youtube.com/watch?v=P6N0z6-Gqx0

Espero sus comentarios después de ver las películas y el documental les leo y prometo que les respondo a todos y todas los que escriban. Mil gracias.

 

*Psicólogo, psicoanalista, psicoterapeuta

Universidad Nacional de Colombia

Líder campaña suicidio juvenil

Referencias
Baca, E. (2003). La construcción del enemigo. En E. Baca y M.L. Cabanas (Eds.), Las víctimas de la violencia (pp. 13.28). Madrid: Triacastela.
Baron-Cohen, S. (2012). Empatía cero. Nueva teoría de la crueldad. Madrdid: Alianza.

Echeburúa, E. y Corral, P. (2004). Raíces psicológicas del fanatismo político. Análisis y Modificación de Conducta, 30, 161-176.

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