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Cultura  |  15 mayo de 2022  |  12:01 AM |  Escrito por: Administrador web

Año 1.999

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Un texto de Clímaco A Díaz, publicado en el libro Nostalgia a partir de imágenes, de la Tertulia Café y Letras Renata.

La fotografía que vemos, recrea en un solo instante, tres etapas diferentes en la vida: El antes de la foto, el momento mismo en que la tomaron y lo que vino después. La fotografía hizo eterno un recuerdo del último año del pasado milenio.

Pues, el ya ido 1.999, fue un año enmarcado por acontecimientos que cambiaron la vida de dos ciudades, Honda en el Tolima y Armenia en el Quindío, donde cerraron en la primera, la fábrica de Bavaria dejando muchos desempleados y fue golpeada con un terremoto la segunda. La foto, por su parte, es un recuerdo lejano de estas calamidades, pues se trata del grado de mi hija Katherine. En ella aparecemos de izquierda a derecha:

Mi hija mayor, la perfecta, excelente estudiante, amiga e hija. Sigue la homenajeada, feliz y orgullosa de su logro, hasta ese momento también perfecta, pues hoy continúa sin poder superar la muerte de su esposo en un accidente. Continúa mi esposa, quien siempre se queda como en un segundo plano, pero sin dejar de ejercer su poder, que he sentido durante cuarenta años, como amiga, alcahuete e incluso abogada, pues inventa siempre una ley a mi favor, igual que mi nieto, un “señor” de doce años.

La dama que sigue es Teresita Pinto Robagli, siempre joven, hermosa persona, tan bien hablada que me hacía pasar vergüenzas al corregirme en público, o recitaba la urbanidad de Carreño, por lo que ante ella, teníamos todos que estar bien puestecitos. Murió de una penosa enfermedad, pero estoy seguro que está en el cielo riéndose de mi forma de hablar y de escribir.

El de las gafas, soy yo. Y quien está a mi izquierda es Rosa Clara Cuartas Acosta, “La Hermana Pachanga” inolvidable administradora del colegio Alfonso López Pumarejo, que para ese momento fue el mejor del norte del Tolima. En la foto no aparece Estefany, mi hija menor, mi negra hermosa, tan pequeña en ese momento que debió quedarse al cuidado de sus tías y quien hoy hace lo que mejor sabe y más le gusta: Mandar.

Hoy en estos momentos que vive el mundo, con tanto loco queriendo hacer de las suyas en el poder, esta foto es el mejor remedio para todas esas dudas, porque me recuerda que mientras luchemos por un futuro mejor, siempre tendremos la oportunidad de lograrlo.

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