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Cultura  |  02 mayo de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

LA REVUELTA DE HAYMARKET

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Josué Carrillo

Hoy, como sucede en casi todo el mundo, los trabajadores salen a festejar el Día Internacional del Trabajo y a reivindicar sus demandas laborales. El origen de esta conmemoración, más que una celebración, se remonta al 1 de mayo de 1886, cuando se dio comienzo a una huelga de 200.000 trabajadores en las fábricas de Chicago para exigir la inclusión de su gremio en la Ley Ingersoll, firmada por el presidente Andrew Johnson en 1868, la cual establecía una jornada de ocho horas para los trabajadores de obras públicas y oficinas federales; querían sobre todo hacer valer la regla de “ocho horas de trabajo, ocho de sueño y ocho de tiempo libre”. El movimiento, que comenzó con manifestaciones pacíficas, se tornó en disturbios violentos: el dos de mayo la policía disolvió una manifestación de unos 50.000 obreros; al día siguiente, la situación se agravó cuando la policía cargó de nuevo y en una refriega callejera quedaron 6 muertos y decenas de heridos. El punto culminante llegó el 4 de mayo cuando, atendiendo la convocatoria al acto de protesta que hiciera Adolf Fischer, hubo una gran concentración en la Haymarket Square de Chicago, donde un explosivo mató siete policías e hirió otros sesenta; como respuesta, los agentes del orden dieron cuenta de 38 obreros, 115 heridos y también muchos detenidos entre los cuales había 8 que la policía sindicaba como responsables. Estos disturbios, con masacre incluida, se conocen como la ‘revuelta de Haymarket’, por cuanto los hechos ocurrieron en la mencionada plaza.

Terminada la batalla y recogidos los escombros de esa refriega, vino la represión, la prensa pedía cabezas y señalaba como responsables a 8 anarquistas y a todas las figuras más destacadas del movimiento obrero. Ya se tenían la causa, los jueces y los culpables, solo faltaba el juicio, y fue así como el 21 de junio de 1886 comparecieron ante los tribunales 31 sindicados, de los cuales a la postre quedaron 8. Durante el juicio se cometieron muchas irregularidades y se violaron normas procesales de fondo y de forma, tantas que se le ha considerado una farsa. Las condenas fueron implacables y ejemplarizantes: al tipógrafo de origen alemán Georg Engel, al carpintero también alemán Louis Lingg y a los periodistas Adolf Fischer, Albert Parsons y August Vincent Spies se les condenó a morir en la horca. El pastor metodista y obrero textil Samuel Fielden y el tipógrafo Michael Schwab, fueron condenados a cadena perpetua y el vendedor Oscar Neebe, a 15 años de trabajos forzados.

Las condenas fueron ejecutadas el 11 de noviembre de 1887. A los ajusticiados se les conoce como los ‘mártires de Haymarket’, a muchos trabajadores y dirigentes sindicales la revuelta les costó la vida y a miles les significó la detención, el despido y los procesos judiciales. Sin embargo, tan solo poco tiempo después varias empresas industriales empezaron a reconocer la jornada de ocho horas, que era la mayor de las demandas de la revuelta de Haymarket. Para la Federación de Gremios y Uniones Organizadas este fue todo un logro y no pudo menos que decir: «Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales. El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían permanecido indiferentes a la agitación sindical» [1].

Después de todo lo ocurrido en Chicago dos décadas atrás, la Segunda Internacional reunida en Ámsterdam en 1904 pidió a todos los partidos, sindicatos y organizaciones socialdemócratas luchar por hacer del 1 de mayo un día festivo y por la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Fue así cómo se inició en casi todo el mundo la celebración de esta fecha como un día festivo oficial en honor a la clase obrera.

Sin embargo, hay que anotar que no en todos los países la celebración tiene lugar el mismo día, por ejemplo, en Estados Unidos y Canadá se celebra el Día del Trabajo el primer lunes de septiembre; en Nueva Zelanda, el cuarto lunes de octubre; en Australia varía de estado a estado. Pero sin importar que en qué fecha se celebre, en todos los países del mundo hay un día dedicado a glorificar el trabajo.

Han transcurrido casi 140 años desde la revuelta del Haymarket y, aunque la clase trabajadora ha obtenido muchos logros, no pueden calificarse sus demandas, como lo hacía la prensa de entonces, de “indignantes e irrespetuosas” y “delirio de lunáticos poco patriotas”, ni cómo lo hacía el New York Times días antes de la revuelta, que “además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más locos anarquistas”. No obstante, todos los años que han pasado, la jornada laboral de ocho horas sigue siendo en muchas partes, incluso en nuestro país, un sueño o una política de extrema izquierda, no hemos aprendido que las conquistas por el bienestar de la sociedad no siempre han de tener un bautismo de sangre. 

 

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