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Economía  |  24 abril de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Alimentos: por la sostenibilidad de la vida

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Por Jaime Alberto Rendón Acevedo

Director Centro de Estudios e Investigaciones Rurales (CEIR)

Universidad de La Salle

 

La inflación anual de alimentos es del 25.37%, cuando la inflación promedio es del 8.01%. Los precios de las papas se incrementaron en el último año en el 110.22%; la carne de res aumentó en el 35.90%; Los huevos aumentaron el 31.97%; la leche en 26.41% y el pan en 19.31%. A la tragedia comercial producto de los líos logísticos internacionales se suma la prolongación de la guerra en Ucrania complicando la provisión de agroinsumos. El invierno arrecia, las vías comienzas a colapsar por derrumbes … nada indica que la situación en la inflación de alimentos vaya a mejorar, por el contrario, los problemas van a recrudecerse.

La situación de los agroinsumos, de los cuales dependemos de los mercados globales, no es solamente un problema de escasez o de precios, se trata que la no disponibilidad de estos bienes va a tener inconvenientes en la productividad, en los resultados de las cosechas de alimentos y en general de la producción agropecuaria. Incluso esto va de la mano del fracaso económico para pequeños productores cuyas rentabilidades se vendrán a pique. Así que al tema de la inflación por temas de logística y de los mercados internacionales, se suman problemas de oferta, haciendo mucho más vulnerables a las poblaciones frente a sus posibilidades de acceso de alimentos.

A febrero el 70.9% de los hogares, en la Encuesta del Pulso Social del Dane, manifestaron consumir tres comidas al día, cuando antes de la pandemia esa participación era del 88.3%. Si bien este porcentaje se ha recuperado con la reactivación de la economía y la generación de puestos de trabajo, se sabe que la fragilidad es amplia y con el aumento de los precios de los alimentos la probabilidad de que las familias pasen a consumir dos comidas o menos al día es suficientemente alta.

En efecto y comparando la situación del país a nivel internacional, y tras el imaginario que se ha vuelto una frase común, el de Colombia como despensa mundial de alimentos, The Economics publicó el Índice de Seguridad Alimentaria Global donde en el año 2021 Colombia ocupó el puesto 52 a nivel mundial, entre 113 países.([1]) Colombia obtuvo un puntaje 64,4 puntos, superada por otros países de la Región: Costa Rica, 24 con 73,6 puntos; Chile, 28 con 73,2 puntos y Panamá en el lugar 36, con 70,9 puntos.

Este índice tiene de cuatro componentes: asequibilidad; disponibilidad; calidad y seguridad de los alimentos; y recursos naturales: En asequibilidad alimentaria, que mide si los países cuentan o no con programas nacionales integrales de redes de seguridad alimentaria y que además estén correctamente financiados, Colombia ocupó el lugar 62, con 70,4 puntos. En cuanto a la disponibilidad alimentaria, Colombia se ubicó en el puesto 61, detrás de otros países latinoamericanos como Panamá (22), Chile (26), Honduras (34), República Dominicana (41), Costa Rica (43), México (46), El Salvador (51) y Argentina (53). En cuanto al componente de calidad y seguridad de los alimentos, Colombia obtuvo el puesto 50, por debajo de países como: Argentina (12), Brasil (13) y Chile (27). El factor de Recursos naturales y resiliencia se refiere a los impactos que genera el cambio climático, la susceptibilidad de los recursos de una región frente al mismo y la forma en cómo se adaptan a los riesgos para garantizar la seguridad alimentaria en el territorio; Colombia ocupó el puesto 20, factor en el que presentó su mejor desempeño, superado por Uruguay (puesto 7) y Costa Rica (10),

Estos fenómenos están dando al traste al menos dos temas que en las últimas décadas se han considerado como verdades absolutas:

El primero tiene que ver con la seguridad alimentaria garantizada a partir de los mercados globales. Así, desde esta perspectiva, el acceso a los alimentos se podría hacer a partir de los mercados internacionales aprovechando la competitividad y los mejores precios que pueden brindar otras economías. En este camino nos hemos convertido en importadores de alimentos, los TLC han sido los escenarios propicios para ello, donde se han cometido errores en la negociación no solo de los tratados sino de la gestión de las asimetrías entre los países; que nos han llevado a importar entre 12 y 15 millones de toneladas al año equivalentes a unos $10.000 millones de dólares. Hoy entonces no es claro que esto se pueda mantener, que los precios no paren de subir, y los agroinsumos, que dejamos que otros produzcan, se vuelven imposibles de conseguir, Esto nos pone en una difícil situación; tenemos dificultades para acceder a los alimentos importados, y cada vez más a los agroinsumos necesarios para producir localmente.

Segundo, desde que los ingleses tuvieron a su haber una gran flota mercante, le dijeron al mundo, y así se creyó, que es en los mercados internacionales donde se obtendrían las mejores condiciones de bienestar, simplemente se compraba y se vendían productos de acuerdo con las condiciones de cada país. Desde hace 50 años y apoyados en las revoluciones tecnológicas y de los transportes, esto se profundizó llegando a que muy pocos pusieran en duda la necesidad del comercio mundial, libre y con las mínimas barreras posibles. Los cierres de mercados por la pandemia y las crisis de los contenedores (que se mantendrá durante al menos los próximos dos años) llevaron esta idea a perder vigor e incluso hoy las grandes potencias mundiales giran hacia sus mercados locales y a restar la dependencia de otras economías para sus decisiones de consumo. Además, hay cada día más conciencia de los altos costos de transporte y consumos de energía que representan los circuitos largos de distribución. Esto conducirá a nuevos órdenes económicos y a diferentes formas de entender el comercio mundial.

Todos estos resultados del modelo económico muestran la ineficiencia y la ineficacia de las políticas alimentarias e incluso de los mismos mercados del país, ante la capacidad que se tiene de producir alimentos, en tanto disponibilidad de tierras, o de formas de poder distribuir de manera eficiente (con circuitos cortos y disminución de intermediarios) como se demostró durante la pandemia. Políticas decididas y robustas que integren los diferentes actores en las cadenas de valor deberán ser los instrumentos para lograr una seguridad alimentaria, que se base en las capacidades locales de producción y no en los mercados globales (soberanía alimentaria) y que tenga en el comercio internacional no solo la posibilidad de propiciar complementos requeridos sino poder generar una oferta exportable que le permita al sector consolidarse como un gran generador de divisas; esto obviamente haciendo que tanto producción y comercialización se realicen bajo los más estrictas medidas de sostenibilidad del planeta, del cuidado con la naturaleza.

Garantizar la sostenibilidad alimentaria sí que debería ser parte de los programas presidenciales y del nuevo plan de desarrollo. Esto implica garantizar la alimentación de las y los colombianos, desde las potencializadas de sus propios territorios (soberanía), integrando las diferentes formas de producción, prevaleciendo el apoyo a las economías campesinas; con los complementos requeridos y la libertad en los mercados, con las regulaciones procedentes, que posibiliten aprovechar al máximo los mercados internos, pero también las ofertas exportables.

Desde la Universidad de la Salle y en alianza con la Fundación Monómeros, así como con el concurso de los diferentes actores regionales y nacionales: academia, gremios, servidores públicos, organizaciones campesinas, entre otros; emprenderemos una serie de eventos y conversaciones regionales que generen un gran diálogo nacional en torno a la agenda para la sostenibilidad alimentaria del país.

Para comenzar, será muy importante conocer que dicen los programas de gobierno frente a la garantía de la alimentación en el país, además de las acciones inmediatas a implementar so pena de consolidar una época que se avizora de mucho dolor por el hambre y el deterioro productivo de nuestra ruralidad.

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[1] https://www.infobae.com/america/colombia/2022/04/14/indice-de-seguridad-alimentaria-2021-colombia-ocupo-el-puesto-52-a-nivel-mundial/

TOMADO DE REVISTA SUR

https://www.sur.org.co/alimentos-por-la-sostenibilidad-de-la-vida/

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