Guillermo Salazar Jiménez

Era martes, preparaba la bandera de Colombia para salir a marchar el jueves 25 de noviembre. Convencido que los jóvenes escribían la nueva historia, Rusbel Caminante los acompañó en la calle tanto en las manifestaciones del 21 de noviembre de 2019 como en el estallido social vivido el 28 de abril de 2021 y días sucesivos. Usted ya está muy viejo para salir a marchar con vándalos, le expresó su amigo, son pagados por la izquierda para que causen destrozos y maten policías. Nuestra historia es sagrada, los revoltosos la niegan.

No estimado amigo, le replicó Rusbel Caminante, generalmente los vencedores no solo cuentan la historia, sino que se la apropian. La narran para glorificar a quiénes prefieren y deshonrar al derrotado, sin importar las causas por las cuales tal hecho histórico sucedió. Creo que las palabras y propuestas de los actores, así como la memoria de los vencidos debe hacer parte de la historia oficial y comunitaria. Decía Goethe que “Los pecados escriben la historia, el bien es silencioso”.  

Imposible que los destrozos, quemas de buses y atropellos contra la fuerza pública sean conocidos por nuestros nietos como hechos históricos, enfatizó su amigo. Simple, le respondió Rusbel Caminante, para relatar la verdadera historia es necesario mostrarle dichos hechos a aquel que no quiere saber, es decir a quiénes no desean dialogar con la otra versión, diferente a la impuesta. La historia se construye con base en el debate y el conflicto de la palabra, porque la historia son múltiples relatos. ¿Cuál es el temor de discutir sobre los temas de los jóvenes en la calle?

Para preservar la sociedad y mantener la democracia, el diálogo con aquellos vándalos resulta imposible, acotó aquel amigo, no podemos convertirnos en otra Venezuela. Rusbel Caminante respondió que, si nosotros podemos conversar con posturas políticas opuestas, ¿por qué el gobierno no lo hace con aquellos que piensan diferente? ¿Por qué los jóvenes no son tenidos en cuenta para construir nuestra historia si desean un país para todos? Prefieren callarlos, cierto maestro Hernando Guerra: “Ningún acusador absuelve / su paso / sobre las piedras rojas / Nadie dice la palabra / pronunciada en la montaña / antes y después del viento”.

Una sola versión niega al otro y sin diálogo histórico no sabemos quiénes somos, dijo Rusbel Caminante; la historia mal contada no permite que el desacuerdo florezca, nos meten en una batalla entre los buenos y los malos, entre amigos y enemigos; y quién ose pensar distinto es estigmatizado o eliminado. Así, la historia se convierte en una caricatura social, sin significado cultural que garantice sabernos como colombianos.  Los jóvenes de la primera línea son actores de la historia mal contada y concluyó categórico con el poeta Guerra: “Negamos la flor y su fruto, el pájaro y su canto. / Negamos la hoja que se lleva el viento y la negamos. / Negamos el verde. / Alguien, tal vez un niño, sabrá de las raíces en la arena”.