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Cultura  |  11 octubre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Estuve en el “Club de las flores rotas”

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Por Manuel Tiberio Bermúdez

Estuve de nuevo en ese “lugar para ver” que es el Teatro. Ese sitio mágico en el que se conjugan: diálogos, actuación, escenografía y una acertada dirección.

“El club de las flores rotas” fue la obra que representaron los actores y actrices del Instituto Departamental de Bellas Artes, y que es el resultado de los procesos creativos que tiene la facultad de Artes Escénicas dentro de la propuesta “Sábados a la valenciana”

La atmósfera de la obra es prostibularia, y ella sirve de entorno a la narración de historias en las que se cuestiona la explotación sexual, la esclavitud, la religión. Es en aquel “chochal”, el mejor de la ciudad”, como lo anuncia desde el inicio de la función el animador que se tongonea entre el público mientras van saliendo a “cuadro” quienes serán las narradoras de las vivencias que a medida que avanza la obra, atrapan al público.

Hablé con la directora de la obra, Jacqueline Gómez Romero, una madre de familia que es además cantante. “Hacía mucho tiempo no cantaba” –dice-, pero suena muy bien en la obra interpretando un tango de Enrique Cadicamo, que va muy acorde con ese ambiente de “burdel” en el que la representación se desarrolla.

Es licenciada en Artes Escénicas; especialista en Dramaturgia; Máster en Dirección Escénica y “hoy metida en un berenjenal de un doctorado en educación en el que el problema es la enseñanza de la dirección escénica y la violencia de la dirección”-señala.

Sobre la obra dijo: “El Club de las flore rotas” hace parte de un proceso de la licenciatura en artes escénicas. Cuando los estudiantes estaban en séptimo semestre, -era plena pandemia del segundo semestre de 2020- y en medio de esa situación razonaba acerca de qué se monta para estas nuevas lógicas en las que se daban ya unos condicionantes sobre el espectador, y además no teníamos la certeza de si íbamos a volver a las funciones presenciales”.

“Empezamos por donde casi nunca se empiezan los procesos académicos, en este caso, y es el tema del diseño y producción de una puesta en escena, es decir en esta oportunidad empezamos al revés”.

“Lo primero que nos preguntamos era: qué queríamos contar y en ese momento se dieron dos hechos que marcaron la sociedad y fueron: la masacre de Llano Verde y la de Samaniego. Y el cuestionamiento que nosotros nos hacíamos ante esos sucesos era: ¿Por qué los jóvenes? Y además: ¿Por qué jóvenes y mujeres? Ante estos cuestionamientos nos dimos cuenta de que aparecieron historias de las cuales muchas fueron sacadas de la Comisión de la Verdad”, relatos, crónicas de periódicos etc.”.

“Fuimos coleccionando esos materiales y resultamos construyendo un personaje espectacular a raíz de que nos cuestionábamos mucho el papel de los medios de comunicación, pues los medios todo lo vuelven amarillismo, lo convierten en espectáculo y le dan mucha más relevancia a una perspectiva que no es la adecuada y olvidan el fondo de lo que ocurre”.

“Aquello nos llamaba poderosamente la atención y empezamos a configurar este espectáculo. De alguna manera el tema del show y del Drag Queen, empezó a aparecer por el movimiento Drag que surgió en los Estados Unidos por allá en los año 60 o 70, como un movimiento de resistencia”.

“Esto se ha ido transformando porque es ponerle voz a quienes no la tienen por medio del show ya que funciona más en el gueto, en el mundo underground, en ese mundo oculto. Esto nos llamaba la atención y así se fue configurando el trabajo”.

“De ahí en adelante cada uno de los actores fue estableciendo un personaje a partir de las historias que fueron coleccionadas. Cuando definimos que esto era un burdel le pusimos el nombre, le añadimos algunas situaciones que mostrar en ese lugar, y para el 2021, en el octavo semestre realizamos un taller de dramaturgia con la expectativa de que volvíamos”.

“En las primeras tres semanas nos dedicamos a escribir basándonos mucho en la metodología de José Sanchis Sinisterra, un dramaturgo y director teatral español,, yo intervenía los textos de los alumnos y quedó un machote con el que yo empecé a armar, mezclar y potenciar.

Sobre las pretensiones de la obra la directora dice: “La obra puede tener varias lecturas ya que el público es bastante variado pero nos hemos planteado hacer una función solamente para caballeros para ver su reacción. De hecho poner al público en ese lugar VIP, un lugar diferente al del púbico, cambia la perspectiva de la puesta en escena y de lo que se quiere lograr en el espectador. Queremos probar segmentado el público: un grupo de mujeres, por ejemplo, un grupo de trabajadoras sexuales ya que los capitales simbólicos para cada grupo poblacional son diversos y en ello influyen mi historia de vida, lo que he visto y leído, lo que escucho. Todo eso influye mucho en el imaginario del espectador al hacer su lectura personal”.

Sobre la puesta en escena Jacqueline dice: “Fue una obra que hicimos para gozárnosla, para que las chicas y los chicos pudieran explorar otras posibilidades del abordaje de la puesta en escena y teniendo en cuenta que era el último montaje pensar también cuáles eran esos alcances que pueden lograr luego de egresar de la escuela. No ver solamente la puesta en escena sino palpar toda la lógica de producción que esto tiene y a quien impacta, porque en últimas, nuestro trabajo no se consolida sino hay ese otro con el cual yo dialogue, que es el público; pero sobre todo para gozárnosla obra.

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