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Columnistas  |  26 septiembre de 2017  |  12:00 AM |  Escrito por: Pablo Morales

Que se pudran en la cárcel

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Pablo Morales

La semana pasada, me partió el corazón ver en el noticiero la muerte tan trágica que tuvo el pequeño Miguel Ángel, en el barrio Cristo Rey de Medellín, constatar una vez más que al día de hoy se ha enfriado el amor en la gente, a tal punto que la misma madre que lo tuvo en su vientre por 9 meses, y que por las razones que probablemente nunca nadie cuerdo va a entender, se habría convertido en posible cómplice de las atrocidades a las que fue sometida esa criatura de apenas 2 añitos en manos de su padrastro. Así como esta, son miles de noticias que parecen sacadas de películas de terror, que demuestran la degradación de la sociedad actual, no solamente acá en Colombia sino en el mundo.

O, qué tal cuando nos dimos cuenta de los billones de pesos saqueados del erario público, como pasó con Reficar, o, las bajas actuaciones de políticos corruptos con complicidad de bandas delincuenciales de alta alcurnia como el “Cartel de la Toga”, que involucra a magistrados Malos de las altas cortes y sus familias para exonerar de delitos y dilatar procesos en contra. Así, de antemano sabemos que en el remoto caso de llegar a ser condenados los culpables, tendrán casa por cárcel o serán recluidos en pabellones de máxima seguridad comiendo a la carta, porque recuerden que hecha la ley, hecha la trampa como decimos acá. Y recordando las palabras del filósofo Tácito: “Cuanto más corrupto es el Estado, más leyes tiene”, cualquier parecido con nuestra realidad, no es coincidencia.

Y es que ese es el problema con la podredumbre en la justicia colombiana, solo por nombrar al exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno capturado por corrupto. Aquí parece que sólo funcionara bien la justicia para el lado de quien pague, y no es cualquier bicoca, miles de millones en sobornos, como lo hemos visto en los sucesos recientes y pasados que involucran a políticos, empresarios y personas del común, pero con plata. Para muestra, Fabio Salamanca quien mató a dos jóvenes ingenieras colombianas en el 2013 por la mezcla maldita de alcohol con gasolina, y ya está libre, feliz de la vida.

Es tal la indignación de muchos que lo que siempre se apela a decir ante estas injusticias es “ojalá que se pudra en la cárcel”, y por estos días la escuchamos casi tan seguido como “despacito”. Pero por más que quieran la descomposición biológica de estos delincuentes internados tras los barrotes, por el momento será difícil. ¿En cuales cárceles los vamos a meter?

Según un informe al que tuvo acceso, un renombrado periódico nacional, en Colombia contamos con 138 prisiones, donde hay 120 mil internos, de los cuales el 75,5% vive en hacinamiento, tenemos 74 cárceles que carecen de servicios médicos, donde miles de internos enfermos de VIH, cáncer y diabéticos sufren un diario viacrucis, hay más de 2117 enfermos mentales, y además, encontré una estadística que dice que 13 de cada 100 reclusos regresan a prisión.

Si el gobierno no se pone las pilas para proponen soluciones de fondo e inmediatas para superar la catastrófica situación de las cárceles colombianas, ténganlo por seguro que cada vez estará más lejos la posibilidad de que, el sueño visceral de muchos, representado en la expresión, que “se pudran en la cárcel” y destinado a los malos hijos de nuestra tierra, quedará en la lista de los no cumplidos por los años venideros, la ventaja , es que según muchos ya le quedan poquitos años a este mundo, no sabemos cuántos, por ejemplo, el fin del mundo programado para el sábado 23, estuvo mal organizado y finalmente como que cancelaron el evento porque vea que acá seguimos todos. Esperemos el próximo a ver qué pasa, pero mientras tanto, ¿dónde vamos a meter a tanto bandido? En las próximas elecciones no vote por nadie que huela a más de lo mismo de siempre, pero por favor, ¡vote!, no se las ponga tan fácil a los corruptos.

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