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Región  |  23 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Génova, o El Cedral

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L.uis Guillermo Arango B.

Don Segundo Henao Patiño tuvo algunos problemas en Calarcá, tal vez por su no participación en la guerra de los mil días o por sus relaciones con la compañía BURILA, poseedora de los derechos sobre los territorios que constituyen casi todo el territorio del actual departamento del Quindío y posiblemente por sus marcadas diferencias con los pobladores de la naciente ciudad de Armenia. Lo cierto del caso es que se vino de allá, a unos terrenos que poseía cerca al rio de La vieja o más claro en la cuenca del hoy Rio Barragán. Con él se vinieron sus familiares Francisco Henao Patiño y Evaristo Patiño, quienes se unieron a Laureano González, a David Vera y a Venancio Salazar, para conformar la Junta pobladora de Génova, en terrenos en donde funcionaba una fonda o tienda vereda de propiedad del señor Valentín Quintero.

La fecha de fundación la firmaron el 12 de octubre del año de 1906 o del año 1903, no está claro aún.

Inicialmente la quisieron fundar en la actual vereda El Cedral, en donde don Segundo Henao y sus familiares tenían sus mejoras o finca ganaderas y madereras. El nombre de El Cedral, fue aplicado por la presencia de unos bosques primarios en los cuales predominaba la especie Juglands neotropica o Juglands nigra o la Jugland colombiensis. Este árbol sobresale en los bosques de la cordillera central colombiana, por su tamaño que alcanza hasta 45 metros y una copa de 10 metros, con el tallo de color casi negro, con cicatrices o hendiduras longitudinales y porque en la base del tallo tiene unos aletones o raíces laterales que sirven para sostenerse y soportar los vientos fuertes de la región. La madera de estos árboles es de las más apreciadas por la ebanistería para fabricar muebles que por su colorido y resistencia tiene un alto valor comercial. En la formación y desarrollo ciudadano de Génova, su madera fue empleada en las construcciones como vigas y columnas, en primer lugar por su facilidades para aserrío y porque tiene flexibilidad, lo que le permite soportar movimientos sísmicos.

Don Segundo Henao Patiño, le dio al poblado el nombre de Génova, aunque también tuvieron en consideración el nombre de El Dorado, el cual hubiera sido más acertado pues es más representativo de nuestra prehistoria, como quiera que en la zona adyacente o sea en los valles del Rio de la Vieja, se decía que al igual que la leyenda atribuida a Guatavita, en Cundinamarca, los caciques arrojaban anualmente cantidades de oro, para ofrenda a los protectores de la naturaleza.

 

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Figura 1. Frutos de cedro negro, dibujo de las hojas compuestas y alerones del tallo.

 

Entrando a la ciudad de Génova, se encuentra uno con un hermoso parque en el cual construyeron un museo sobre el café, una planta demostrativa de una procesadora de leche y una flota de jeeps. Este es un indicativo de que la ciudad la tiene clara sobre su presente y sobre su futuro. En la zona rural hay aproximadamente 5.000 hectáreas con café, de las cuales 1.000 son todavía cultivadas en el sistema tradicional con sombrío y las restantes tecnificadas sombradas con variedades resistentes a la roya, altas densidades de siembra y muy funcionales y elegantes barreras de plátano. No sólo cultivan el café sino que lo tuestan y venden a los mercados nacionales e internacionales y exhiben orgullosos, numerosas distinciones sobre su calidad.La ganadería una extensión aproximada de 11.000 hectáreas con su mayoría en pastos naturales y razas bovinas adaptadas a las condiciones de temperaturas bajas, por debajo de los 18º, con precipitaciones anuales de 2.000 milímetros y sobre todo a terreno de topografía pendiente prolongada y fuerte. Pero el fuerte ecológico del municipio lo tiene en sus áreas con bosques naturales, que ocupan casi el 30% de la superficie y protegen las hermosas lagunas y zonas paramunas.

Después de superar los conflictos sociales desde su misma fundación, cuando los propietarios de las tierras, la FUNDACION BURILA, utilizaba argumentos legales para apropiarse de las mejoras que los colonos establecían en terrenos baldíos o de sufrir las oleadas de la violencia partidista, como la toma de la ciudad por un comando guerrillero y numerosas acciones contra la vida y bienes de sus pobladores, Génova, ha decido ser una atractivo pueblo campesino, con sus hermosas casas primitivas, construidas en bahareque con vigas y columnas de cedro negro.

En tiempos recientes algunos progresistas campesinos sembraron lotes con granadilla Passiflora liguralis la cual se adaptó muy bien a esos suelos de pizarras. Otras frutas adaptadas a las condiciones de bajas temperaturas, como la mora o el lulo, se han ensayado con resultados más o menos satisfactorios desde el punto de vista agrícola, pero deficientes por sus resultados económicos por la deficiencia en el mercadeo.

Creo que por la extensa zona ganadera y por la vocación de sus habitantes, el municipio debe continuar con la actividad, más ahora que se quiere aumentar la productividad, pues se tienen razas nativas tipo Normando, Blanco Orejinegro o cruzadas con cebú, que tienen capacidad de adaptación a los pastos y sobre todo a las pendientes, pero que producen muy poquitico. Muy poquita leche por vaca o muy pocos kilos por novillo de engorde. Para esta actividad se requiere dinero e imaginación o educación. La segunda puede buscarse en las universidades. Creo que la Universidad Gran Colombia, puede ser la líder de los proyectos de mejora y los recursos económicos se deben buscar en los planes de desarrollo para las zonas en conflicto, porque, honradamente y me perdonan, no creo que la federación o el fondo ganadero, se quieran involucrar con los pequeños productores de Génova.

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