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Columnistas  |  14 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Francisco Cifuentes

EL LIBRO DE GONZALO CARDONA SOBRE EL TANGO

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Francisco Cifuentes

Por Francisco A. Cifuentes S.

Conocí al profesor Gonzalo Cardona López en La Tebaida (Quindío) cuando descollaba su sensibilidad política y social y en parte coincidíamos por nuestras tendencias políticas internacionales, dada la geopolítica de la época, que no es muy distinta de la actual. Él ya era un hombre formado en filosofía en la Universidad de Caldas y posteriormente compartiríamos en nuestros estudios de Maestría en Filosofía en la Universidad Santo Tomás. Estudios que lo han llevado a ser profesor universitario por muchos años en la Universidad del Quindío y en la Universidad La Gran Colombia. Además, Gonzalo ha sido todo un especialista en educación y particularmente en administración educativa, profesión que lo llevó a ser supervisor de educación departamental y a recalar, para bien de su pueblo, como Rector del Instituto Tebaida, donde se inició este profesor, intelectual y escritor. Pero además se graduó en la Univesidad del Quindío en Lingüística y literatura, con lo que se pertrechó todavía más para la bella batalla del análisis y de las palabras; lo que ahora muestra con solvencia.

Con este acervo académico e intelectual, se enfrentó a la música y al tango en particular; donde vertió su ser de melómano culto, y pasó por encima de las meras libaciones de cafetín; pues pudo apreciar toda la filosofía y la poesía que existe en la música popular más clásica de América Latina, según mi entender de bohemio atrevido.

Su preparación, su oído y su sensibilidad fueron configurando toda una obra, escrita durante más de diez años, sustentada en la literatura y profundizada en toda una investigación, todo lo cual confluye en el magnífico trabajo que ahora nos entrega a los amigos, a toda una audiencia y a la opinión pública en general. Para bien de la cultura y en especial de la música en el Quindío y en Colombia, ya que de ninguna manera es una obra provinciana; pues el autor es ya cosmopolita.

Se trata del libro TANGO, LITERATURA Y SOLEDAD, donde nos pasea por el mundo de la música del Río de la Plata, desde finales del Siglo XIX hasta la actualidad, desde antes de Gardel – que acaba de cumplir años de incinerado – hasta Cacho Castaño, Goyeneche y Piazzola, deteniéndose fuertemente en el mejor tango de la década de los cuarenta. Sin embargo, de un contenido historiográfico muy interesante no es propiamente una obra de historia del tango, ni un trabajo político o sociológico, teniendo mucho componente social; es todo un ensayo, que atendiendo a su naturaleza desde el maestro Montaigne, acude a varias disciplinas, jugando libremente con el saber, dándole sobre todo un tono personal, en buena prosa, para desembocar no en una descripción, ni en un relato, y así verternos todo en el análisis de las categorías literarias y filosóficas de soledad y nostalgia, desmembrando ésta en la nostalgia por el ser amado, por los amigos, por la patria, por el paisaje urbano, por la ciudad, por los barrio, por la esquina, y como dirían los muchachos ahora, por el parche. Pero también precisando los tangos y su análisis relacionados con el cafetín, el boliche, la alcoba y el dormitorio.

Es importante recordar que el autor de este maravilloso trabajo ya había escrito décadas atrás un “Ensayo sobre la soledad en Octavio Paz”, justamente sobre el Premio Nobel mejicano autor del bello libro titulado “El Laberinto de la Soledad”. Desde ahí le viene a Gonzalo posiblemente la preocupación por esta categoría filosófica y por este problema psicológico y existencial tan importante en el ser humano de todos los tiempos, pero que brotó con mayor insistencia durante el siglo XX como el del progreso y el de la tecnología, que abandonaron al hombre, y que no le quedó sino el recurso de la poesía y la música para enfrentar la barbarie civilizada; sin desconocer, como dice el mismo Gonzalo, los beneficios de la ciencia, la técnica y la tecnología, para la sociedad y en el hombre como tal. Pero valga además anotar que el autor que presentamos hoy también trabajo desde sus inicios la antropología filosófica; es decir, esa pregunta esencial por el hombre la llevó a la música, a la poesía, al amor, a la ciudad, al barrio y a la alcoba; al desencuentro, al abandono, a la nostalgia y a la soledad. sin presentar un libro acartonado, ni academicista. Pero ahí se siente y está decantado todo lo anterior, que es la valía de un verdadero ensayo, donde, en este caso, Gonzalo se tira al vacío del pensamiento y la literatura, pero por que ya tenía con que volar.

Gonzalo en su libro TANGO, LITERATURA Y SOLEDAD, mete basa en las discusiones entre el poeta y ensayista Jorge Luis Borges en el texto EL TANGO, de reciente publicación, y el novelista y ensayista Ernesto Sabato en su libro TANGO, DISCUCIÓN Y CLAVE, más antiguo, justamente a propósito de la famosa frase del llamado filósofo y poeta del tango Enrique Santos Discépolo, cuando afirma que “El Tango es un pensamiento triste que se baila”; pugilato en el cual se pegan de las categorías sentimiento y pensamiento, para terminar diciendo que los pensamientos propiamente dichos, no se musicalizan para bailar, más bien esta es una propiedad proclive al sentimiento. Sin desconocer la sentencia de Discépolo, Gonzalo se adhiere más a lo tratado por Borges; que en entre otras cosas, además, ha escrito muy buenas milongas y cuya música es del maestro Astor Piazzola. De paso cabe anotar que el poeta argentino escribió una biografía de Evaristo Carriego y los poemarios “Luna de Enfrente” y “Fervor de Buenos Aires”, donde muestra su profunda y bella conexión con la música de Argentina y en general del Rio de La Plata.

Para introducirse en las lides poéticas se va al romanticismo y al modernismo, y de este se va de la mano del poeta nicaragüense Rubén Darío, justamente el del bello poemario “Azúl”, para emparentar muchos versos y tratamientos líricos del tango, con el movimiento modernista que fue un gran aporte de la lírica latinoamericana a España, a la lengua española y a parte de Europa.

En la introducción del texto TANGO, LITERATURA Y SOLEDAD, que es todo un ensayo inicial antes de cronología, bibliografía e historiografía tangueras, se basa, entre otros, en el escritor Antonio Pau, en su libro “Música y Poesía del Tango”, para afirmar, también con Borges, que” la verdadera poesía argentina del siglo XX, está en la letra de los tangos”; es decir, lo que superaría a muchos bardos, pasando, digo yo, entre otros a Enrique Molina y a Alexandra Pizarnik.

Todo lo anterior sin olvidar los grandes poetas el tango, el mismo Gardel y Lepera, Homero Expósito y Homero Manzi, que entre otras cosas cuando murió también estaba escribiendo toda una biografía del General Rosas, tan importante para la historia de la República Argentina. Pero el caso de síntesis entre música, poesía y filosofía es el de Enrique Santos Discépolo o Discepolín.

Alguna vez tuve la oportunidad de escucharle una conferencia al Presidente de la Academia de Lunfardo de Buenos Aires, en la Casa de Poesía Silva en Bogotá, en la cual nos enseñó a leer y escuchar las letras de Homero Manzi, sin acudir a la música tanguera, para compenetrarnos en su lirismo, en sus versos, en sus figuras, en su tono y en su estructura y así apreciar que realmente eran todo un portento de poesía latinoamericana y universal. Por algo el filósofo rumano E.M. Ciorán lo puso mucha atención a la nostalgia del tango en sus últimos años en París, como lo dijo en uno de sus textos (Odisea del Rencor) y en una entrevista.

Pero agrega Gonzalo con mucha honestidad y sencillez: “Muchas letras de los tangos, posiblemente no resistan análisis rigurosísimos de refinados poetas estudiosos de la literatura, y esto es o puede ser apenas normal. Pero como el origen del tango es esencialmente popular, no podemos pedirles a los llamados popularmente “letristas” de esos primeros tangos destellos poéticos, ni sublimes versificaciones. Simplemente fueron construcciones sencillas, de lenguaje denotativo y llano.”

Gozalo en su clasificación, según las categorías que eligió, va meticulosamente realizando análisis de cada uno de los casi doscientos tangos que escogió para ilustrar su ensayo, muchos completos y otros apenas con los versos ilustrativos. En síntesis, es un ensayo que combina el análisis musical, la filosofía, la literatura, la historiografía del tango, la cronología minuciosa, una discografía abundante, una selecta bibliografía tanguera, una clasificación suya muy original y apropiada y al final una pequeña pero interesante muestra del mejor diccionario de la terminología lunfarda, para entender los textos que trae a colación.

Por último, que este texto también sea un homenaje indirecto para los grandes templos del tango en el Quindío como lo fueron Tocayito, el Paisa y la Perla en La Tebaida; la Aurora de Nando, la Tranquera del profesor Don Clímaco Botero, el Descanso de Fortunato, los cafetines del Ñato, al antiguo DeArienzo, El Patotero y el aún vigente de nuestro querido Pelé en Armenia. Los negocios de los profesores Alberto Peláez y Alberto Garzón en Montenegro y el de Don Azael en Filandia. Y fuera de nuestro terruño el Viejo Almacénn de la adorable Marielita en el Barrio histórico La Candelaria en Bogotá y Donde Jairo en Chapinero, ambos oriundos de Armenia. Como también del Salón Málaga, la Casa Gardeliana y la Casa Homero Manzi en Medellín y para terminar en las discotecas y bailaderos de tango Las Ferias y las Flores en Manizales, sin olvidar el gran Casa Blanca en Sevilla Valle.

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