Abril, mayo y junio son los tres meses del año en donde se cultiva café en el municipio de Viotá, Cundinamarca. Luz Marina Peñaloza Mendoza, caficultora por tradición familiar, ha estado vinculada a esta actividad desde hace más de 20 años, una labor que desde sus inicios ha involucrado a los hombres y que hoy, gracias al empoderamiento de las mujeres y su decisión de ser empresarias del campo, es un proyecto compartido que ha fortalecido la equidad de género en el sector.

Un día de esta mujer caficultora en tiempos de recolección de café, inicia a las 4:30 de la mañana. Lo primero que hace es organizar su casa, preparar el desayuno y alistarse con su esposo y tres de sus 10 nietos para la mejor jornada de su vida, que como ella lo afirma, “es una experiencia linda, que nace del cuidado y el amor hacia el cultivo, que con esfuerzo y dedicación rinde frutos”.

En su larga trayectoria, Luz Marina reconoce que la participación de las mujeres en el cultivo del café y en los diversos procesos que se llevan a cabo en el campo, ha generado transformaciones positivas en su comunidad. A partir de lo anterior, nace en 2012 la Asociación de Mujeres Cafeteras de Viotá y Tequendama, ASOMUCAVIT, una agrupación de productoras que tiene como objetivo ser una red de apoyo para las empresarias que hacen parte de la caficultura y para aquellas que están buscando hacer realidad su proyecto. Según esta apasionada por la tierra, “una sola golondrina no llama agua y que seamos ejemplo para que otras sigan adelante, es gratificante”.

Desde el 2017, la asociación tuvo que replantearse con el fin de seguir sumando más mujeres. De manera paralela, en 2019, llega Juan Valdez con su programa ‘Mujeres Cafeteras’, una plataforma que se propuso visibilizarlas y apoyarlas en la comercialización de su café, incentivando las buenas prácticas, la asociatividad y el cuidado del ambiente con un enfoque de equidad de género. Al preguntarle a Luz Marina por esta iniciativa de la compañía, ella inmediatamente con alegría cuenta que, “ellos nos proporcionaron ese gran apoyo que nos faltaba y la fuerza para incluir mujeres más jóvenes para proyectar y engrandecer nuestra comunidad; además, nos brindaron la oportunidad de que nuestro café de calidad, cultivado con nuestras propias manos, se diera a conocer, al igual que nuestra labor como empresarias rurales”.

Hoy en día, Luz Marina mira hacia el futuro con buenos ojos, y con la tranquilidad de que las cosas se están haciendo bien. Con su gran sonrisa transmite orgullo, pasión, esfuerzo, amor por la tierra y por la labor que le ha dado el sustento a su familia y la ha llenado de determinación para convertirse en una empresaria que está trabajando por el beneficio de su comunidad.