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Colombia  |  12 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Es inaceptable que Carrasquilla sea banquero central

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Por Jorge Iván González

El nombramiento de Alberto Carrasquilla, como miembro de la Junta Directiva del Banco de la República ha estimulado, con razón, un debate apasionante. Y la discusión es relevante porque más allá de sus condiciones personales, Carrasquilla es el símbolo de una concepción de la economía y del tipo de intervención del Estado. En un artículo escrito en La Patria del 3 de septiembre, Mauricio Uribe se pregunta “¿Por Qué No Carrasquilla? Y responde con tres explicaciones.

La primera es la ausencia de responsabilidad política. Ni el gobierno ni Carrasquilla están dispuesto a asumir los costos de la frustrada reforma tributaria.

Carrasquilla expresa bien la falta de sentido común de la tecnocracia económica. En medio de la pandemia, fue el artífice de una reforma tributaria inaceptable. No logró captar el descontento social, ni la angustia de las personas vulnerables, que fueron duramente golpeadas por la crisis de la economía y el desempleo.

La mirada estrecha de Carrasquilla contrasta con el llamado que hace Marshall a la relevancia del sentido común.

“Hemos visto que el economista tiene que examinar los hechos, pero los hechos por sí mismos no dicen nada. La historia nos ofrece secuencias y coincidencia, pero solamente la razón puede interpretarlos y sacar lecciones de ellos. Para lograr este propósito se debe hacer un trabajo arduo, en el que el sentido común se convierte en el último árbitro para resolver cada problema práctico. La ciencia económica no es sino el resultado del sentido común ayudado por un análisis organizado y por el ejercicio de la razón, que facilita la tarea de recoger, jerarquizar, y esbozar inferencias a partir de los hechos particulares. Aunque los alcances del sentido común sean limitados, sin su ayuda el trabajo cognitivo sería en vano” (MARSHALL Alfred., 1920. Principles of Economics. An Introductory Volume, eighth edition, Porcupine, London, 1994, p. 32, énfasis añadido).

Sin sentido común no hay ciencia económica. Y para resolver los problemas prácticos es necesario recurrir al sentido común. En contra de las advertencias de Marshall, a Carrasquilla le falta sensibilidad frente a la realidad. Sin este sentimiento es imposible moldear el análisis de la disciplina económica en función de las angustias de la vida cotidiana. Al nombrar a Carrasquilla en el Banco de la República, el gobierno está compartiendo, de facto, su falta de percepción de la realidad.

Desde el punto de vista político, la impopularidad de Duque está estrechamente ligada al descrédito de Carrasquilla. Y en lugar de asumir la responsabilidad política, el gobierno termina premiando a un ministro de hacienda que no supo captar el momento histórico.

El segundo argumento de Mauricio Uribe es la cooptación de poderes por parte del presidente. El nombramiento de Carrasquilla es la última etapa de un proceso que ha ido rompiendo los equilibrios diseñados por la Constitución del 91. Este gobierno ha nombrado 5 de los 7 miembros de la Junta. Y los 5 comparten una visión bastante homogénea de el quehacer de la política monetaria.

Además del control que tiene el presidente sobre la Fiscalía, la Contraloría y la Defensoría, ahora se suma su poder para nombrar en el banco central a los economistas que respondan a la visión que tiene el gobierno de las prioridades de la política económica, y de la forma como el Banco de la República debe enfocar las decisiones de orden monetario.

Y este hecho está relacionado con el tercer argumento, que es la falta de independencia del Banco de la República. No hay ninguna duda de que Carrasquilla defenderá en la Junta del Banco, las políticas que propuso como ministro de Hacienda. En el Banco impulsará los mecanismos monetarios que sean consecuentes con las directrices del gobierno nacional, que él mismo contribuyó a formular.

El grado de independencia de los bancos centrales ha sido un tema muy polémico. Comenzando por la dificultad para determinar los criterios de evaluación de dicha independencia. La pregunta obvia es ¿independencia de quién? i) ¿Del Fondo Monetario Internacional? De allí viene Leonardo Villar el gerente del Banco. ii) ¿De los intermediarios financieros? El Banco de la República nunca ha puesto en tela de juicio las condiciones oligopólicas que se observa en el sector, ni ha cuestionado las altas tasas de intermediación. Tampoco les ha exigido explicar por qué razón si la tasa de interés de referencia es de 1,75% año, los bancos privados prestan a más de 15% año. iii) ¿Del gobierno? El nombramiento de Carrasquilla y de los otros miembros indicaría que la actual Junta difícilmente podrá tomar decisiones que no sean del agrado del ejecutivo.

A los tres argumentos de Mauricio Uribe se podrían agregar otros dos, que están íntimamente relacionados. Primero, Carrasquilla no debió haber sido nombrado en la Junta Directiva del Banco de la República porque su excesiva ortodoxia impedirá que la política monetaria se flexibilice, de tal forma que en sus decisiones se tenga presente su incidencia en el empleo, la producción y la inversión. Y, segundo, porque Carrasquilla y los otros miembros de la Junta del Banco, han sido insensibles a la urgencia del cambio climático, y no han considerado relevante que el banco central contribuya a la financiación de las inversiones que serán necesarias para avanzar en la transformación de la matriz energética.

La política monetaria ha sido muy rígida. El Banco de la República se ha negado a realizar operaciones expansivas agresivas, que son necesarias en medio de la pandemia. Y, además, los miembros de la Junta se niegan a discutir cualquier modalidad del manejo de reservas que tenga algún viso de heterodoxia. Con la llegada de Carrasquilla la ortodoxia se acentúa, cerrando las puertas a medidas no convencionales. La terquedad monetaria se mantiene fiel a los postulados de finales de los años 70s y comienzos de los 80s. En estas décadas las economías han tenido cambios sustantivos, y los bancos centrales tienen que replantear sus objetivos.

Y en los escenarios estrechos que marcan la orientación del Banco de la República, no queda ningún espacio para reflexionar sobre la forma como la política monetaria podría contribuir a la consolidación de una economía verde. Es el momento de priorizar el cambio climático, y en esta perspectiva la preocupación por la inflación tiene que pasar a un segundo plano. Esta mirada amplia no cabe en la mente de Carrasquilla. Los costos de la transformación energética son altísimos, y se requiere financiación del Banco de la República. En las actuales circunstancias, no es conveniente la ortodoxia monetaria que promueve Carrasquilla.

TOMADO DE REVISTA SUR

https://www.sur.org.co/es-inaceptable-que-carrasquilla-sea-banquero-central/

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