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Cultura  |  04 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Maizani, la primera inmensa cantante de tango de la cancionística moderna.

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Ayer y hoy al compás del tango

Por Darío Tobón Montoya

En el artículo anterior referí que las primeras actrices de teatro hasta la tercera década del siglo XX, fueron las mayores impulsoras de los nuevos tangos, hasta cuando llega la Maizani convertida en la inicial intérprete de tango entre las voces femeninas. Ha sido definida por conocidas figuras.

Carlos Gardel en 1933, durante una emisión radial, le dijo a Azucena: “yo me habré puesto viejo y vos estarás gorda, pero cantando tangos, primero nosotros, Petisa”. Celedonio Flórez, uno de los grandes letristas dijo que ella era “la tanguera más grande que Dios ha hecho” y Blas Matamoros, reconocido historiador actual del tango escribió: “es la gran trágica del tango”.

Pero también su vida real fue trágica: en 1928 se casa con Juan Scarpino con quien tiene un hijo que fallece recién nacido, y el matrimonio llega a su fin. Casi enseguida, en 1929 se une sentimental y artísticamente al violinista Roberto Zerrillo, con quien viaja a España, de donde retorna a su patria en 1932, para comprobar con sorpresa, que su lugar tenía nueva ocupación de otras cantantes como Libertad Lamarque que fue su amiga y difundió el apodo de La Ñata Gaucha que la acompañó siempre.

Con mucha laboriosidad retorna a su sitial de gran figura y como manifestación de ello, tiene papel estelar en la primera película sonora del cine argentino, “Tango” de 1933. En la primera escena aparece vestida de hombre y canta de su autoría La Canción de Buenos Aires y La Milonga del 900 y otro tango con la orquesta de Juan de Dios Filiberto. Su éxito en este film la lleva a ser actriz de las películas Monte Criollo y Nativa. Pero la vida trágica la vuelve a azotar: en nueva frustración amorosa y financiera, escenificada por su nueva pareja, su representante artístico, que se suicida cuando se descubre que la había estafado. Las mujeres se solidarizan con ella asistiendo en masa a obra teatral de desagravio.

Vamos a contar su biografía:

Azucena Josefina Maizani nació en Buenos Aires en 17 de noviembre de 1902. Entre 1907 y 1917 por razones de salud vivió con sus padres en la isla Martin García del Rio de la Plata, en la mitad del camino entre Argentina y Uruguay. Al regresar laboró de costurera en taller de modas. Pero gracias a su atractiva belleza, morena y criolla, pudo participar en películas mudas.

En 1920, cuando actuaba en el Pigall Francisco Canaro, ella le solicitó que le permitiera cantar. Sin aún saber su nombre, Canaro impresionado por su hermosa cabellera negra, la llamó Azabache y ella interpretó dos canciones. Estando en el teatro Apolo una amiga la invitó a una reunión donde se encontraba el gran compositor y pianista Enrique Delfino, quien al escucharla comprendió que se había encontrado con una gran voz. Y la conduce para que cante en obra teatral de Alberto Vaccareza, el tango Padre Nuestro, que aclaman los asistentes. Ello ocurre el 23 de Julio de 1923, una fecha que ha recogido la historia del tango como la del inicio de una de las vocalistas mayores de esa música. Este éxito inicial la conduce a la radio, al disco y a otras obras teatrales, para alcanzar la consagración definitiva.

Ha sido la más popular cantante, que creó estilo vocal inconfundible. Enrique Santos Discépolo encontró en ella la intérprete ideal para sus amargas letras. Le graba en estreno, Esta noche me emborracho y Malevaje. Viaja hacia el norte de América, visitando Cuba y los EEUU. Con estilo vocal exclamatorio, cortado, voz pequeña pero muy afinada, mezcla de queja y de bronca, brillaba en temas fuertes creados para voces varoniles. Tal vez por ello vistió con frecuencia el traje de compadrito con todos sus componentes. Este traje a veces lo alternaba con el de gaucho. Esta forma de vestir, agresiva, era un contraste con la realidad de su tiempo.

La Maizani fue romántica y temperamental. Junto a Rosita Quiroga trazó el camino a muchas cantantes surgidas a comienzos de la década del 20. Fue la primera que entendió que las letras de tango eran dramas unitarios, un monólogo de intensa dureza. En ello fue precursora de Roberto Goyeneche.

Estrenó tangos de José González Castillo como Silbando y Organito de la tarde. De Bohr estrenó Cascabelito y de Scataso La cabeza del italiano.

En el año de 1962 se despide de la actuación repitiendo el emblemático tango Padre Nuestro que en 1923 le había abierto el muy amplio camino del tango. Una multitud la acompañó en este glorioso cierre de esa voz cálida, de lindo color, que bien manejada logra finos efectos.

También fue inspirada compositora. Su tango de mayor éxito que repiten las nuevas cancionistas es, Pero yo sé. Otros títulos de su autoría son: Déjame entrar hermano, En esta soledad, Volvé negro y el prodigioso tango La canción de Buenos Aires. También escribió el precioso vals Pensando en ti y la famosa ranchera Decí que sí.

En este vínculo puede oír el tango “Pero yo sé”, en la voz de su autora:

Pero su vida sigue siendo trágica. En los años 40 comienza su decadencia. Su presencia pública va siendo más reducida. En ese momento es una figura del pasado. En 1966 un accidente cerebrovascular le produce hemiplejia. Fallece casi olvidada en 15 de enero de 1970.

Dejó más de 270 grabaciones. Había surgido en forma casi paralela a la de Rosita Quiroga y abrió la brecha para que la mujer tuviera la contundente presencia que alcanzó, a partir de su aparición en los años iniciales de la década del 20.

Armenia, septiembre 3 de 2021

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