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Cultura  |  30 agosto de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Administrador web

Uso del idioma: Dichos y frases

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Un texto de Gilberto Zuleta Bedoya. Hace parte del libro Literatura Herramienta de la Historia. Un proyecto del grupo Café y Letras Renata.

La creación de los idiomas y según la historia bíblica, se debe al orgullo y soberbia del hombre. La Torre de Babel entonces, que sirvió para la difusión de las lenguas y para confundir a los hombres, fue derribada.

Siglos después llegó la gramática de la lengua castellana que nos tocó a nosotros. Para aprenderla, tuvimos que acudir a la escuela a conocer y empezar a pronunciar las primeras letras con base en las cartillas que enseñaban a leer. Hoy día se siguen utilizando con todo niño que llega a este planeta y tiene oportunidad de aprender nuestro idioma, por eso serán seres importantes dentro de la sociedad.

Con los años, unos empezamos a construir la cultura, pero otros la volvieron trizas sin importarles la esencia. Empezaron a salir dichos vulgares y graciosos. Nuestros abuelos y abuelas, con facilidad se inventaban formas de decir las cosas cuando éramos niños. Recuerdo uno de mi abuela cuando yo lloraba por cualquier golpecito, con esa mano áspera por su trajinar me sobaba y decía: “sana que sana culito de rana, si no sanas hoy sanarás mañana.” Y yo dejaba de llorar.

Mientras crecíamos, los dichos que expresaban los arrieros, como este que no pasa al olvido: “A caballo regalado no se le mira el colmillo.” Eran oídos por nuestros abuelos que se quedaban en el campo y por muchos de nosotros en la escuela del pueblo.

En la cocina del campo, uno de los oficios que no podía faltar al empezar la mañana, era pilar el maíz amarillo para las arepas y la mazamorra. Las mujeres, acompañadas de la chocolatera y el molinillo, preparaban la bebida de los dioses: “La delicia del cacao”.

A medida que estudiábamos, un grupo de compañeros respetaba el idioma y le daban buen uso, pero otros lo utilizaban en forma desagradable. Los amigos del castellano, hemos procurado construir nuestras frases para enamorar, hacer reír o sonreír. Las expresiones bien usadas, sin importar quien las escuchara, producían buenas amistades, mientras que hablar a la loca tolondra, llamaba a la enemistad, al rencor y a la exclusión del grupo.

Por el mundo han pasado toda clase de seres que dejaron enseñanzas para siempre. De las películas de Mario Moreno “Cantinflas,” salieron frases que fueron empleadas en muchos conversatorios, como estas que voy a relacionar:

¿”Actuamos como caballeros, o como lo que somos?”

“¿Cómo sabes que no puedes, si no lo has intentado?”

“Siempre he soñado que haya un mundo más humanizado donde podamos vivir en paz y tranquilidad.”

“Aquí no es una democracia. Más bien una dedocracia, porque todas las cosas salen al dedillo”.

Otras con sentido de humor como estas:

“Tengo una duda. ¿Todo está caro, o yo soy pobre?”

“Si no sufre pa´qué se queja”.

En tercero y cuarto de bachillerato en el colegio Cristo Rey de Belalcázar Caldas, en la época de los 60 y por recomendación del profesor de español Héctor Osorio, los primeros libros que leí fueron: “La Manuela”, de José Eugenio Díaz Castro, considerada en su época la novela nacional y una de las iniciadoras del genero costumbrista en Colombia.

En nuestra juventud para los que leyeron y vieron esta novela en televisión, se dieron cuenta que ser caballero es importante, porque no falta la mujer que lo admire como admiraba Manuela a Demóstenes por su caballerosidad. En vacaciones de mitad de año nos pidió leer “El Moro,” de José Manuel Marroquín. El bestial dominio del hombre sobre el caballo, terminando tuerto y enfermo. Nos damos cuenta que si no hay cariño y sentimientos por un animal, tampoco lo hay por un ser humano. Historia triste y de reflexión.

En cuarto leímos la “María” de Jorge Isaac, novela sentimental, romántica en medio de la naturaleza. Caminar por estos lados del valle es sentirse dentro de un paraíso. “El Quijote” de Miguel de Cervantes, éste como era un tomo demasiado grande, lo leímos por partes en grupos de cinco estudiantes y más adelante tocó volverlo a leer individualmente.

En el “Quijote”, admiramos la amistad fiel de “Sancho Panza”, para hacerle ver las cosas al caballero andante y para ayudarle a conseguir ese amor de Dulcinea a Don Quijote de la Mancha, a quien sólo le faltaba una dama de quien enamorarse: “Un caballero andante sin amores es como un árbol sin hojas”

“La Marquesa de Yolombó”, de Tomas Carrasquilla, agradable historia acerca de Bárbara Caballero, notable mujer y su época.

Años después, leía revistas y periódicos con dichos populares que ya circulaban en los habitantes de las regiones. Un santandereano, por ejemplo, cuando estaba verraco y desafiaba a otro le decía: “Le voy a enseñar cuantos pares son tres moscas”.

Un dicho antioqueño en las ferias de pueblo era, “a burro negro no le busque pelo blanco” y nosotros los viejos que todavía sentimos sensaciones de amor y placer, decimos: “A hombre viejo caña niñita” o “a gato viejo ratón tierno”.

Un día iba por las calles de mi pueblo con mi padre de la mano, el vendedor de helados pasó abrazado con una muchacha elegante y bastante bonita. Le dije a mi padre: “ese hombre tan mal vestido, peludo, zapatos rotos con esa mujer tan bonita”. Me contestó: “A los bobos se les aparece la virgen”.

El idioma español es para que cada cual lo maneje según su cultura y dependiendo de su uso le traerá beneficios o pasará vergüenzas.

En otro sentido, me tocó vivir la inocencia del mito sexual de la “Machaca”, según el cual, si ese insecto picaba a un hombre, este tenía 24 horas para tener sexo o si no moría. Le decían a uno: “Si quiere acostarse con la novia dígale que lo pico la machaca”. Las muchachas mantenían prevenidas y cuando un hombre les insinuaba algo, ellas respondían: “No venga con ese cuento que lo pico la machaca por que le hecho a mi hermanito”. El insecto existe en el Meta, pero fue un cuento que le sacaron.

Este tema de los dichos antiguos es tan amplio y entretenido, que necesitamos varios días para hablar de él, por eso en este escrito solamente hemos resaltado una parte .Pero hablando de dichos recuerdo cuando decían:

“No tengo vicios pequeños pero si buenos gustos por la mujer del prójimo”.

A los que nos gusta el buen manejo del idioma le decimos a una mujer hermosa: “conmigo nunca te va a faltar el amor y si te falta lo hacemos”.

“Contigo me pasaría cien años en cuarentena”.

En algunas tertulias decimos:” Mi tía tiene mucho ñaque, (cosas inútiles).

-La vecina le decía al vecino- “me encanta por ser una persona persuasiva”. Otro se escuchaba decir; “No nos gusta hablar con lagartos”.

-Cuando nos saludábamos nos preguntábamos.- ¿cómo marcha todo? Y siempre se contestaba: “al peluche”.

Cuando la mujer de alguien caminaba de la mano con otro amigo decíamos: “A vaca ladrona no se le olvida el portillo”.

Si las amigas nos descubrían un chisme nos decían; “dejen de ser nagüetas, pónganse las naguas de su hermana.”

Mi querida madre a pesar de su analfabetismo decía; “No le diga pendejo a nadie, porque esa palabra es de mal gusto”.

Ya en estos tiempos, en el 2014 realicé con mi familia un viaje a Santa Marta y en uno de los recorridos encontramos un sitio de comidas rápidas con un nombre que decía: “César pizzas el vómito. El Original”, Situado en la Av, Tamacá, Rodadero Sur. La primera impresión fue de fastidio. Pero al hablar con César, el propietario, nos dijo: “Los costeños somos así, no buscamos nombres literarios, tampoco diplomáticos, ni sacados de la lengua española. Simplemente bautizamos un negocio con el nombre que creemos llamativo. Así somos los caribeños… de pensamientos rápidos y efectivos.” Claro que este nombre tiene su historia, pero ahora no hay forma de contarla.

A todos nosotros nos tocó dejar amistades por el mal uso del idioma; los fuimos seleccionando hasta formar el grupo al que pertenecemos hoy. Hablar del idioma es algo sin fin.

Se dice que en nuestro país se habla el mejor español del mundo y desde hace setenta y cinco años, German Arciniegas, como ministro de educación fundó el “Instituto Caro y Cuervo”, en honor a los escritores Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo. Cada año vienen a nuestro país personas de diferentes sitios del mundo, incluido España, a estudiar español.

Esperemos que de allí no salga tanto dicho ni palabras que no son agradables. Estas han sido inventadas por el hombre que aventura de un lugar a otro y como todas las cosas creadas por el hombre, se fueron regando como semilla.

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