Por Aydée Echeverri Rincón

Son pocos en Armenia los que pueden decir que no se vieron afectados por el Paro Nacional, sobre todo, si se les vulneró el derecho a la movilidad y la tranquilidad.

De ese tiempo es imposible olvidar el estallido que se dió en la rotonda de Malibú, lugar propicio para los bloqueos de los jóvenes tildados por la gente de “bien” como los “NINI”.

Fue una tarde, justo donde se encuentra la entrada a la ciudad por el sur, donde pude palpar la textura de la violencia que rondaba entre los jóvenes a la hora de enfrentarse con la policía y de colmar la paciencia de los ciudadanos afectados por los bloqueos; ese día constaté la tiranía del estado representado en la fuerza pública.

Lo inevitable se veía venir. Entre una y otra arenga, reclamos y gritos se desdibujaba la frescura juvenil ¿Quién tenía la razón?, ¿Qué sentido tenía esta escena de provocación? Para unos el pensamiento era: “que la policía cumpliera con su deber a cualquier costo”, y para otros: “que los jóvenes resistieran y se hicieran sentir”. El desconcierto me invadió. Por suerte mis plegarias fueron escuchadas y mi voz se hizo notar en la protesta para aclarar e invitar a la reflexión. Al final ese día no se presentaron víctimas.

Tiempo después, pude escuchar a esos “NINI “ y descubrí allí unos jóvenes que de la frustración hicieron una oportunidad para hacer visibles sus razones, las cuales actuaron como un pegante del tejido social que los llevó a hacer presencia en los barrios con sus ollas comunitarias y arengas pedagógicas con temas como: La Constitución Política, medio ambiente, gobierno y sociedad. También se vio propicio entrar a reparar y mejorar las condiciones de escenarios deportivos donde la desidia administrativa era evidente. Fue así como, con la pujanza de estos jóvenes, reverdeció la esperanza de varios sectores donde las obras públicas, que son un derecho, es necesario reclamarlas de rodillas.

Cambio en la protesta

Antes del Paro Nacional los muchachos empuñaban banderas por las cuales si era preciso daban la vida. Hoy sus diferencias son una fortaleza, la identidad que los cobija es una resistencia con propósito altruista, sueñan con una mejor ciudad, con oportunidades para el arte, la cultura, el deporte, comedores comunitarios. Su pertenencia es un territorio víctima de la corrupción, la cual ellos con ahínco pretenden detener, es por ello que han hecho actividades de protesta y reclamo en sectores del puente los Naranjos, en Portal de Pinares, la Estación y hasta con obras de teatro exhortan a la comunidad para que se liberen del letargo social y espiritual en el cual, la inequidad, la injusticia y deshonestidad se ha hecho costumbre. Frente al tema de Valorización dicen que también caerá.

Son diferentes colectivos de juventud que se movilizan aprovechando escenarios y espacios para el ocio crítico y reflexivo que se denominan como: Plantón sur, Resistencia Cuyabra, Resistencia Natural y Conciencia Quindiana, ellos han comenzado a escribir una historia para sanar el alma con sus acciones reparadoras y de reconciliación que de seguro fortalecerán nuestra identidad como pueblo Cuyabro y el sentido de pertenencia y organización tan necesarios en el ejercicio de la política pública. No hay duda, los muchachos se dieron cuenta que éste es un momento que le ha sido asignado por la historia como cita inexcusable.