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Columnistas  |  03 diciembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Álvaro Ayala Tamayo

¿CUÁNDO NOS QUITAREMOS EL TAPABOCAS?

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Álvaro Ayala Tamayo

Por Álvaro Ayala T.

A quienes nos tocó esta maluquera jamás la olvidaremos. En tiempos modernos, el tapabocas pasará a la historia como la prenda más incómoda utilizada por el ser humano. Los niños no entienden. Los viejos estamos resignados y los jóvenes no se adaptan. ¡Qué horror! Con el anuncio de las farmacéuticas que pronto estará en el mercado la vacuna contra el coronavirus, ahora aparecen varios interrogantes. ¿Será obligatoria? Es una pregunta que comienza a flotar en el ambiente.

Asuntos morales, éticos, políticos, culturales, religiosos, de rebeldía, y muchos más, a los que tiene derecho cualquier ciudadano brotan y rebrotan antes de la inyección. El bien general prima sobre el particular parece ser la norma. Pero lo que es elemental para unos no será para otros. Por ahí comienzan a aparecer los pros y contras, y nos tocará acudir a la letra chiquita para resolver el asunto que trata nada más y nada menos que la salud pública de toda la humanidad. Cobrar dinero por su aplicación se hubiera convertido en anti-vacuna y en un acto de insensibilidad sin precedentes. En esta ocasión los laboratorios trabajaron contrarreloj y los efectos secundarios ponen a las personas a dudar sobre sus riesgos.

Tampoco hay que olvidar que los colombianos vivimos en permanente campaña política, por lo tanto aparecerán los que la rechazan por no creerle al presidente Iván Duque. Igualmente, no faltará la persona que tampoco confíe en las vacunas de este lado del mundo y acuda a la tutela para exigir el suministro de las dosis chinas o rusas. Es casi seguro que un juez avale dicha solicitud para obligar al gobierno nacional a su importación inmediata. Así somos los colombianos.

¿Si alguien se la aplica y muere, qué sucederá? Al parecer no está garantizada para todos los organismos y es cuando el tema pasará de los centros de salud a los estrados judiciales. Desde ya se presagian demandas y denuncias. Muchos esperábamos con ansiedad la vacuna para superar el COVID 19 pero ahora sentimos algo de miedo y nos mantenemos firmes en la decisión, dirán otros. Los que desistan o definitivamente no estén de acuerdo, ¿lo pueden hacer sin consecuencias a la hora de infectar a otros? Es decir, la solución a la pandemia no está (tan) cerca y por el contrario, parece que se quedará con nosotros, tal como la gripa.

No olvidemos las estadísticas sobre los miles de muertos dejados por la influenza cada temporada, principalmente en invierno. ¿El Estado cómo patrono o un empresario particular pueden exigir la vacuna a una persona para darle el puesto? En resumen, la vacuna pronto llegará y el problema no se resolverá. Aún quedan pendientes varios dolores de cabeza diferentes al que produce la propia inyección. No faltará el precavido que desea vacunarse doble y acudirá a la británica y la China, por ejemplo. Desconocemos si esa decisión sea permitida o contraproducente. Los entendidos dicen que el COVID 19 llegó para quedarse y nadie sabe con precisión cómo será la nueva normalidad. La pregunta del año...¿cuándo nos quitaremos el tapabocas?

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