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Cultura  |  08 noviembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Cuentos de domingo: La multiplicación de los libros

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La multiplicación de los libros

Por Libaniel Marulanda

Diez años después volví a la Librería Medina, de Marcelia. Consideré suficiente el tiempo transcurrido desde la noche inmemorable de la presentación de mi libro de poemas, destinado a partir la espina dorsal de la poética regional e incluso del país. No podía ser en vano que mis amigos se refirieran a mí como el Rimbaud cafetero, e incluso un cronista local hubiera llegado a divulgar mi postulación al Premio Príncipe de Asturias por parte de un reconocido crítico literario.

Fernando, el librero, en cuanto lo llamé por teléfono, además de alegrarse por mi regreso al pueblo, de inmediato me contó que aún dormían en un estante los sesenta libros dejados en consignación diez años antes.

Aunque su dato estaba lejano del mío, puesto que conservaba un recibo de la librería que daba cuenta de que eran diez los libros confiados, no quise contradecir al librero que ejercía su oficio más como apostolado que como negocio. Dentro de sus colegas de la región era mirada con burla su forma de anteponer la literatura al negocio mismo, a pesar de que no era persona de fortuna. Por parte de escritores y poetas, gozaba de una bien cimentada fama de ser el único librero que respondía por los libros dejados en depósito, y además los pagaba.

Sin embargo y para sorpresa mía, horas después y en el local de Fernando pude corroborar su afirmación: en efecto, había sesenta libros. Cincuenta de ellos carecían de la primera página, justo donde se acostumbra escribir las dedicatorias.

Armenia, julio de 2004

[email protected]

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