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Cultura  |  21 septiembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

La libertad de ser y llamarse Erasmo

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“What’s in a name?” William Shakespeare (Romeo y Julieta)

Gloria Chávez Vásquez

Erasmo de Rotterdam es uno de esos personajes que trae la historia en su nombre. Su sola evocación, nos trae en una brisa, su esencia universal. Con razón la Red de la Comunidad Europea para Intercambios Académicos se llama Programa Erasmus, en honor a su carácter europeo e internacional. En su biografía “Triunfo y tragedia de Erasmo de Rotterdam”, el novelista austriaco Stephan Zweig dice de él que “entre todos los escritores y creadores de Occidente [Erasmo] fue el primer europeo consciente, el primer combatiente amigo de la paz, el más elocuente defensor del ideal humanístico, benévolo para lo mundano y lo espiritual.”

Pionero del humanismo, el neerlandés Desiderius Erasmus van Rotterdam (1466-1536) es el autor de unas 20 obras, escritas en un latín que pulió para beneficio de los estudiantes de las lenguas románticas, filología, teología y filosofía. Educado en la Universidad de Paris, donde se reexaminaba entonces la cultura grecorromana, en un renacimiento de lo clásico, allí se asoció con los primeros humanistas, especialmente con Roberto Gauguin. Este fue el comienzo del erasmismo centrado en activar la libertad de pensamiento y despojarse de las cadenas del fanatismo de la edad media.

De espíritu inquieto, curioso e independiente, y tras ordenarse como sacerdote de la Orden de Canónigos Regulares de San Agustín, Erasmo viaja, observando a los pueblos y a la gente; escribiendo sobre lo que él consideraba la mejor manera de educar para civilizar y salvar al mundo de la violencia de los conflictos y las guerras. Los nuevos inventos y descubrimientos habían sumido en una confusión moral e intelectual a Europa. Como educador, Erasmo ve la oportunidad de encaminar a la juventud hacia la libertad de expresión y a la vez combatir la censura que ha victimado a los pensadores.

Inglaterra conoce a Tomás Moro, y sus seguidores le ofrecen una cátedra en Queen’s College, oferta que rechaza porque anticipa la atmósfera anticatólica que promueve el rey Enrique VIII, la cual culmina con el martirio de su amigo y muchos otros. Viaja a Italia donde vive tres años trabajando en una imprenta, a pesar de las ofertas de altos puestos eclesiásticos por parte del cardenal Giovanni de Médici y el Papa León X. Su lema «Cuando tengo un poco de dinero, compro libros. Si sobra algo, compro ropa y comida.» Prefiere trabajar en la imprenta donde se asocia con pensadores y escritores como él, que critican los abusos del clero y la alcahuetería de la Iglesia. Sus escritos le atraen amigos y enemigos. Regresa a Inglaterra.

En 1503 publica El manual del soldado cristiano en el que analiza los aspectos de la vida cristiana, el principal de ellos, dice en el libro, es la sinceridad. “El fanatismo es la raíz del Mal y aleja de las enseñanzas de Cristo”. Con su colaborador, Publio F. Andrelini, Erasmo produce los Adagios, refranes y moralejas de tradición clásica. En ellos trabajará el resto de su vida. Al morir la exitosa colección llega a los 4500. Pero su obra más famosa y de mayor repercusión es Elogio a la locura, una síntesis de sus apreciaciones acerca de la gente y el carácter de su tiempo.

Aunque Erasmo fue una superestrella en su época, hoy en día es subestimado por los académicos porque piensan que, contrario a otros reformadores como el alemán, Martin Lutero y el francés, Juan Calvino, no fue una persona de acción sino más bien, un individuo de ideas. Pero la diferencia es que Erasmo evadía el fanatismo como a la peste. Abogaba por cambios en la Iglesia sin recurrir al dramatismo de Lutero ni al celo de Calvino. Veía en la división de la Iglesia algo negativo y por tanto no se adhirió a la reforma protestante.

Irónicamente y desde un principio, Lutero reconoció una fuente de inspiración en la traducción que Erasmo había hecho del Nuevo Testamento; Lutero la tradujo al alemán (1522) provocando así las traducciones de la versión de Erasmo a otros idiomas, y poniendo su lectura al alcance de la gente que no sabía latín. Esa misma traducción fue la base de la traducción de William Tyndale al inglés en 1526. ​La versión griega de Erasmo se tradujo además como la Biblia del Rey James o King James’ Bible.

A través de Martin Lutero, y sin buscarlos, Erasmo se hizo a muchos seguidores en toda Europa. El hecho de que Lutero atribuía el haber encontrado la verdad en Erasmo, puso a este en la mirilla pública y la de la Iglesia, como el autor de la Reforma que había dividido al cristianismo. Era obvio que Erasmo criticaba la corrupción del clero y la condescendencia de los jerarcas de la Iglesia, pero lejos estaba él de desear una división. Durante el conflicto entre católicos y luteranos la gente se vio obligada a tomar partido. Erasmo se mantuvo al margen porque se percibía cono centrista y pacificador convencido de que todos los problemas se solucionaban mediante la comunicación. Prefería ser un mediador. No estaba dispuesto a colaborar con ninguno de los dos bandos, porque le importaba más su libertad de pensamiento y su independencia individual e intelectual.

Erasmo se ve en la necesidad de explicar públicamente, que sus críticas van dirigidas al clero que explota al pueblo y a los delitos, amparados en la religión. La Iglesia es tan solo una institución y Dios su fuente de inteligencia y justicia. Su mensaje es de respeto a lo sagrado y de crítica a lo profano. Su mejor prueba y testigo son sus escritos que lo han hecho popular entre católicos y protestantes por igual. Tanto el Papa como Lutero que han leído sus trabajos apoyan sus conceptos. Lutero defiende los escritos de Erasmo diciendo que “es el resultado de un trabajo limpio y de una mente superior”.

Sin embargo tanto Lutero como el Papa continúan presionándolo para que se convierta en líder de uno u otro lado; pero Erasmo los rechaza de lleno. Lo acusan de cobardía y deslealtad. “Ud. puso el huevo y Lutero lo empolló”, dice el Papa. “Sí, pero yo esperaba un pollo de otra clase”, contesta Erasmo.

Durante el Concilio de Trento (1545-1563) La Iglesia condena todas las obras de Erasmo y las incluye en el Índice de Obras Prohibidas. Igualmente es condenada por la mayoría de los pensadores protestantes.

Erasmo de Rotterdam muere en Basilea el 12 de julio de1536 y sus restos yacen en la Catedral de esa ciudad. Su legado está expuesto en el Museo de Historia de Basilea. Con excepciones, la obra de este gran hombre ha pasado a ser un pie de página para el mundo académico.

Stephan Zweig que lo rescató del olvido, con su memorable biografía, cuenta que “Erasmo amo muchas cosas que son queridas hoy para nosotros: la poesía y la filosofía, los libros y las obras de arte, las lenguas y los pueblos, y sin hacer diferencia de todos ellos, el conjunto de la humanidad para el logro de una más alta civilización. Solo una cosa odió de verdad Erasmo de Rotterdam sobre la tierra, como antagónica de la razón: el fanatismo “.

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