Por James Padilla Mottoa

Cayó repentinamente la noticia de que Colombia tendrá la responsabilidad de realizar el Campeonato Suramericano de Fútbol sub 20 a comienzos del año, si Dios quiere y nos quita del medio la pesadilla que hemos vivido todo esta temporada.

De inmediato se movieron los dirigentes del deporte local para pedir a la Federación Colombiana de Fútbol la sede para este certamen. El veterano guerrero Gustavo Moreno Jaramillo salió de su confinamiento de La Esperanza para desempolvar las charreteras y saltar a la arena para ir a la pelea por ese objetivo. A su lado se alinearon los directores de los institutos municipal y departamental de deportes, quienes con las firmas de alcaldesa (e) y gobernador, suscribieron una carta dirigida a la rectora del fútbol nacional en la que se exponen todas las bondades de la capital quindiana y de las otras dos capitales del Eje, invitadas para el efecto.

Los argumentos presentados han sido variados y contundentes: gran infraestructura en materia hotelera, estadio y canchas de entrenamiento suficientes, cercanía de las tres capitales con magníficas vías de comunicación y tal vez lo más importante: la exitosa experiencia de dos torneos de la misma categoría en 1987 y 2005, más muchos otros de carácter internacional que han sido enormemente positivos en el pasado y en los que han estado comprometidas Pereira y Manizales.

Claro que la competencia no va a ser fácil. También Barranquilla saltó al ruedo para pujar por esa sede. Y la arenosa cuenta con todo el respaldo y el poder de la casa Char, núcleo de enorme peso político en muchas decisiones nacionales, sin olvidar que el presidente de la FCF es hombre barranquillero.

De manera que esto no va a ser pan comido; que será necesaria la participación de todos para dar esa pelea; ajustarnos los tapabocas y poner cada uno lo que corresponda para alcanzar ese objetivo.

Tal como lo afirmábamos hace poco, nuestros escenarios, entre ellos el estadio Centenario está necesitando refacciones que son urgentes y de altísimo costo. Por ejemplo, el escenario no ha tenido una revisión de su estructura metálica, desde que fue inaugurado. Por eso las vergonzosas goteras que se aprecian en diferentes sectores, amén de otras necesidades importantes como la remodelación del sistema de iluminación que requiere en el concepto moderno luces led. Son reparaciones bastante costosas para las cuales no cuenta el municipio de Armenia con los recursos suficientes. De ahí que la única manera es volver por otro Suramericano para acomodar nuevamente nuestro escenario y salir un poco de este aturdimiento en el que estamos todos sumergidos.