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Columnistas  |  14 julio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: JORGE URREA

LARGA VIDA AL ROCK AND ROLL

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JORGE URREA

Por: Jorge Urrea

Nací en diciembre del 75, crecí escuchando las canciones de Sandro de América, Leo Dan y otros músicos insignes de eso que, especialmente en Latinoamérica, se conoce como la nueva ola; una corriente musical que, entre otras, tradujo canciones emblemáticas del rock americano y algo del europeo como ‑por mencionar solo una‑ Delilah de Tom Jones versionada por Sandro como Dalila, ‑Ambas me gustan‑. Con mucha frecuencia recurro a las tonadas setenteras que me trasladan a mis primeros años de infancia y me hacen pensar en mis padres y en lo mucho que agradezco su gusto musical.

A mitad de los 80, entrada mi adolescencia, gracias a mi tío y él ‑a la vez creo yo— gracias a su hermano, me encontré con la qué sería mi banda sonora eterna: El heavy metal, atraído por los potentes y profundos riffs, los estridentes solos de guitarra, los poderosos golpes de batería y los agudos de las voces, me casé, hasta que la muerte nos separe, con: Kraken, Helloween, Ángeles del Infierno, Iron Maiden, Rata Blanca, Ozzy Osbourne,Obus,Dio,Baron Rojo,Rolling Stones, Judas Priest y una larga lista que va y viene del Rock and Roll puro pasando por el heavy hasta mi preferido el Power Metal.

De los años de colegio y el rock local, recuerdo visitar los ensayos de Lluvia Negra y Detonador en los barrios profesionales y providencia. En las voces del Cura y Poloncho se escuchaban covers de Metallica y Ángeles del Infierno pero también canciones originales.

Fui testigo de lo complejo que era hacer música con pocos recursos, incluso fabricando toms (tambores)con radiografías y platillos con latas remachadas. En esa época muchas bandas ensayábamos con los mismos instrumentos que trasteábamos de un lado para otro, cómo no reconocer al talentoso guitarrista Heider Marín, su complicidad y camaradería al prestárnoslos. Con ilusión de púber, toqué la batería —torpemente— y canté —desafinado— en una banda que llamamos Zigma, ensayábamos —de cuando en vez— con Darath. Ellos sí honran hoy nuestros sueños.

Ayer se celebró el día mundial del Rock, se declaró así por haber sido la fecha del mítico concierto Live Aid, que recientemente se puso de moda por la película Bohemian Rhapsody y que coincidió con esa época que marcó musicalmente mi estética y estado de ánimo.

Esta no es una columna de opinión, es tan solo una declaración para gritar, con la profundidad y textura de la voz de Sherpa: Larga vida al rock and roll porque es el idioma mejor.

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