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Cultura  |  12 julio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda

El arte de perder

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Un texto escrito por Guillermo Salazar Jiménez.

Después que su amigo le dijo perdí mi libertad, mi tiempo y mi espacio con la cuarentena, pensó si él también había perdido en los 90 días de reclusión. Claro que perdí, dijo, pero prefiero contraponer a la pérdida aquello que gané, como forma de sentirme con ánimo de seguir adelante aislado y molesto. Antes había pensado sobre mi existencia, pero nunca abrí un espacio para aprender de las pérdidas, según los amigos.

“Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo. Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía. Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda”, dice Borges en Silencios azules. Perder como arte –algo que debe estar bien hecho o algo que debe aprenderse o hacerse con atención y cuidado –ayuda a tomar tales perdidas como senderos para aprender a caminar el futuro.

Creyó que la naturaleza espera por hechos relevantes para continuar la historia, por eso nuestras acciones, con la cuarentena, construirán nuevos horizontes. Con la pandemia no sólo está en manos de los gobernantes lo que acontece en el mundo, el ciudadano también participa y, de esta manera, la historia se convierte en un lugar de encuentro, en una forma de comunicación entre los hombres y la naturaleza.

Creemos perder el tiempo quedándonos en casa, dijo, prefiero sentir que el ahora son pequeños instantes que actualizan el pasado y alertan el futuro, un ahora de pensares continuamente interpretados. Dice Freire: La visión de mundo que refuerza el valor del sueño y de la utopía en una perspectiva de la historia como posibilidad es coherente con la forma de pensar… Si bien varias medidas restrictivas se debaten entre la obligación de protección y la coerción social, permiten que cada uno, desde su particular posibilidad, valore la existencia real con la Covid-19 y la forma en que vivimos.

Reflexionó sobre la esperanza que unida a la alegría podrían hacer de la autonomía, individual y comunitaria, experiencia decisoria para construir la historia particular con los otros y con el mundo. Así, la decisión de leer por gastar minutos no pasa de valor consumista; como manejo positivo de estos momentos es deber, trabajo y empleo útil del tiempo. Sobre todo para dialogar con el autor y aprender a valorar las ideas que posibiliten nuestro cambio. Lo afirma Kafka, citado por Estanislao Zuleta: “Los poetas ofrecen a los hombres nuevos ojos para ver el mundo y cuando se ve el mundo con ojos nuevos, se puede entonces cambiarlo”.

Con mirada distinta veremos desde la casa las pérdidas como posibilidades, lo advierte Elizabeth Bishop en su poema El Arte de perder: “Perdí el reloj de mi madre, y el manto/con que cubría mis hombros, la loza/en que tomaba el té, pero igual canto. /Perdí mi tierra, mi rumbo y aguanto/de lo más bien tanta pérdida. Es cosa/ de acostumbrarse: no, no es para tanto”.

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