El terremoto del martes en México nos tiene que dejar una enorme enseñanza a los quindianos, pues habitamos el departamento con mayor riesgo de sismos fuertes en Colombia, por estar atravesados por una buena cantidad de fallas geológicas, además de la influencia de los movimientos tectónicos originados en el denominado Cinturón de Fuego del Pacífico. Y decimos que enseñanzas, porque a pesar de la constancia de estos movimientos telúricos en México, vimos impávidos cómo muchos edificios se derrumbaban como terrones de azúcar.

En Armenia y el Quindío se ha venido cuestionado la labor que cumple el Procurador Territorial de Tierras sobre las demandas contra el POT, por la violación de puntos tan importantes como el retiro de las edificaciones de las zonas de quebradas y cañadas y de las pendientes que llevan a ellas. Pero la caída de esos edificios en México, tras el terremoto del martes, y conociendo que nosotros estamos en una región vulnerable a este tipo de fenómenos naturales, estamos en la obligación de acompañar al procurador Diego Trujillo en su cruzada de defender el Paisaje Cultural Cafetero y, sobre todo, la vida humana.

En Colombia hay unas normas muy estrictas sobre la construcción de edificaciones sismo-resistentes, que esperamos se estén cumpliendo a cabalidad. Esta es una responsabilidad de las curadurías urbanas que otorgan las licencias. Nos preguntamos si están haciendo los estudios pertinentes, en profundidad, de los suelos que se utilicen para elevar a alturas superiores a los 15 pisos, como vemos en varios lugares de la ciudad, y si las calidades de los materiales con que se construyen son los que exige la norma.

Adicionalmente, no olvidemos que el sector público, el gobierno local, también debe de estar vigilante del asunto, como está sucediendo en este momento con la nueva directora de Planeación Municipal, la abogada Claudia Milena Hincapié, que no solo ha visitado y cerrado varias construcciones por violaciones a las normas nacionales y municipales, sino que acaba de expedir una circular a los curadores urbanos advirtiéndoles que hay sectores de la ciudad muy vulnerables, donde no se permite construir a alturas superiores a los tres pisos. Tal advertencia la hizo porque había proyectos radicadas en las curadurías para hacer hasta 15 pisos en zonas donde el POT solo permite tres.

Lo que más nos inquieta de este tema, viendo las pavorosas imágenes del desplome de los edificios en México, es si de parte de las curadurías y de la oficina de Planeación Municipal hay suficiente personal para que visiten a diario todas las obras y comprueben la aplicación exacta, milimétrica de la norma de sismo-resistencia, por un lado, y de la calidad de los materiales y los suelos, una gran parte sobre fallas geológicas.

El argumento del gobierno municipal ha sido que esta labor es casi imposible, pues no existen inspectores urbanos suficientes para hacer las visitas. Entendemos que en planeación solo hay dos o tres, y frente a la cantidad de obras que se realizan, pues es lógico pensar que es imposible visitarlas todas con tan poca capacidad técnica. Pero, hay que hacerlo señores. ¿Cómo? Miremos hacia las universidades.

Hace unos diez años o más, un par de estudiantes de Ingeniería Civil de la universidad del Quindío hicieron un proyecto de grado orientado solo a este tema, la vigilancia urbana de las obras por parte de planeación, y planteaban que ese oficio lo pueden hacer las decenas de estudiantes de ingeniería civil de la Uniquindío, desde séptimo semestre, o de arquitectura, de la Gran Colombia. También se pueden aprovechar profesionales afines de otras universidades. Infortunadamente no se ha tenido en cuenta esta importante propuesta.

Solo la aplicación estricta de la norma, y la vigilancia permanente de las construcciones, nos puede salvar de volver al terror que ya vivimos en el terremoto de 1999 en Armenia, o el que están viviendo por estos días nuestros hermanos mexicanos.